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El teclazo por la verdad

El mejor café «se injerta» pie fuerte


Por Norland Rosendo González

Aunque no se mueven más de un centímetro en toda su vida, los nematodos son unas lombrices microscópicas que amenazaban con dejarnos sin poder degustar el mejor café de las montañas del Escambray: el de la especie Caffea Arabica. Pero un «truco» de la ciencia ha devenido la solución para que la estrategia integral de reanimación de ese cultivo siga por buen rumbo en el lomerío manicaragüense.

Los estudios de suelos arrojan que un porcentaje significativo están contaminados y la «cura», además de resultar muy costosa en términos financieros, requiere de agrotóxicos agresivos al medio ambiente, sobre todo el Bromuro de Metilo, que afecta la capa de ozono. Cuba es signatario del Protocolo de Montreal para la eliminación total de esa sustancia.

Los nematodos, detectados en Cuba desde 1971, afectan las plantas de las variedades arábicas, las de mayor calidad en taza y por tanto, de más demanda en el mercado foráneo; pero la especie Caffea Canephora (Robusta), cuya calidad del grano es inferior, sí tolera este parásito. A partir de esa combinación de cualidades, los científicos están apelando al injerto de yemas arábicas en patrones robustas.

Esta novedad tecnológica fue concebida por el agrónomo y científico guatemalteco Efraín Humberto Reyna (fallecido en 2003), quien el 27 de diciembre de 1962 la dio a conocer, variante que, sin dudas, revolucionó la caficultura.

Los investigadores de la Unidad Científico Técnica de Base (UCTB) Jibacoa ya habían hecho injertos desde la década de los 80 del siglo pasado, aunque de manera experimental. Donde más auge adquirió esa práctica fue en la región oriental del país, dada la gran cantidad de suelos contaminados y las extensiones de cafetos.

La técnica consiste en tomar un segmento de una plántula de café arábico e introducirlo en el tallo de una de Robusta y lograr que se establezca continuidad en los flujos de las savias bruta y elaborada entre los tallos receptor e injertado. De esta manera, el tallo injertado forma un tejido de cicatrización junto con el receptor y queda perfectamente integrado a éste, por lo que puede reiniciar su crecimiento y producir hojas, ramas y órganos reproductivos.

La necesidad de poblar áreas de la serranía villaclareña afectadas con nematodos, pero de buenas condiciones para la producción cafetalera, exigió recurrir al injerto para «burlar» a ese bichito tan perjudicial para las variedades arábicas.

Para el ingeniero agrónomo Leonardo Calzada Rodríguez, experto de la UCTB, los injertos en patrones robustas no solo permiten cultivar en zonas contaminadas, sino que prepara la planta para tolerar la sequía como consecuencia del cambio climático, absorbe mejor el agua y los nutrientes y tiene mayor productividad, sin afectar la alta calidad de la taza característica del Escambray.

En 2010 produjeron 4 mil plántulas que fueron sembradas en la UBPC La Herradura. Este año lograron 30 mil para esa misma forma productiva e incorporaron a cinco cosecheros individuales, más 10 mil que aportaron a Cienfuegos, y para el año próximo la demanda es ya de 50 mil aquí y hay interés de los trinitarios por adquirirlas.

Según Pedro Blanco Suárez, director de producción de la Empresa Agropecauria, las áreas plantadas con injertos tienen un desarrollo notable y aún sin estar en producción, algunas ya dan los primeros frutos en cantidades apreciables.

Ireno Cabana Yera es uno de los caficultores acogidos a los beneficios del Decreto Ley 259 y ya tiene listos mil 300 injertos para sembrarlos. «Son posturas fuertes, con un tallo más grueso», reconoce.

El proceso de injertación se realiza en la UCTB bajo supervisión de los especialistas con semillas y yemas certificadas, lo que ha contribuido a que tengan un índice de supervivencia de 90%. Cuando las plántulas están aptas para la siembra, entonces es que las entregan a los labriegos.

De acuerdo con estudios preliminares, una hectárea de café arábico normal, con las condiciones actuales aquí, produce 0.09 toneladas y una de injerto, aún sin estar en producción, ha llegado a 0.19 ton. Pero si se dispusieran de todos los recursos y se ejecutaran de manera óptima la limpia, fertilización, control integrado de plagas y enfermedades y el riego, podrían aportar 3 ton/ha, asegura Calzada Rodríguez.

La consolidación de esta tecnología, que resuelve uno de los problemas más acuciantes de la agricultura de montaña, contribuye a garantizar la sostenibilidad de la caficultura en el Escambray villaclareño, inmersa en un amplio programa de reanimación.

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