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El teclazo por la verdad

Villa Clara en 26: Al compás del tesón


Por Norland Rosendo González

Desde su pedestal, el Che vigila el ajetreo constructivo en la ciudad. Cuánto desearía estar a pie de obra, como tantas veces en la década del 60 del siglo pasado, junto a los obreros, desafiando los alfilerazos de sol que se clavan en las espaldas durante el verano.
Si acaso, un breve descanso recostado a una columna o medio sentado para una merienda, y otra vez a la obra. Porque estamos en 26, que no quiere decir hacer las cosas en 26 minutos para que después estén 26 años padeciendo «escoliosis o envejecimiento precoz» por la premura y la chapucería.
El piso del parque Vidal se toma las medidas de un traje nuevo que empiezan a zurcirle ahora y le terminarán después, para que quede como les gusta a los santaclareños, gente fina, de detalles.
En el Boulevard, unos reconstruyen, otros pintan, todos engalanan. El reparto América Latina vive su ajetreo en las calles, las aceras, las entradas a las viviendas. Los edificios se acicalan. Ondean banderas cubanas y del 26 de Julio en toda la urbe.
Algunas obras no podrán finalizar para el 26. Y es mejor, nadie quiere chapucerías en esta ciudad, ni quedarse con la huella de la pintura fresca en la ropa el mismo día inaugural.
La gente aguarda por la Casa de los Lácteos, la del Gobernador… Está ansiosa por danzar en el palacio de las artes escénicas y acudir al Mejunje enriquecido, una suerte de santuario para todas las expresiones artísticas.
No hay tiempo para el descanso en Santa Clara. Ni el sol ni los aguaceros de estos días (bienvenidos, tras una dilatada sequía) han logrado «romperle» el ritmo a los constructores, un paso que sí debe estar marcado por la coletilla de Raúl en el periódico Granma el viernes el pasado 9 de julio:
(…) nos hemos habituado a ser “expertos” en dar reuniones, mítines, asambleas, lanzar consignas, hacer compromisos de terminación de obras como “saludo” a fechas históricas, que casi nunca se cumplen y en las pocas veces que se logran, ha sido en detrimento de la calidad, ejemplos sobran en todo el país (…)
Erguido e inquieto, el Che nos vigila; y sus fieles soldados de siempre, los villaclareños vencedores de obstáculos y dificultades, no podemos acudir a la Plaza con «la mentira, los lamentos y a buscarle explicaciones a los continuos aplazamientos de las fechas acordadas (…)», como enfatizó Raúl en el citado texto.
Que el tesón de estas jornadas en Santa Clara no sea una campaña más al compás de una fecha tan sagrada como el Día de la Rebeldía Nacional. Todo a su tiempo. Ni antes, ni después. Y seremos mejores.

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