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El teclazo por la verdad

La «misión» de papá Armando

Con este trabajo comienzo a honrar a los padres en su día.

Por Adriana Araña, Danniery Rodríguez y Mariley García (estudiantes de Periodismo)

Fotos: Manuel de Feria

 

“Papi, tengo que decirte algo. Hoy hay una fiesta y quisiera ir. Tal vez no me dejes asistir porque no hice nada en casa, y como tú dices: no se me motivó la sangre. Seguro pensarás: para las fiestas, como la primera, y para trabajar no (…) Te quiere, tu hijita.”

Mamá no estaba en casa y Eleany acudió a su papá a través de esta carta, pues no sabía cómo reaccionaría. Esa fue la primera vez que  Armando sintió la confianza de la niña.

Armando Hernández Pedroso, director de la unidad de Atención al Cliente de la Empresa Eléctrica, es uno de los tantos padres que cuidan sus hijos cuando las madres no están. Desde el 2007, su esposa, Mary Elena López García, Licenciada en Enfermería, cumple misión internacionalista en la República Bolivariana de Venezuela.

- ¿Cómo reaccionaron los niños cuando notaron la falta de su madre?

-  Cuando Mary Elena partió hacia Venezuela, Armadito tenía un año, por eso pensé que la separación le afectaría más que a la niña. Un buen día él se acostó y al otro su mamá no estaba. Me preparé para la respuesta que le daría, al cabo de una semana preguntó por ella. Eleany, al llegar de la escuela, comenzó a llorar, ella es la que más ha sufrido, todavía le afecta, sobre todo cuando hablan por teléfono.

Seguro que le confiaba a su esposa el cuidado de los niños en caso de enfermedad. ¿Ha vivido ahora alguna situación delicada en ese sentido?

- Hace nueve meses el niño amaneció con fiebre alta y vómito. Por desconocimiento traté de hidratarlo, le di agua y jugo, en menos de una hora tuvo once vómitos, casi se deshidrata. Al llegar al hospital, supe que mi proceder no fue el adecuado, debí esperar un tiempo antes de darle alimentos. La niña frecuentemente padece de amigdalitis, pierde el apetito y muchas veces paso horas junto a ella dándole la sopa. En otro momento yo dormía y la madre asumía esta parte. Ahora comprendo sus noches de desvelo.

- La sociedad cubana es machista. ¿Ha sido usted criticado por quedarse al cuidado de los muchachos?

- En lo personal no. Al contrario, cuando mis compañeros y vecinos supieron que mi esposa cumpliría misión, enseguida preguntaron por los niños y me brindaron su ayuda. Además, mi familia es numerosa, gracias al apoyo y la dedicación, especialmente de los abuelos y mi hermano, he salido adelante.

-¿Cuánto lo ha beneficiado «esta misión»?

- Siento duplicados el cariño y la confianza de los muchachos. Mi hija el año pasado me escribió una felicitación por el día de los padres, ese gesto espontáneo me conmovió.  Mary Elena estuvo ahí cuando la niña enfrentó momentos importantes: el inicio en el círculo, en la escuela. Esta vez me tocó a mí vivir su primer día en la secundaria. Pero yo también soy su compañero de fiestas, tuve que bailar reguetón el domingo pasado con Baby Lores en el «Sandino» y disfrutar de la Serie Nacional de béisbol en el estadio. Estos instantes me hacen sentir dichoso, tener mayor sensibilidad y entender mejor la posición de una madre.

 

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