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El teclazo por la verdad

En pelota, hasta el año que viene

En pelota, hasta el año que viene

Por Norland Rosendo González

Dije que no hablaría más de pelota. Fue tanta la decepción con el fracaso de Villa Clara en el play off por el título ante Industriales, que tome esa decisión, bastante radical, por cierto.

Ya son 15 años añorando una corona. Seis finales en las que no podemos con los líderes de occidente. Ni Pinar del Río, ni Habana, ni Industriales. Creo que ni con Metropolitanos ganaríamos en la última fase.

Pero hoy voy a hacer mi análisis, reitero, mi análisis. No tiene que concordar con las versiones oficiales y lo publicaré solo en mis blog, porque incluye elementos de juicio muy personales, y no quiero que nadie se ofenda con mi periódico u otro órgano.

Trataré de tomar la mayor distancia posible de las emociones, de los sufrimientos, de la impotencia por ver a unos Industriales, sin pitcheo, al borde del abismo, felices con un presunto segundo lugar, crecerse ante tantas deficiencias villaclareñas, y en el propio estadio Sandino de Santa Clara, silenciaron a una delirante multitud que rompió todos los record de asistencia.

No me explico cómo es posible jugar con tanta solidez en los cuartos de final y en la semifinal, ante dos conjuntos fuertes como Santiago de Cuba y Ciego de Ávila, respectivamente. Batearon a Norge Luis Vera, un astro del box cubano; a Vladimir García, el hombre que más duro tira en Cuba; y a Maikel Folch, entre los dos mejores zurdos de los últimos años. A ellos, les dieron, los explotaron.

Apenas cometieron errores a la defensa, hicieron fildeos de lujo, las bolas no picaban en los jardines. A los fly les iba un solo jugador, no varios sin ponerse de acuerdo como pasó varias veces en la final.

Y así también sucedió el año pasado. Y otra cosa fue la final contra el Habana. Después de desbancar al campeón Santiago y al mejor equipo de la serie nacional, líder en los tres departamentos de juego: Ciego de Ávila, cayeron ante los vaqueros de Habana, pero no por el pitcheo de ellos, sino por la pésima defensa nuestra en los momentos clave.

Ese segundo nos supo a gloria, pues el elenco naranja había atravesado por serias dificultades: deserciones, lesiones, un pitcheo muy menguado, y nadie contaba con ellos para llegar a un paso de la gloria. A una gloria que yo creo que sí podían alcanzar después de las proezas que habían logrado.

Pero eso fue el año anterior. Este la corona pintaba naranja, nadie era mejor que nosotros en la semifinal, después que los gallos espirituanos se quedaron sin plumas y cacareando.

Y todo se iba cumpliendo hasta que llegaron los últimos juegos de la final.

En los dos primeros, se impuso Villa Clara. Fueron dignos de esa etapa, marcadores cerrados: 3x2 y 3x0, en el Sandino a favor de los villaclareños, iban entonces para la capital con una ventaja absoluta.

No obstante, en el partido de la lechada, con 11 jits solo marcaron tres veces. Robelio Carrillo lanzó un juegazo.

Pero en el Latino fue otra cosa. Allí los leones de Industriales se soltaron a batear: jit, tubeyes, jonronazos. Y Villa Clara no pudo pararse como los azules en Santa Clara. El segundo día hasta un nocaut nos dieron, y todo empezó por errores, un fly que picó inexplicablemente y una pifia táctica, con un toque por el box el torpedero no entró a tercera, y todo el mundo quedó quieto. El lanzador se desconcentró y ahí rompió la fiesta azul.

En el tercer juego, hubo una polémica decisión de un árbitro —a favor de Industriales, claro—, y aquello se puso caliente. Muy caliente. Pero bueno, se fue sofocando y se reanudó el partido. El inning había empezado con un fácil roletazo por primera, que la lógica y el librito dicen que Borrero debió faldear y pasar la bola al pitcher Freddy Asiel que ya estaba encima de la base. Sin embargo, quiso sacar el out sin asistencia y el corredor llegó primero a la base.

En esa misma entrada, con las bases llenas y un out, el marcador 3x2, Carlos Tabares conectó un roletazo por primera, y Ariel Borrero optó por pisar esa base y no tirar a home para forzar al corredor, cuando este estaba a varios metros de la goma. Nadie se explica esa novatada, en un jugador de selecciones nacionales, inclusive.

Luego, dio un jit de oro que empujó con la maestría que tiene para los grandes momentos y fletó las carreras de la victoria. No obstante, en un inning anterior se ponchó con una bola malísima.

Así las cosas, el play off vino para Santa Clara 3x2, a favor de los anaranjados. Con un éxito más serían campeones. Todo estaba de su lado, jugarían en su patio, con una afición nunca vista, delirante, respetuosa, que abarrotó las gradas, las iniciativas rebasaron la imaginación de cualquier escritor. Me atrevería a decir que ni Gabriel García Márquez es tan original como el imaginario popular de los villaclareños esos días.

También, el mejor pitcheo estaba de nuestro bando y el estado de ánimo no podía ser superior.

Pero… al parecer quisimos festejar antes de tiempo. El sexto juego llegó a estar 4x0 a favor de Villa Clara, ¿quién dudaba que esa noche seríamos campeones? Y en el box un Robelio Carrillo imponente de nuevo.

Entonces, ocurrió el lance que, desde mi punto de vista, marcó el viraje definitivo del curso del play off. Borrero estaba de corredor en segunda sin out y quiso, con un fly de sacrificio, entrar en la goma desde allí. Obvio que lo pusieron out.

Todavía me pregunto si fue un intento de chantaje a los azules. Lo cierto es que ahí mismo se soltaron los leones, esa jugada fue como si los hubieran provocado. Salieron al terreno a comerse todas las naranjas, a degustar un buen refresco de ellas. Y lo hicieron. A los equipos grandes no se les juega así, errores mentales tan descabellados cuestan, y esta carrera loca de Borrero, fue el principio del fin.

En la entrada siguiente, Industriales descontó tres por error al campo de Borrero, que debió cuadrarse en la inicial con un batazo de frente, ideal para doble play, y la bola se le fue por debajo de los pies (una carrera que no anotó por el corring burlesco y dos que entraron por el error, ahí están las tres de la diferencia del marcador de ese juego).

Dos veces vino Borrero al bate con hombres en circulación y no los pudo remolcar.

Ese día también la dirección naranja optó por poner al novel Yandy Díaz en segunda, y no a Yeniet Pérez, más experimentado y muy seguro al guante, como relevo de Ramón Lunar, expulsado en el juego anterior por el mismo árbitro que cantó quieto un out más claro que el agua. El muchachito pifió un lance que costó carrera.

Así llegó el séptimo partido, se estiró al máximo el play off. Para entonces, ya los Industriales tenían mejor ánimo, se sentían en igualdad de condiciones. Un juego lo gana cualquiera, y si te habían regalado otro…

Luis Borroto empezó bien, pero no pasó de ahí, los naranjas marcaron primero; los azules empataron; otra vez los naranjas. Hasta que los industrialistas, a jonrón limpio y buenas conexiones se desmarcaron 5x2. Parecía el fin. Y en eso llegó Yandrys Canto en el  octavo inning con dos compañeros en circulación, y le dio a la bola como a todo el mundo le gusta, duro y buscando cercas, la puso más allá de los límites entre el rf y el cf, y Villa Clara y tres cuartas partes de Cuba se volvieron un manicomio de alegría. A empezar de nuevo.

El zurdo Misael Siverio, inestable en sus salidas anteriores en los play off, se estaba comportando muy bien, y los azules ya no tenían relevista eficaz, aparentemente…

En ese mismo octavo, Villa Clara tuvo el campeonato en base, y no pudo ser remolcado. En el noveno, otra vez los Naranjas colocaron el título en segunda, ante un novato que tiraba más bolas que strike, última carta de Germán Mesa, un tal Yoan Socarrás, vapuleado en su salida anterior.

Sin embargo, Ariel Pestano, un coloso hasta entonces con el madero al hombro, se ponchó en tres y dos con una curva malísima. Tan mala que ni yo le hubiese tirado, pues era avisado que tiraría ese lanzamiento fuera de la zona bateable.

Lo imitaron otros compañeros y la escena quedó lista para el triste desenlace. Rudy Reyes elevó en la parte alta del décimo un palomón detrás de segunda base y la defensa naranja no se puso de acuerdo para capturarlo, picó entre dos, y para desgracia mayor, hubo un tiro pésimo a primera que le permitió al corredor anclar en segunda, desde donde fue remolcado por tubey de Stayler Hernández, un verdugo de los lanzadores villaclareños, y este también anotó para sellar el 7 a 5 definitivo.

Nadie lo podía creer, Villa Clara perdía otra vez en la final, en las últimas seis ha quedado segundo. ¡¡¡¡¡Seis éxitos y 24 reveses en esas seis finalísimas!!!!

A mi juicio es un asunto psicológico. No saben ganar el bueno; flaquea la defensa, tanto en el terreno como mental. Se desconcentran en el momento clave, y eso es muy peligroso, peligrosísimo. Le tiran a las bolas y se dejan cantar los strike.

Sobre cómo quedó la afición escribiré después, porque todavía la gente no se repone del Sandinazo.

Ahora me preguntan cuándo Villa Clara será campeón, y yo me encojo de hombros. Si no fue esta vez… Pero, aunque le diga a la gente que me cambié para los azules, entre tú y yo: me muero siendo naranja, y aunque sufra, voy por la gloria el año que viene.

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