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El teclazo por la verdad

El lobo disfrazado de caperucita

El lobo disfrazado de caperucita

NORLAND ROSENDO GONZÁLEZ

Ni en los momentos difíciles, tras el paso de dos devastadores huracanes por Cuba, el gobierno de George W. Bush se aparta de su arrogante política genocida contra nuestro país. Solo que ahora intenta camuflar sus propósitos con el traje de una supuesta solidaridad humanitaria.

La Habana ha solicitado el levantamiento incondicional del bloqueo económico, comercial y financiero durante seis meses al menos. Sería la mejor ayuda que Washington le podría ofrecer a nuestro país, severamente afectado por Gustav e Ike.

Pero la soberbia y la presión de la mafia anticubana de Miami y los círculos neoconservadores de la política imperial no admiten un cambio en esa férrea conducta contra un pueblo que no pone ni pondrá jamás precio a su dignidad.

Primero ofrecieron una ridícula ayuda de 100 mil dólares, y para colmo exigieron la presencia de un grupo de “expertos” para evaluar los perjuicios. Nosotros no habíamos solicitado tal comisión, ni la necesitamos tampoco.

Después, cambiaron la estratagema, aumentaron la cifra monetaria, dispusieron aviones en la Florida con recursos indispensables para socorrer a las víctimas de catástrofes. Pero nada del levantamiento del bloqueo.

La ética y la dignidad de la Revolución no son compatibles con posiciones tan deleznables. Ahora W. Bush quiere aparentar ante la opinión pública internacional su buena voluntad con el pueblo de Cuba, al que no ha cesado de calumniar en estos casi 8 años de mandato: El lobo disfrazado de caperucita.

Los daños ocasionados por ambos huracanes se acercan a los cinco mil millones de dólares, y unas 444 mil viviendas resultaron dañadas, una cifra considerable de ellas quedaron desplomadas totalmente.

La agricultura recibió un golpe duro, máxime ahora que los alimentos se han encarecido en el mercado mundial. Existen muchas instalaciones de salud, educación y otros establecimientos imprescindibles por los servicios que prestan a la población muy afectados.

Postes del sistema eléctrico, torres de televisión y radio y de telecomunicaciones en el oriente y occidente, fundamentalmente, son levantados gracias a la solidaridad de los territorios menos impactados por ambos meteoros.

Cuba entera es hoy un gran taller, donde no hay tiempo para el descanso ni el escepticismo. Mucho menos para los cuentos de la mafia anticubana y el gobierno del imperio, que quieren hacer política con la tragedia de un pueblo que no mendiga, solo reclama el derecho, como dijera recientemente Alicia Alonso, a vivir en paz.

Muchos amigos en el mundo, varios de ellos subdesarrollados como nosotros, han enviado ayuda material desinteresada, mensajes de aliento y su disposición a cooperar en cuanto necesitemos para resarcirnos de los efectos de estos poderosos huracanes.

Sin embargo, Washington opta por arreciar su política genocida, aunque intente aparentar otra cosa. Más devastador que Gustav e Ike han sido las agresiones y el bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra nuestro archipiélago, cuyos daños se valoran en miles de vidas y más de 200 mil millones de dólares.

Por eso, la mejor ayuda en estos momentos sería le levantamiento definitivo de ese arbitrario e ilegítimo cerco al pueblo cubano. O al menos, la suspensión temporal para poder adquirir, entre otros recursos, materiales para la construcción, alimentos y créditos financieros.

De lo contrario, no podremos aceptar “ayudas”, que no son otra cosa que arteras estrategias politiqueras de un lobo disfrazado de caperucita.

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