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El teclazo por la verdad

¿El Día de los ex trabajadores?

¿El Día de los ex trabajadores?

Norland Rosendo González

La noticia la trajo un correo electrónico. En el asunto decía: «Urgente, tú tenías razón». En tiempo de crisis, y tras una polémica de varios mensajes, un compañero del preuniversitario que desde hace cuatro años vive en Madrid, se quedó sin empleo.

«Esto es una locura. Llegué temprano a la fábrica, como de costumbre, y sentí que algo raro había en el ambiente. “Sobramos, hasta nuevo aviso”, me dijeron. Pasa a liquidar.

«Mis vecinos están en una situación semejante. Y todos los cuentos que me hacen son de gente que está en las mismas. Voy por cuatro formularios solicitando una plaza, y mañana pienso madrugar en una cola de no sé cuantos metros de largo con la ilusión de que clasifique. Necesito cualquier cosa, porque los gastos me ahogan. Esta es la jodida crisis.»

Hacía varios días que intercambiábamos e-mail. Él me comentaba que la coyuntura económica estaba mala, pero eso de las puertas de su casa para fuera. Y yo, que con mi humilde olfato periodístico sigo día a día los acontecimientos de esta gran depresión estructural del capitalismo, le replicaba: cuidado Alex, que nadie está inmune. Malditas palabras mías.

Alex acaba de ingresar en la lista de desocupados en España, que ya incluye 14,8 % de la población económicamente activa (PEA), la más alta de los países que pertenecen a la Unión Europea.

La crisis ha dejado a millones sin trabajo en el mundo. A este primero de mayo, quizás haya que cambiarle el nombre. Podría no ser el Día de los Trabajadores, sino el de de los desempleados.

Desde 1929 no se veía nada semejante. Y lo peor es que nadie puede pronosticar el futuro. A lo sumo, los expertos dicen que hay que estar preparado para otras vueltas de tuerca.

Las noticias de la prensa alternativa anuncian que el primero de mayo amanecerá con miles de desfiles por anchas avenidas reclamando trabajo. Nada de festejos. Los cables de las agencias pro-capitalistas, en cambio, omiten esos detalles. Se concentran en otros aspectos de la crisis, y aunque tratan de disfrazar sus informaciones, no pueden dejar de ser pesimistas.

Ni la mismísima Europa con su zona Euro escapará a las protestas de los ex trabajadores. Los primeros tres meses de este 2009 han sido fatales en Francia. De 2008 a la fecha, el incremento del paro fue del 19% y se hizo más visible en las edades comprendidas entre 25 y 49 años. La ministra de Economía, Christine Lagarde, señaló que el aumento del desempleo se mantendrá durante todo 2009.
Hace unos días, obreros parisienses de la compañía Sony impidieron toda la noche la salida del presidente de la filial, Serge Foucher, en reclamo de mejores indemnizaciones por los despidos.

En la Unión Europea ya han quedado sin empleo más de 17 millones de personas, y cálculos conservadores auguran tres millones y medio más este año.

Por su parte, el Departamento del Trabajo de los Estados Unidos reconoció que solo el mes pasado más de 660 mil obreros quedaron en la calle. Pero a ciencia cierta, nadie sabe ahora cuál es la verdadera cifra de gente sin empleo en el imperio. Las estadísticas oficiales —porque las dicta el gobierno—, reportan unas 13 millones de personas (8,5% de la PEA); sin embargo, otros estudios hablan de 24 millones (15,6%), pues incluyen a los sub-empleados escasas horas diarias y otras modalidades marginales.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) pronostica la pérdida de 51 millones de empleos en todo el mundo.

Mucho antes del primero de mayo, las protestas han ocupado titulares en la prensa. Un augurio de esa concentración gigante que deberá ocurrir el próximo viernes.

En Francia, por ejemplo, cientos de miles de manifestantes salieron a la calle la semana pasada para protestar contra la gestión del gobierno frente a la crisis. Hubo una huelga general, y organizan para el Día de los ¿Trabajadores? una de las más grandes marchas de la historia de ese país, con todas las asociaciones sindicales unidas.

Miles de trabajadores de refinerías del Reino Unido exigieron a los dueños que no emplearan mano de obra extranjera, porque eso limitaba las oportunidades de los nacionales.

En Lituania, hace unos días lanzaron piedras contra la sede del parlamento porque el gobierno decidió recortar el gasto social. Hubo 20 heridos y 80 detenidos, según la policía.

Así anda el mundo por estos días. Despidos, huelgas, corrupción, menos inversiones, recortes en los créditos, hipotecas que ahogan, y los jerarcas tratando de salvar sus negocios, mientras una gran mayoría es lanzada a su suerte sin otra alternativa viril que rebelarse contra un (des)orden internacional que no admite más maquillaje, sino transformaciones radicales.

Este primero de mayo no será una fiesta para millones que necesitan reingresar en la selecta nómina de trabajadores. Será, en cambio, una batalla campal por sus derechos, por su futuro y el de su familia.

Entre esos tantos que desfilarán por las anchas avenidas de pomposas ciudades del orbe, estará mi compañero del preuniversitario, pues, según sus últimos correos, para el viernes no cree que tenga todavía trabajo.

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