Blogia
El teclazo por la verdad

¿Quiénes son nuestros diputados?

¿Quiénes son nuestros diputados? Por Norland Rosendo González.

Los diputados cubanos son gente sencilla y humilde. Uno los puede encontrar en la calle, en la parada de los ómnibus, en la cola de los estanquillos donde se expenden los periódicos, en las gradas de los estadios de béisbol; o en las comunidades conversando con sus electores, de tú a tú, sin burocracia, ni jerarquías. En cualquier lugar, por inimaginable que parezca, están nuestros parlamentarios.
Probablemente donde menos se localicen sea en los medios de comunicación. Ellos no requieren de la propaganda, de las caras maquilladas y las sonrisas fingidas para tener un escaño en el máximo órgano legislativo de la República.
Tampoco existen los discursos electoreros saturados de promesas y de cambios imposibles. Esos esquemas, —típicos de los períodos precedentes a la Revolución, y que jamás reportaron beneficios para las mayorías desposeídas—, han quedado para la historia de los procesos eleccionarios en Cuba, como testimonios de la nulidad democrática.
Nuestra Asamblea Nacional del Poder Popular, parlamento unicameral, está integrada por hombres y mujeres de todas las regiones del país. Incluso, aquellas más postergadas de las montañas cuentan con sus representantes. Los hay campesinos, deportistas, maestros, estudiantes, artistas, ministros, científicos y religiosos. La pluralidad intelectual lejos de coartar el buen desempeño de sus funciones, acrecienta sus potencialidades, su legitimidad y el horizonte de los análisis y debates.
Los parlamentarios cubanos no reciben beneficios personales ni gratificaciones económicas por esa condición, mantienen su vínculo laboral o estudiantil a la par que ejercen sus funciones parlamentarias. Se caracterizan por la austeridad, la nobleza, el prestigio y la honestidad.
En ellos prima un profundo compromiso con su pueblo y con el proceso revolucionario que se desarrolla en el país, a la vez que saben, y actúan en correspondencia con la responsabilidad sociopolítica que implica el cargo.
Las sesiones son públicas, salvo que la propia Asamblea apruebe la celebración de debates a puertas cerradas por interés estatal. Anualmente se desarrollan dos períodos de encuentros ordinarios, además de los extraordinarios que se necesiten.
El Presidente, Vicepresidente y Secretario del Parlamento de la Isla son elegidos por los propios diputados mediante el voto libre, directo y secreto cada cinco años, que es cuando se período para el cual se constituyen una nueva las legislaturas. Así mismo se eligen, por igual procedimiento, los miembros del Consejo de Estado, que representa al máximo órgano legislativo cuando este no está reunido. El Presidente del Consejo de Estado también es constitucionalmente el Presidente del Consejo de Ministros.
Hasta el cincuenta por ciento de los diputados cubanos resultan delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular, genuinos líderes de las comunidades donde habitan. El resto lo integran personalidades y dirigentes que por sus responsabilidades no pueden ejercer como delegados en sus barrios.
Todos los candidatos se someten a votación popular.
La confianza depositada por los electores en sus representantes se refleja en los altísimos índices de asistencia a las urnas, para ejercer el derecho al sufragio sin ningún tipo de presión. En Cuba el abstencionismo es insignificante, una cifra verdaderamente irrisoria si se compara con los indicadores mundiales.
Habría que preguntarse entonces dónde está la ausencia de los principios democráticos que cacarean nuestros enemigos. Nuestra fórmula está basada en la participación ciudadana, la diafanidad en el proceso, los méritos y el prestigio de los elegidos.
Nuestros diputados no legislan para elites, ni responden a intereses individuales, es por eso que siempre acuden a sus electores para intercambiar, promover debates, explicar sus gestiones, pulsar el estado de opinión de quienes son su verdadera razón de ser. Además, ellos son parte de esa comunidad que los eligió, y no lo olvidan, porque pueden ser revocados por ellos, la mayor vergüenza que sufriría un parlamentario cubano. Nuestra democracia es así, la esencia está en la base.

0 comentarios