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El teclazo por la verdad

Cuba, la OEA y la voluntad de los pueblos de América

 

Norland Rosendo González

 

Voy a hacer un alto en los comentarios deportivos, para abordar un suceso continental: tras 47 años de infamia, la Organización de Estados Americanos, en un acto de soberanía, dignidad y vergüenza, ha derogado la resolución mediante la cual Cuba fue expulsada de ese mecanismo regional a instancia y chantaje de los Estados Unidos.

El 31 de enero de 1962, la OEA excluyó a Cuba por sus vínculos con el marxismo leninismo y la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, muchos quizás no recuerden hoy a la URSS. Eran los tiempos de la guerra fría.

El imperio de Washington no podía tolerar que a escasas 90 millas, uno de sus siervos se rebelara y comenzara la construcción de una sociedad diferente a los paradigmas propuestos por el capitalismo.

Así empleó todo su poderío, sus mecanismos de presión, chantaje económico, político, financiero, diplomático y militar para que los gobiernos de América se aliaran a su propósito de destruir la Revolución cubana.

Uno de las jugadas de la democracia burguesa, representativa de los intereses de los ricos, era difamar de la Cuba comunista, empezando por enajenarla del concierto de las naciones del continente, para evitar, como era lógico, que su ejemplo se propagara.

Impuestos con capital norteamericano, amparados por los jerarcas de la Casa ¿Blanca?, muchos de los presidentes de la empobrecida y subdesarrollada América Latina, sin oír el reclamo de sus pueblos, levantaron la mano por la infamia.

Pero la historia absuelve a los hombres y a los proyectos dignos, que no claudican en su empeño de vivir con respeto, ética y sentido humanístico.

Ahora que América vive otros tiempos, de justicia, de cambios a favor de los tantos millones de excluidos por el capitalismo salvaje, con gobiernos democráticos y de vergüenza, no pudo seguir arrastrando la afrenta y ha derogado la vieja y humillante cláusula.

Solo que Cuba no desea pertenecer a una organización que ha alimentado golpes de Estado, actos de terrorismo, que ha sido cómplice de infamias, de campañas mediáticas y militares en contra de la razón y la dignidad humanas.

Sin embargo, agradecemos la posición honesta, de reparación histórica de los hechos, de reconocer que Cuba jamás mereció tanto agravio, ni merece estar bloqueada por el país más poderoso del mundo, solo por querer construir una sociedad a imagen y semejanza de sus sueños, que obviamente, no son los del imperio.

Gracias, América. En ese acto de la XXXIX Asamblea General de la OEA, reunida en San Pedro Sula, Honduras, se resume la voluntad de los pueblos, la solidaridad con la Revolución, la transparencia de nuestro proyecto socialista, la política de convivir en armonía y paz, porque somos todos hermanos.

Otra vez, como en los últimos tiempos, el excluido es Estados Unidos, arrogante y anacrónico. Incapaz de comprender que América Latina ha dejado de ser su traspatio y se erige como un bloque que busca la unidad en la diversidad. Que une, acepta, junta voluntades y sueños. Funde la Patria grande que anhelaron Simón Bolívar y José Martí. 

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