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El teclazo por la verdad

CUBA ESTÁ AL BATE

NORLAND ROSENDO GONZÁLEZ

Qué Cuba esta. Ni los endemoniados vientos de dos huracanes seguidos han podido con ella. La mecen, pero no la tumban. La sacuden fuerte de un extremo al otro y no logran derribarla ni sacarla del campeonato por la vida.

Los dos diablos tropicales le desplomaron edificaciones, le acabaron con las cosechas, le acostaron los platanales y los postes eléctricos, le desbocaron los ríos como caballos salvajes, le inundaron pueblos, y su gente sigue ahí, viva y en juego, sin tiempos para lágrimas ni desesperanzas.

Gustav e Ike se ensañaron con Cuba. La han puesto en tres y dos frente a la slider de Pedro Luis Lazo, pero ella sabe batear en los momentos difíciles y no hay quien la ponche. Nada de fly ni roletazos mansos por el cuadro. Jonrones, eso es lo que sabe dar Cuba cuando se trata de la vida de su pueblo.

Son once millones de cubanos empuñando el bate a la vez y diciéndole a los escépticos “pásala por ahí, que aquí hay una Revolución”. Ahora todo el mundo se ha tirado al terreno para recuperarla, porque los estragos son hondos y muchos.

Los amigos solidarios del extranjero acuden con ayuda material y apoyo moral; los necios, se regodean en su salvajismo selvático y apuestan a un revés imposible en este partido por la supervivencia de esta Patria caribeña.

Las pérdidas ocasionadas por ambos fenómenos naturales han sido valoradas en cerca de cinco mil millones de dólares, y  más de 444 mil viviendas resultaron afectadas. Sin embargo, aún no se habían acabado las ráfagas de viento de uno y otro, y ya llegaban camiones con cubiertas de techo, alimentos y gente de los territorios menos perjudicados para “meter otra vez a Cuba en el juego” a trabajo limpio, sin descanso. Porque aquí no hay espíritu para el nocaut.

Cuba tiene temple, seguridad en su gente y fuerzas morales suficientes para erguirse y seguir en el campeonato por un mundo mejor.

Allá los pobres de ideas y huérfanos de alma que no se conduelen de los hijos de Cuba y arrecian sus políticas de bloqueo para que la recuperación sea más lenta.

Contra ellos siempre habrá jonrones, batazos de dignidad y estoicismo, y en menos de lo que imaginan nos tendrán nuevamente en el terreno con el uniforme limpio, porque ahora no hay tiempo para lavarlo: Cuba reclama sudor mañana, tarde, noche y madrugada.

Desde Guantánamo hasta la Isla de la Juventud y Pinar del Río, el equipo completo de la Patria está en el campo. Unos, sembrando rápido y recuperando las cosechas dañadas, roturando tierras, chapeando, levantando casas de curar tabaco y organopónicos...

Otros, ponen techos de viviendas y postes eléctricos, acondicionan locales para que funcionen como aulas mientras se reparan las escuelas, recogen escombros, limpian las ciudades, echan a funcionar las fábricas y los establecimientos de servicio… Todos le ponen el extra de los campeones a cada tarea.

La recuperación total no podrá ser inmediata, las secuelas durarán años y los meses que están por venir serán los innings más complicados. Habrá que ajustarse el cinturón, mirar para los hijos y apostar al éxito por ellos, por su futuro.

Este juego lo ganamos los cubanos en el terreno, sin contemplaciones; ahora estamos debajo en el marcador, pero si seguimos con este empuje, colocando los recursos donde más faltan hacen, incrementando la productividad, trabajando unidos y halando parejo como las hormigas, a la vuelta de tres o cuatro entradas ya habremos hecho las carreras que nos arrebataron Gustav e Ike.

Entonces, los necios quedarán al campo otra vez, como tantas veces en este dilatado partido que lleva casi 50 años. En estos momentos tienen la oportunidad de jugar limpio, sin trampas, con sentido humanista y sin bravuconerías. De tú a tú, pues nosotros seremos un país pequeño en tamaño, pero gigante en moral y no le aceptamos a nadie que nos imponga condiciones.

Qué Cuba esta. No hay quien la tumbe. Ni Pedro Luis Lazo con su mortífera slider la puede ponchar cuando ella se para en el home a conectar jonrones. Y ahora mismo está en pleno con el bate al hombro para ganar esta porfía por la vida de sus hijos.

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