«Con la caballería lista, por si acaso»
Por Norland Rosendo González
Los escépticos (de aquí y de allá), los que piden el pie en el acelerador de las transformaciones, los que creen que nuestros cambios significan el desmontaje del socialismo, tuvieron respuestas muy coherentes en el acto guantanamero para conmemorar el Día de la Rebeldía Nacional y el Noveno Período de Sesiones de la VII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP).
En la clausura del parlamento, Raúl ratificó una idea que debe ser la brújula: «Proseguiremos avanzando con decisión, serenidad y audacia, sin prisas, pero sin pausas, evitando cometer errores de significación estratégica». Y el pasado jueves, el primer vicepresidente cubano, José Ramón Machado Ventura, la complementó en el acto por el 26 de Julio: «reforzando la institucionalidad del país, pensando y planificando en detalle cada nueva decisión».
Cuba vive un proceso de actualización del modelo económico con un enfoque integral, sinérgico, que no descuida la teoría ni el contexto internacional, matizado por una multicrisis: financiera, económica, de valores, alimentaria, energética, democrática, climática, de derechos y de género, ecológica, que ha dejado como consecuencia más lamentable el aumento exponencial de la brecha entre los ricos (cada vez menos) y los pobres (cada vez más).
Ante ese panorama, agudizado por las tensiones del bloqueo y las deformaciones estructurales de la economía nacional, los cambios han de contribuir a un paradigma de desarrollo autóctono, profundo, pero sobre todo, sostenible, que supere la veleidosa mentalidad de supervivencia a corto plazo que nos han impuesto las circunstancias en los últimos tiempos.
En palabras de Machado Ventura: «El asunto no consiste en resolver un problema a costa de crear otro, sino de encontrar soluciones definitivas para no retroceder posteriormente». Pero esa sostenibilidad exige actuar con espíritu de pelea frente a las dificultades y declararle «la guerra sin cuartel al derroche, la indolencia y las actitudes negligentes o burocráticas».
Empresas fuertes y nuevas cooperativas
Implementar y desarrollar los Lineamientos aprobados en el VI Congreso del Partido resulta un proceso complejo, que abarca no solo la dimensión económica; hay que superar barreras psicológicas, comportamientos pasivos y falta de creatividad en los enfoques y las respuestas a los múltiples asuntos. Han de crecer los espacios para el debate, el diálogo y la participación activa y consciente de los trabajadores y el pueblo en la toma de las decisiones.
La transformación de la empresa estatal socialista en aras de garantizar su eficiencia, productividad y liderazgo en el ámbito económico constituye una de las prioridades que tanto se ha demandado y en las que se darán los primeros pasos próximamente, tras rigurosos estudios.
Atrás han de quedar añejas fórmulas que desestimulan al sistema empresarial, lo lastran, bloquean la creatividad de directivos y trabajadores. Habrá una flexibilización de los objetos sociales, los precios serán formados según los costos de producción o referentes internacionales, las empresas podrán recapitalizarse a sí mismas, entre otras novedades que les garantizarán cobertura para adaptarse a los entornos cambiantes y competitivos en los que se mueve la economía.
La creación de cooperativas no agrícolas es otro paso trascendental dentro de los cambios en la estructura de la propiedad social cubana, y estas dispondrán de privilegios entre las formas no estatales en cuanto a la carga tributaria y otros aspectos, pues estas asociaciones tienen como principio que las utilidades se distribuyen según el trabajo aportado por sus miembros y refuerzan el sentido de pertenencia.
A juzgar por las perspectivas y potencialidades para la creación de cooperativas en diversos sectores, esta modalidad podrá dinamizar la prestación de servicios deteriorados como el transporte y la gastronomía estatal, a la vez que generará empleos con respaldo productivo.
Los cambios —que ocurren de manera ininterrumpida, pero sin improvisación ni apresuramientos— abarcan una nueva Ley Tributaria, aprobada por los diputados, y también al trabajo por cuenta propia (TPCP) con la incorporación de más actividades, nuevos modelos de gestión para locales de gastronomía y otras flexibilizaciones, adoptadas según el comportamiento de esta experiencia a la que en junio de este año ya estaban acogidos 390 mil 598 personas, cifra que supera en 233 mil 227 a la de mayo de 2010.
Producir más comida y mejorar los contratos
La agricultura sigue siendo la asignatura pendiente. Los volúmenes productivos todavía no satisfacen las expectativas, y mucho menos las necesidades. Más de un millón de hectáreas agrícolas están ociosas aún. Aunque crecieron los aportes de frijoles, leche y arroz, no cumplieron sus planes, y muy por debajo quedaron los sectores porcino y citrícola, preponderantes todos en la sustitución de importaciones.
Esas y otras deficiencias obligan al país a importar mil 700 millones de dólares en alimentos en un mercado foráneo que resulta hostil para Cuba, pues las arbitrarias y extraterritoriales presiones de Washington nos encarecen las transacciones comerciales.
En aras de elevar las cosechas, se amplía el máximo de tierras a entregar por el Decreto Ley 259 a cinco caballerías (67,10 ha), a la vez que se podrán construir viviendas dentro de esas áreas, entre otros beneficios que deben favorecer el desarrollo sostenible de la agricultura, que lamentablemente cuenta con un notable exceso de trabajadores sin vínculo directo a la producción y estructuras que, lejos de beneficiar, agobian a las formas productivas.
Pero todos estos cambios y los que aún faltan no podrán tener éxito sin disciplina, orden, exigencia y rigor; sin un perfeccionamiento de las relaciones contractuales entre los actores económicos, un mecanismo vital para eliminar las cadenas de cuentas por pagar y por cobrar que sirven de fachada a actos de corrupción e ilegalidades.
Sin pausa, pero sin tregua
La mentalidad de los maratones y las improvisaciones es superada poco a poco por la planificación estratégica y la racionalidad para «no permitir que decisiones trascendentales para el futuro de la nación se conviertan una vez más en letra muerta», como alertara Raúl en la clausura de la última sesión del Parlamento.
Quienes apostaron (casi todos con malas intenciones) porque los Lineamientos quedarían engavetados, como pasó con iniciativas anteriores, han visto esfumarse sus sueños. Los cambios están ocurriendo, sin pausa, pero sin tregua, a la velocidad que consideramos adecuada los cubanos, principales interesados en que esta carrera tenga un ritmo sostenido para construir una sociedad socialista más auténtica y autóctona.
Y a la par que volcamos nuestros mayores esfuerzos en la economía para preservar los éxitos sociales de la Revolución, seguimos, como les recordara Raúl en Guantánamo a los que vislumbran un retorno al capitalismo en Cuba: «Con la caballería lista, por si acaso».
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