Blogia
El teclazo por la verdad

BLOQUE A BLOQUE, A PESAR DEL BLOQUEO

BLOQUE A BLOQUE, A PESAR DEL BLOQUEO

NORLAND ROSENDO GONZÁLEZ

Así estamos los habitantes de este archipiélago, tras el paso de los huracanes Gustav e Ike: trabajando duro, como pidiera el General de Ejército, Raúl Castro Ruz, presidente de los Consejos de Estado y de Ministros.

No hay tiempo para el descanso. Bloque a bloque, hay que levantar cada obra que se desplomó y construirla mejor y más resistente a los embates de la naturaleza.

Todo, con nuestros propios recursos y esfuerzos, y con aquellos que desinteresadamente nos han brindado los verdaderos amigos, quienes han aplicado el concepto fidelista de compartir lo que tienen y no dar lo que les sobre.

De la administración de los vecinos del norte, no esperamos más que campañas mediáticas para confundir a la opinión pública y estrategias políticas para recrudecer el bloqueo económico, comercial y financiero que desde el 3 de febrero de 1962 ejercen contra Cuba, aunque desde los inicios mismos de la Revolución en 1959 comenzaron a torpedear las relaciones bilaterales.

Con vientos tan devastadores como los de los huracanes, arrecia el cerco económico a nuestra Patria, que en 2007 reportó, según estadísticas conservadoras, daños valorados en unos 3 775 millones de dólares.

Y una cifra parecida, con solo algunos cientos de millones menos, se ha registrado año tras año. Si tomamos en cuenta que los recientes meteoros tropicales ocasionaron perjuicios cuantificados en cerca de 5 mil millones de dólares, pudiéramos concluir que Cuba vive todos los días en medio de un ciclón, originado por la arrogancia y la prepotencia del imperio de Washington.

Por eso, cada edificación que se restablezca, los surcos que sean resembrados, los servicios que retornen rápido a la normalidad devendrán doble victoria. Y eso lo sabemos los cubanos, que le hemos puesto muy alto el precio a nuestra dignidad, y ante las amenazas y los intentos de chantaje, optamos por la unidad y el trabajo.

Desde sus inicios, el bloqueo le ha costado a Cuba unos 93 mil millones de dólares, cantidad que se incrementaría de manera exorbitante al valor actual de esa divisa.

Aunque los medios de la (des)información alineados con los Estados Unidos insistan en edulcorar la realidad y empleen terminologías inexactas como “embargo”, para encubrir una política de genocidio —según las Convenciones de Ginebra—, y que viola, incluso, los derechos de terceros países, la guerra económica contra La Habana es una realidad. 

Cuba no puede exportar nada a los EE.UU., donde existe, por ejemplo, un mercado potencial para nuestro níquel.

Tampoco se nos permite vender materia prima a empresas extranjeras cuya producción final se comercialice en los  EE.UU., y no tenemos acceso a ninguna mercancía que contenga como mínimo un 10 % de componentes o tecnología de los Estados Unidos.

Las transacciones financieras de Cuba no pueden ser con dólares estadounidenses, y a quien infrinja esa decisión el Gobierno de la Casa Blanca lo sanciona. Ninguno de los principales bancos internacionales nos otorga créditos. 

A los norteamericanos les está vedado comprar productos de origen cubano, ni siquiera en un tercer país o para consumo fuera de las fronteras de los Estados Unidos, y esa ley incluye el tabaco y el ron.

Para colmo, se prohíbe a compañías de otras naciones con negocios en Cuba demandar a homólogas de los EE.UU. que usen marcas y patentes de manera ilegal. Al amparo de esa decisión se escudan el robo de marcas cubanas, como las de tabaco Cohíba y la ronera Habana Club.

Tras el paso de los huracanes Gustav e Ike, La Habana ha solicitado a Washington que le permita comprar materiales indispensables que las empresas norteamericanas exportan habitualmente a los mercados, y el acceso a créditos que son normales en las operaciones comerciales.

Pero la respuesta ha sido un rotundo NO, y estratagemas mediáticas para disfrazar al lobo imperial de “sensible” caperucita, dolida con las afectaciones ocasionadas por ambos ciclones. Ni siquiera seis meses aprueban levantar las absurdas sanciones contra Cuba.

Solo han ofrecido “ayudas” ridículas y condicionadas, que por lesionar nuestros principios, no aceptamos ni aceptaremos jamás.

Ante la movilización de ciertos sectores políticos y empresariales de los Estados Unidos que deseaban, al menos, flexibilizar el cerco económico, comercial y financiero, grupos neoconservadores y anticubanos aullaron y exigieron al menguado W. Bush recrudecerlo, a pesar de que el mundo, desde 1992, condena todos los años en la ONU esa política genocida.

Una prueba más de la tozudez imperial, que en estos casi 50 años no ha podido debilitar ideológicamente a la Revolución, ni siquiera con  intentos de asfixia económica, sobre todo en momentos tan complejos como los actuales.

Por eso, levantaremos cuanto desplomaron los huracanes. Quizás no con la celeridad que deseamos, pues no disponemos de todos los recursos indispensables ahora. Pero lo haremos, bloque a bloque, y a pesar del bloqueo.

0 comentarios