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El teclazo por la verdad

Política Internacional

¿Quiénes son nuestros diputados?

¿Quiénes son nuestros diputados? Por Norland Rosendo González.

Los diputados cubanos son gente sencilla y humilde. Uno los puede encontrar en la calle, en la parada de los ómnibus, en la cola de los estanquillos donde se expenden los periódicos, en las gradas de los estadios de béisbol; o en las comunidades conversando con sus electores, de tú a tú, sin burocracia, ni jerarquías. En cualquier lugar, por inimaginable que parezca, están nuestros parlamentarios.
Probablemente donde menos se localicen sea en los medios de comunicación. Ellos no requieren de la propaganda, de las caras maquilladas y las sonrisas fingidas para tener un escaño en el máximo órgano legislativo de la República.
Tampoco existen los discursos electoreros saturados de promesas y de cambios imposibles. Esos esquemas, —típicos de los períodos precedentes a la Revolución, y que jamás reportaron beneficios para las mayorías desposeídas—, han quedado para la historia de los procesos eleccionarios en Cuba, como testimonios de la nulidad democrática.
Nuestra Asamblea Nacional del Poder Popular, parlamento unicameral, está integrada por hombres y mujeres de todas las regiones del país. Incluso, aquellas más postergadas de las montañas cuentan con sus representantes. Los hay campesinos, deportistas, maestros, estudiantes, artistas, ministros, científicos y religiosos. La pluralidad intelectual lejos de coartar el buen desempeño de sus funciones, acrecienta sus potencialidades, su legitimidad y el horizonte de los análisis y debates.
Los parlamentarios cubanos no reciben beneficios personales ni gratificaciones económicas por esa condición, mantienen su vínculo laboral o estudiantil a la par que ejercen sus funciones parlamentarias. Se caracterizan por la austeridad, la nobleza, el prestigio y la honestidad.
En ellos prima un profundo compromiso con su pueblo y con el proceso revolucionario que se desarrolla en el país, a la vez que saben, y actúan en correspondencia con la responsabilidad sociopolítica que implica el cargo.
Las sesiones son públicas, salvo que la propia Asamblea apruebe la celebración de debates a puertas cerradas por interés estatal. Anualmente se desarrollan dos períodos de encuentros ordinarios, además de los extraordinarios que se necesiten.
El Presidente, Vicepresidente y Secretario del Parlamento de la Isla son elegidos por los propios diputados mediante el voto libre, directo y secreto cada cinco años, que es cuando se período para el cual se constituyen una nueva las legislaturas. Así mismo se eligen, por igual procedimiento, los miembros del Consejo de Estado, que representa al máximo órgano legislativo cuando este no está reunido. El Presidente del Consejo de Estado también es constitucionalmente el Presidente del Consejo de Ministros.
Hasta el cincuenta por ciento de los diputados cubanos resultan delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular, genuinos líderes de las comunidades donde habitan. El resto lo integran personalidades y dirigentes que por sus responsabilidades no pueden ejercer como delegados en sus barrios.
Todos los candidatos se someten a votación popular.
La confianza depositada por los electores en sus representantes se refleja en los altísimos índices de asistencia a las urnas, para ejercer el derecho al sufragio sin ningún tipo de presión. En Cuba el abstencionismo es insignificante, una cifra verdaderamente irrisoria si se compara con los indicadores mundiales.
Habría que preguntarse entonces dónde está la ausencia de los principios democráticos que cacarean nuestros enemigos. Nuestra fórmula está basada en la participación ciudadana, la diafanidad en el proceso, los méritos y el prestigio de los elegidos.
Nuestros diputados no legislan para elites, ni responden a intereses individuales, es por eso que siempre acuden a sus electores para intercambiar, promover debates, explicar sus gestiones, pulsar el estado de opinión de quienes son su verdadera razón de ser. Además, ellos son parte de esa comunidad que los eligió, y no lo olvidan, porque pueden ser revocados por ellos, la mayor vergüenza que sufriría un parlamentario cubano. Nuestra democracia es así, la esencia está en la base.

La obra bolivariana funda, sueña, vive

La obra bolivariana funda, sueña, vive

Por Norland Rosendo González

Como el bien y el mal, irreconciliables, andan los guerreros mediáticos en torno a la salud de Chávez. Los unos, parapetados tras una batería de medios hecha con la más sofisticada tecnología, cuyo poder colonizador jamás había conocido la humanidad, disparan constantemente partes médicos dudosos, opiniones de oncólogos sin ética, rumores, alientan la insubordinación, la quiebra de la institucionalidad y reinterpretan la constitución bolivariana a su antojo, para fijar matrices de opinión que le apaguen la luz al ALBA y quiebren el proyecto socialista de Venezuela, para lo cual necesitan un escenario sin Chávez.

Los otros, como guerrilleros, sin tanta parafernalia en sus «armas de combate», pero con la verdad, el sentido común, el amor al prójimo y a la vida, los seguidores del líder venezolano difunden otro punto de vista: humano, civilizado, que apuesta por el orden, la defensa del ideario chavista, que no es más que el de Bolívar, Martí, Mariátegui, el Che, Fidel, una síntesis de lo mejor del pensamiento latinoamericanista.

A diferencia de aquellos que lo reducen todo a un hombre, estos defienden una cosmovisión continental autóctona, un mundo hecho con todos los colores, culturas, historias, razas, músicas, lenguas que coexisten al sur del Río Bravo, incluidos los de las islas caribeñas, a las que separa el mar, pero no el sueño de integración.

En Chávez se resume el proyecto inconcluso de unidad latinoamericana. Su discurso y sus hechos apuntan a un tejido fuerte entre los pueblos y los gobiernos, que reconoce las asimetrías en cuanto a grados de desarrollo económico y propone fórmulas para atenuarlas; gestiona el consenso sin obviar las diferencias políticas; y sobre todo, valora las riquezas espirituales del continente, la mística de las culturas ancestrales. Nada desecha Chávez en su esperanza de trascender el capitalismo. Eso es lo que más duele en los centro de poder imperiales.

Bajo su liderazgo, el ALCA, promovida por Washington para atenazar a las maltrechas economías de lo que alguna vez fue su traspatio, fue sepultada y nació el ALBA, la Alternativa primero y la Alianza después, Bolivariana de nuestra América. La luz empezó por Cuba y Venezuela, y se extendió como un sol por otros países. Surgieron los proyectos grannacionales de petróleo, alimentos, el Banco del Sur, Telesur... El sueño se va haciendo realidad, caminamos con nuestros propios pies y pensamos solos, sin las recetas en inglés del Tío Sam.

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) es un espacio que estamos construyendo para contar con un instrumento político sin injerencias, como lo es MERCOSUR para sus miembros en el orden económico y comercial. Chávez alienta esas formas de integrarse y pone los cuantiosos recursos venezolanos a disposición del desarrollo integral y sostenible de nuestra América.

Ha tenido la osadía de criticar las políticas de la Casa Blanca, la OEA, Wall Street; de erguirse frente a quienes durante siglos calificaron a los hombres y mujeres de esta parte del mundo como gente inferior, bárbara, y pedir respeto, trato digno, de iguales. Su vocación libertaria lo hizo venir a Santa Clara en octubre de 2007 al encuentro con el Che, precursor del antiimperialismo a mediados del siglo pasado, justo cuando más botas imperiales regían los destinos del continente y el control ideológico de las masas desposeídas era más férreo.

En aquella memorable jornada, Chávez renovó su compromiso con el socialismo del siglo XXI, a lo Mariátegui, sin copiar a nadie. Y esa osadía suya reforzó el odio visceral de los jerarcas de Washington y sus acólitos de Miami, Madrid y la elite burguesa de Venezuela, despojada de un poder que les engordaba las arcas privadas a la par que ensanchaba los cinturones de pobreza en la periferia de las ciudades y en los campos.

Pero cometieron un error estratégico los detractores de la Venezuela bolivariana: creyeron que con Chávez enfermo todo se iría abajo, se paralizaría. Y cuando se percataron de la fortaleza del pueblo chavista, de su resistencia, de que más que a un hombre, defendían el derecho a caminar solos, a abrir senderos anchurosos con la vista puesta en el horizonte socialista, reforzaron su bombardeo mediático, sicológico, para amedrentar, a imagen y semejanza de la mafia, a punta de pistola, inclusive.

Saben que Caracas es un referente de la izquierda universal de estos tiempos. Las ideas anticolonialistas, antiimperialistas, anticapitalistas encuentran allí un escenario para el debate, la articulación, la concepción de agendas inclusivas y de alternativas para salvar a la civilización de la catástrofe a la que nos conducen las ciegas fuerzas del capital trasnacional y guerrerista, al amparo de un pensamiento neoconservador.

Mientras Chávez atraviesa por un momento complejo de su vida, se polarizan las fuerzas que lo defienden y las que lo odian. Las primeras crecen como una ola en pleno desarrollo; las segundas, menguadas, se camuflan en los medios, las falsedades y el supuesto desconcierto para promover su añeja receta: la vuelta al capitalismo.

El vicepresidente ejecutivo, Nicolás Maduro, anunció esta semana la buena nueva de que «Chávez va remontando la cuesta». La noticia ha dejado al discurso necrofílico de la oposición sin argumentos. Sus fuentes de (des)información comienzan a desaparecer en veloz estampida del escenario mediático. Lo más importante es que la obra bolivariana avanza, se radicaliza, prende en las mayorías no solo venezolanas, sino latinoamericanas y caribeñas. Funda. Sueña. Vive.

«¿Por qué privarnos de conocer al mundo con los ojos de la tecnología?», le preguntan a Obama dos niños cubanos con discapacidad visual.

Por Norland Rosendo González

Unas horas después de que por vigésimo primera vez consecutiva el mundo le reiterara al imperio su rechazo al bloqueo económico, financiero y comercial a Cuba, un vocero del Departamento de Estado de EEUU ratificó algo que le va quedando a su gobierno como único recurso ante tantos palos que la ha dado la ONU: la tozudez. «Nuestra política permanecerá igual. No va a cambiar», dijo Mark Toner a la agencia de noticias AP.

Tras la lacónica e insostenible respuesta del funcionario, pensé en Joviel y Jesús, dos niños de Jibacoa, en la sierra del Escambray, que aprendieron en pleno siglo XXI a escribir y leer en el sistema Braille —empleado por ciegos y débiles visuales—, solo con una regleta y un punzón, cuando en el mercado norteamericano se comercializan máquinas y computadoras que les permitirían acceder a un mundo casi infinito de conocimientos.

Cuba, a pesar de sus tantas urgencias y necesidades, les garantizó a ambos en su propia escuelita rural una metodología tradicional, pero efectiva, con la que burló el avieso interés de Washington de que también los discapacitados sientan impotencia y desaliento.

Joviel y Jesús no podrán usar tecnología que contenga al menos un 10% de componentes norteamericanos, ni que las vendan empresas o sucursales de esa nación. Un escandaloso ejército de «inspectores imperiales» anda por todo el mundo verificando que nadie viole ese acápite del bloqueo.

Si se adquiere en otro país, el costo del flete es mayor porque el barco que atraque en puerto cubano tendrá prohibido hacerlo en Estados Unidos durante seis meses, y la transacción comercial tampoco podrá ser en dólares. Ninguno de los bancos internacionales nos da créditos aunque sea para adquirir medios de enseñanza para niños discapacitados, por orden de Washington, principal inversionista y decisor.

El cerco económico, comercial y financiero que desde 1992 recibe una condena abrumadora de la Asamblea General de la ONU, se remonta a los inicios de la Revolución. El 6 de abril de 1960, el entonces subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, Lester D. Mallory, suscribió un documento que reconocía la adhesión de la mayoría de los cubanos al proceso revolucionario, razón por la que la única vía posible para derrocar al Gobierno de (Fidel) Castro era generando descontento, dificultades económicas, desaliento y hambre. Esa política inhumana de once administraciones sucesivas, decretada oficialmente en 1962 por el presidente John F. Kennedy, está considerada por la Conferencia Naval de Londres, en 1909, como un acto de guerra.

Los tanques pensantes del imperio sugirieron sustituir del lenguaje oficial el vocablo bloqueo por embargo, para confundir a la opinión pública mundial, hastiada ya de tantos conflictos bélicos, muertes, bombazos, magnicidios.

Un cambio de palabra que lleva a una trampa técnica, porque embargo constituye la forma judicial de retener bienes para asegurar el cumplimiento de una obligación contraída legítimamente, además de ser una medida precautoria de carácter patrimonial autorizada por juez, tribunal o autoridad competente, con igual propósito de cumplir por el deudor sus compromisos con sus acreedores.

Entonces, cabría la pregunta, ¿qué le debe Cuba a los Estados Unidos? ¿Qué delito ha cometido que justifique que le prohíban desarrollarse económicamente y comerciar de manera pacífica con todas las naciones? El eufemismo se desploma por sí solo, como el representante norteamericano al observar el martes en la pizarra electrónica de la ONU como 188 países, de los 193 que emitieron su voto, condenaron el bloqueo.

Solo desde mayo del año pasado a abril de este, dicho cerco le ha costado a nuestro país unos 10 millones de dólares. La salud pública ha sido uno de los sectores más afectados, según los datos y ejemplos aportados por el canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, ante el plenario de la ONU.

Barack Obama tiene ahora la posibilidad de ser coherente con el eje mediático de su campaña presidencial: «Cambio». Cerrar este capítulo de la Guerra Fría, que lleva ya medio siglo sin los resultados deseados por Washington y acceder a poner en diálogo a ambas partes para normalizar las relaciones, sería su más sabia decisión, amén de que en Miami a algunos les de una pataleta infantil.

A las manos de Joviel y Jesús quizás no lleguen nunca los guantes con sensores para la lectura en Braille. No solo por lo costosa que resulta, sino porque el bloqueo lo impedirá. Pero con su regleta y su punzón, podrán enviarle este mensaje a Obama: «¿Por qué privarnos de conocer al mundo con los ojos de la tecnología?».

La Patria se puso del tamaño del Libertador

Por Norland Rosendo González

Para Edgardo Ramírez, embajador de la República Bolivariana de Venezuela en Cuba, asistir a este acto tuvo un gran significado porque el Che es un ejemplo de respeto, solidaridad, justicia y amor, no solo para Cuba, sino para toda la humanidad, y en este Mausoleo se respira energía de unión, rebeldía y firmeza contra el imperio, añadió.

«Nuestro comandante Ernesto Guevara representa las causas más nobles y es un gran revolucionario de ayer, hoy y para siempre», subrayó el diplomático, para quien el triunfo de Chávez en las elecciones presidenciales del domingo resultó la confirmación de la voluntad popular de los venezolanos de tener Patria libre y soberana.

«Fue una proeza como la batalla de Carabobo, librada por Simón Bolívar, el 24 de junio de 1921. La Patria se puso del tamaño del Libertador. Tenemos presente y futuro con Chávez. Este triunfo no solo es de Venezuela, también es de Cuba y de todos los pueblos que luchan por su liberación», subrayó el embajador.

Santa Clara como un árbol por los Cinco antiterroristas

Por Norland Rosendo González

Cada día 5, justo cuando Radio Reloj anuncia las cinco de la tarde, en la sede del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), en Santa Clara, empieza una peña, devenida proyecto cultural La Casa como un Árbol, para exigir la libertad y el regreso inmediato e incondicional a nuestra Patria de los cinco luchadores antiterroristas Gerardo Hernández, Antonio Guerrero, Ramón Labañino, Fernando González y René González.

Esta vez, la cita tuvo una connotación especial con la asistencia por primera vez de un familiar de uno de los Cinco Héroes, Magali Llort, la madre de Fernando, y una brigada internacional de Solidaridad con Cuba, integrada por 97 personas de 20 países, que por estos días le rinde homenaje a Ernesto Che Guevara, en el aniversario 45 de su caída en combate en Bolivia y el 15 del regreso de sus restos mortales a Santa Clara.

Ellos se sumaron a los estudiantes extranjeros que cursan carreras en las universidades villaclareñas, artistas, periodistas, políticos y todo el que quiso compartir un rato agradable de arte y justicia, amenizado por el trovador Gerardo Alfonso y su grupo Té de Jazmín, que le puso alma, corazón y música a la velada con la interpretación, entre otros temas, de Sábanas blancas y Son los sueños todavía, dos antológicas piezas de su repertorio que pusieron de pie a los asistentes e insuflaron un espíritu de amor y humanismo.

Magali Llort, emocionada, pidió incrementar la solidaridad internacional para que su hijo regrese a su hogar. «Los años van pasando, ya son 14, y el sistema judicial de los Estados Unidos le cerró las puertas a la justicia, a la verdad. Solo nos queda que la opinión pública mundial y la norteamericana, sobre todo, sensibilice al presidente Barack Obama para que los libere», explicó.

Recordó que el último recurso legal que les queda es solicitar el Habeas Corpus, tras conocerse del pago por parte del Gobierno a un grupo de periodistas para que antes, durante y después del manipulado juicio en Miami, publicaran materiales que los culpaban de espías, un delito que nunca pudo probar siquiera la Fiscalía, e influyeran en la decisión del jurado.

La madre de Fernando ratificó que el movimiento internacional, cada vez más creciente, con voces de todas las latitudes y muchas personalidades, será decisivo para que se imponga la razón en este caso, que ha sido politizado por los sectores más recalcitrantes de poder en los Estados Unidos, sobre todo, en la Florida. «Nuestra esperanza de abrazar a nuestros hijos en casa está en ustedes», le dijo a los extranjeros.

En la Peña fue leída una carta enviada por Fernando a una maestra santaclareña en la que agradece los gestos de amor y apoyo que siempre reciben los Cinco de sus compatriotas, para soportar el arbitrario encierro al que están sometidos por el hecho de defender a Cuba y al propio pueblo norteamericano de acciones terroristas organizadas por los enemigos de la Revolución, y que a lo largo de 50 años ha dejado 3 478 muertos y 2 099 discapacitados.

Al proyecto cultural se sumó la artista de la plástica Madelín Pérez Noa, quien develó el mural Mi paz os dejo, mi paz os doy, con el ánimo de que ese espíritu solidario sensibilice corazones y abra rejas. Kenia Serrano, presidenta nacional del ICAP, agradeció la obra de arte y elogió los valores humanos que porta.

Fue una tarde excepcional, mística, sazonada además por la presentación de un grupo de amigos ecuatorianos que defienden el folclor de esa nación andina, en una mezcla de danzas y música que mereció una cerrada ovación.

El clímax llegó con Gerardo Alfonso en el cierre. Ya cuando la noche comenzaba a abrazar a Santa Clara, su música fue luz que iluminó a La casa como un árbol, un proyecto que cada día 5 pone al arte al servicio de una de las causas más nobles que tiene la humanidad hoy: la lucha contra el terrorismo.

Venezuela: Los carriles made in USA de Capriles

Por Norland Rosendo González

A pocas horas de los comicios presidenciales en la República Bolivariana de Venezuela, al candidato de la oligarquía y sus titiriteros imperiales solo les queda algunas encuestas idílicas y esperar revueltas callejeras que puedan convertir en «movilizaciones mediáticas» para evitar lo inevitable: el triunfo del candidato de la Patria, Hugo Rafael Chávez Frías.

Una intensa campaña de los medios de la (des)información con asiento en Madrid, Miami y Caracas, fundamentalmente, apuesta por la construcción propagandística de una realidad a imagen y semejanza de sus intereses, negocios y proyectos, amparada por alguna «acreditada» encuestadora, cuyo resultado ajustan para manipular a la opinión pública y crear las condiciones con las que puedan cantar un supuesto fraude.

La fórmula no es nueva. Ya fue aplicada con éxito en Serbia. Lo que no pudieron los militares con las bombas, lo logró la inteligencia usamericana en el 2000 con un fajo millonario de dólares que hizo perder en las urnas la presidencia a Slobodan Milosevic.

La National Endowment for Democracy (NED) y la U.S. Agency for International Development (USAID), ambas de fuertes nexos con la CIA, se encargaron de articular a la oposición, dotarla de visibilidad internacional, crear estados de opinión desfavorables a Milosevic, generar concentraciones, que después una batería mediática más efectiva que las mismísimas baterías de lanzacohetes difundirían por todos los canales posibles.

Y para garantizar el triunfo matemático, emplearon su nueva arma de exterminio masivo de la democracia: las encuestadoras, con la Penn, Schoen & Berland, como la más «sofisticada» de todas, capaz de cambiar numeritos y ajustar estadísticas, con los que logró confundir a los electores y posicionar al candidato opositor.

La estrategia funcionó. En una época en que el Complejo Mediático Industrial surte un efecto narcotizante en las mentes de las personas, es preferible «bombardear» con mensajes que con bombas. Y como para gustos se han hecho los colores, nada mejor que «pintar» las supuestas revoluciones para que la gente se identifique mejor con ellas. Así tuvimos la «Revolución Rosa» en Georgia (2003) contra Eduard Shevardnadze; la «Naranja» en Ucrania (2004) que le garantizó el «éxito» a Víctor Yushchenko.

En América Latina han ensayado su estrategia en Bolivia y en la propia Venezuela en las elecciones del 2006, pero en ambas oportunidades sus planes fueron frustrados por la cohesión de las fuerzas progresistas y un oportuno desmontaje público de las estratagemas de los oligarcas y sus padrinos imperiales para revertir los procesos de cambio en la región.

Sin embargo, cada vez son más los millones de pesos destinados para rearticular a los grupúsculos opositores, favorecer disturbios que puedan ser convertidos en descontento popular a través de sofisticadas técnicas del marketing, manipulación mediática y construcción de matrices de opinión que pongan en duda la credibilidad, la ética, el civismo y el sentido democrático de líderes auténticos de la talla de Chávez, Evo Morales, Rafael Correa.

Chávez le dio nocaut a Manuel Rosales en 2006, y echó por tierra la estrategia de los oligarcas, quienes ahora repiten la fórmula pero con otro candidato, el joven, rico y de imagen atrayente, según los expertos en campañas mediáticas: Henrique Capriles Radonski.

En Capriles, quien fuera gobernador del estado de Miranda durante el período 2008-2012, han invertido cuantiosas sumas, aportadas por personajes de adentro y de afuera, para «venderlo» como la esperanza, el cambio necesario y le redactaron, cuidadosamente, un programa electoral que, bien leído, no es más que un paquetazo neoliberal, la vuelta a los ajustes estructurales, el fin de las misiones sociales, la privatización del petróleo, el poder del mercado sobre el Estado.

Pero todo eso no ha sido suficiente para revertir la intención de votos de una inobjetable mayoría a favor de Chávez, por mucho que el Complejo Mediático Industrial refuerza la imagen de Capriles sonriente, joven, popular. Para colmo, violando las normas éticas del periodismo, han llegado al extremo de manipular informaciones y decir que hay un empate en las encuestas cuando solo una, una solita de las encuestadoras, ha tenido el poco juicio de publicar una mentira que no la cree ni el mismísimo Capriles Radonski.

Ante una realidad tan nítida, que refleja la insuperable ventaja del candidato oficialista, la maquinaria propagandística de la oposición con sus emplazamientos en Caracas y también en Miami y Madrid, sobre todo, intenta posicionar la idea de un supuesto fraude chavista, e incitan al pueblo a revelarse y protestar, el segundo paso para boicotear las elecciones y generar los pretextos necesarios para desbancar, por cualquier vía, a Chávez. Ni siquiera han respetado que los organismos internacionales que fiscalizan el proceso electoral han confirmado su transparencia y legalidad, incluido el Centro Carter.

Cuando solo quedan unas horas para los comicios, es preciso estar alerta, confiar más en los argumentos que en las arremetidas emocionales de los medios; en los resultados palpables y en ascenso del gobierno socialista de Chávez, que en los datos de última hora de ciertas encuestadoras de dudosa legitimidad y menos en las promesas electoreras del señor Capriles, el hijo de Washington para restablecer el neoliberalismo en Venezuela.

En Río verde, ganancia de «pescadólares»

Por Norland rosendo González

Veinte años después, Río de Janeiro volvió a escuchar los mismos reclamos. Es como si el tiempo no hubiera pasado, a fin de cuentas, Gardel dijo que 20 años no es nada. Pero no, ese lapso ha dejado huellas indelebles en el planeta y ahora es que muchos comprenden a Fidel: Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre.

«Dejemos las justificaciones y egoísmos y busquemos soluciones. Esta vez, todos, absolutamente todos, pagaremos las consecuencias del cambio climático». Lo que hace dos década fue una alerta, ahora es una inminente realidad, como advierte este fragmento del discurso de Raúl antier en el segmento de alto nivel de la Conferencia de la ONU sobre Desarrollo Sostenible Río+20.

Lo que empezó siendo un documento de 300 páginas, mucho más parecido a «El futuro que queremos», terminó en 49 para complacer a las elites de poder y lograr un angustioso consenso, casi cuando estaban llegando esta semana los mandatarios a la populosa urbe sudamericana. Brasil hizo un esfuerzo denodado por salvar la Cumbre, aunque, como lo calificara el teólogo Leonardo Boff, el texto realmente resultó un «pacto de suicidio global».

Fue la presión (a veces, chantaje) de las corporaciones, gobiernos e instituciones que defienden una lógica de producción y consumo que ya no se conforma con sus fuentes de riquezas, sino que quiere ponerle precio a lo que siempre ha sido de todos: la naturaleza, y lucrar con ella en forma de servicios ambientales, una jugada «filantrópica» de pintar su desmedido crecimiento con el color de la esperanza. La economía verde suena bien al oído, pero no es más que una vuelta de tuerca al modelo neoliberal: todo se vende, todo se compra.

No por gusto los inventores y publicistas tienen nombres muy conocidos: las corporaciones de la energía (Exxon, BP, Chevron, Shell, Total), de la agroindustria (Unilever, Cargill, DuPont, Monsanto, Procter&Gamble), de industria farmacéutica (Roche, Merck), de la química (Dow, DuPont, BASF), entre otros.

Esas mismas trasnacionales que desde sus refrigeradas oficinas en las grandes metrópolis deciden el destino de la humanidad, sin prestar la debida atención a que afuera sube la temperatura por dos razones fundamentales. La primera, el cambio climático generado por ellos mismos; y la segunda, los millones de afectados que toman conciencia poco a poco de que no les queda otra opción que rebelarse, resistir y articular redes que defiendan otro paradigma de convivencia, otra manera de relacionarse con el medio ambiente si no quieren perecer en menos tiempo de lo que se suponía

Inspirados en esas otras visiones, más humanistas, inclusivas y justas, Evo Morales y Rafael Correa subieron al podio de la Cumbre para defender la rica biodiversidad de sus naciones, y de un continente que alberga en su suelo a los pulmones del planeta: la zona de Amazonas, que si sigue deforestándose morirá de tisis.

En los Andes Centrales y Mesoamérica están, por ejemplo, 90% de todos los glaciares tropicales de un mundo en el que solo 2,5% del total de agua es dulce y 68% de esa mínima cantidad está en los parajes elevados de nuestra región. En un cuarto de siglo, esos glaciares han retrocedido 24% y los desastres naturales se han triplicado.

Las aguas internaciones representan el 45% del planeta y están expuestas a sobrepesca y contaminación. Algunos científicos ya auguran el colapso de los océanos. Más de cinco millones de hectáreas de bosques se pierden cada año y cerca de 60% de los ecosistemas están degradados. Entre 1990 y el 2009, las emisiones de dióxido de carbono se incrementaron en 38%.

Como consecuencia de las prácticas predatorias del medio ambiente para mantener el extractivismo exportador y el agronegocio, el número de hambrientos en el mundo pasó de 860 millones en 2007 a mil 400 millones en la actualidad, y la tendencia es a seguir engordando la cifra.

Desde Río 92 hasta la fecha, el capitalismo no ha cedido en su empeño colonizador y ha descargado todo su poder, explícito o velado, para contener los acuerdos de aquella cita, que siguen siendo los mismos sueños de hoy, solo que en un escenario más deteriorado y parecido al que entonces predijo Fidel. Pocos resultados exhiben los  convenios Sobre la Diversidad Biológica, sobre El Cambio Climático y el de la Lucha Contra la Desertificación.

«Cuba aspira a que se impongan la sensatez y la inteligencia humana sobre la irracionalidad y la barbarie». La sentencia con la que concluyó su intervención Raúl fue un aldabonazo en la conciencia colectiva. Cada vez queda menos tiempo para evitar la catástrofe.

Sin embargo, muy diferente es la Cumbre de los Pueblos, que sesiona en las calles de Río. No están pensando en cómo acomodar el capitalismo productivista al contexto actual, sino en cómo salvar al planeta, a partir de un modelo de convivencia más solidaria y cooperativa, desde sus prácticas, sus saberes y conscientes de la gravedad de mercantilizar la naturaleza.

Cuando ese tipo de debate «suba» a las cumbres oficiales, entonces, habrá cambios auténticos, el verde volverá a ser el color de la esperanza y no el camuflaje que vistan los señores del capital para seguir abarrotando sus arcas.

Si esperamos a Río+30 para restablecer el equilibrio entre los seres humanos y la naturaleza, estarán tan revueltas las aguas que solo se beneficiarán los pescadólares, quienes andan, como es obvio en un mundo tan desigual, en los barcos más sofisticados.

EL BLOQUEO ECHA HUMO

NORLAND ROSENDO GONZÁLEZ

Cuentan que poco antes de decretar el bloqueo económico, comercial y financiero a Cuba, el 3 de febrero de 1962, el presidente de los Estados Unidos, Jonh F. Kennedy, envió a uno de sus secretarios a comprar todos los H. Upmann Petit Coronas que encontrara, y solo cuando se supo dueño de al menos mil doscientos puros, rubricó el documento.
Al parecer, Kennedy presentía que en muchos años sus conciudadanos estarían privados del privilegio de fumar los mejores tabacos del mundo, como consecuencia de la tozudez y arbitrariedad de la política de su país contra la naciente revolución cubana.
A pesar de que año tras año, la Asamblea General de las Naciones Unidas condena por abrumadora mayoría este brutal cerco económico, reminiscencia de la guerra fría, Washington persiste en su anacrónica postura y refuerza los mecanismos para hacerla más efectiva y castigar a quienes la violen.
Los inicios del bloqueo se remontan a un documento fechado el 6 de abril de 1960 con la firma del entonces subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, Lester D. Mallory, y que fue desclasificado en 1991, en el cual se reconocía la adhesión de la mayoría de los cubanos al proceso revolucionario, razón por la que la única vía posible para derrocar al Gobierno de (Fidel) Castro era generando descontento, dificultades económicas, desaliento y hambre.
No obstante, desde los primeros días del triunfo revolucionario, el gobierno de la Casa Blanca comenzó a poner obstáculos económicos para hacer fracasar al nuevo gobierno de La Habana, que había reemplazado al de Fulgencio Batista, uno de los hombres más serviles a los intereses del capital yanqui que se haya conocido en la historia de Cuba.
Para estrangular a la Revolución, el imperio apeló al cerco económico de manera unilateral, arbitraria y en franca violación de todas las legislaciones internacionales, aparada en su hegemonía militar, diplomática y económica.
Desde entonces, el pueblo cubano ha construido su sociedad socialista con serias limitaciones enel orden comercial, productivo y tecnológico, dada las férreas restricciones impuestas por el vecino del norte.
Entre las consecuencias más visibles para la economía de la Isla figura la imposibilidad de exportar mercancías para el mercado de los EE.UU., lo que se agrava con la Ley Torricellli que prohíbe a los barcos que anclen en Cuba tocar puerto norteamericano en al menos 6 meses, lo que evidencia el carácter extraterritorial de las medidas adoptadas por Washington.
Nuestro país no puede vender materia prima a empresas extranjeras cuya producción final se comercialice en los EE.UU., y tampoco puede adquirir ninguna mercancía que contenga un 10 % de componentes o tecnología de los Estados Unidos. Este acápite incluye los medicamentos y equipos para la salud, lo que tiene un impacto mayor y evidencia la falta de escrúpulos y humanidad de los políticos norteamericanos.
Tampoco se pueden realizar transacciones financieras con el dólar estadounidense y tenemos prohibido acceder a los créditos de los principales organismos financieros internacionales, como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.
Por otra parte, el bloqueo priva a los propios ciudadanos norteamericanos a comprar productos de origen cubano, ni siquiera en un tercer país o para consumo fuera de las fronteras de los Estados Unidos, en esa decisión se incluyen tabaco y ron.
Por si fuera poco, está vigente la bochornosa Sección 211 que prohíbe a compañías de otros países con negocios en Cuba demandar a homólogas de los Estados Unidos que usen marcas y patentes de manera ilegal. Al amparo de esa decisión se escudan el robo de marcas cubanas, como las de tabaco Cohíba y la ronera Habana Club.
El bloqueo económico, comercial y financiero viola no solo los derechos de Cuba, sino la soberanía de terceros países y los derechos de sus empresas y sus ciudadanos, y está calificado como un acto de genocidio, de acuerdo con la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948.
Cálculos conservadores valoran los daños a la economía cubana hasta diciembre de 2010, a precios corrientes, en poco más de 104 mil millones de dólares, y la afectación superaría los 975 mil millones de dólares si se considera la depreciación del dólar frente al valor del oro en el mercado financiero internacional,.
Medio siglo de bloqueo no ha logrado torcerle el rumbo socialista a la Revolución cubana, pero Washington insiste en seguir acumulando fracasos con esa política, aunque con ella prive a sus propios ciudadanos de fumar los exclusivos tabacos Habanos.