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El teclazo por la verdad

¿Contra Habana o contra Industriales?

Norland Rosendo González

 

Una vez sí, pero dos, no. Ramón Lunar debió tocar la bola en el noveno inning para adelantar la presunta carrera del empate. ¿Acaso la dirección del equipo habrá pensado que el muchachón, muy presionado hoy en el quinto turno, daría otro jonrón, como frente a Ciego de Ávila?

La jugada fue fatal, elevó un fly al jardín derecho y ahí comenzó a desvanecerse la oportunidad de igualar el marcador. Se quedaron cortos.

Tras Lunar, Pestano, que no ha aportado nada con el madero, roleteó por primera y cedió el segundo out, y por último, Yulexis la Rosa, mató el juego con otra rolata por el camarero. Ni siquiera entró en conteo. Final: 4x5.

Ahora regresan a Santa Clara con el play off 0-2. Tienen delante uno de los 12 trabajos de Hércules: ganar 4 de 5. ¿Podrán? 

Esta tarde me he convencido de que Villa Clara es otro cuando juega contra equipos habaneros, sean de la capital o de la provincia hermana.

Uno fue el conjunto que eliminó a Santiago de Cuba y Ciego de Ávila, y otro el que enfrenta a los vaqueros de Esteban Lombillo. Aquel tenía garra, jugaba alegre, no cometía errores ingenuos y sabía crecerse; pero este, es todo lo contrario.

Se lanzan a carreras suicidas; Ulacia manda la bola a no se sabe dónde con las bases llenas, le roletean por el box, le da en el pecho y no la coge; los bateadores se dejan cantar el tercer strike. La dirección vacila en la estrategia y la táctica.

Se ven tristes, como si los vaqueros los tuvieran enlazados y jugaran con ellos a su antojo. Pobres naranjas, parecen exprimidas, sin jugo.

Yo no lo quería creer, y aún no me resigno. Quiero en el terreno a los aguerridos, a los que nunca se dan por vencidos, a los que sacan fuerzas y el extra de los campeones, a los que tanto brillo le han dado a esta postemporada. A los que tienen la estirpe de Ariel Borrero, único que se ha plantado como un auténtico azucarero.

Es verdad que enfrentamos al mejor pitcheo de la Serie Nacional. Pero le hemos regalado las carreras que le levantaron el ánimo a los habanistas y de paso les abrimos las puertas de los éxitos.

Esta final me recuerda los dos sonadísimos cuatro a cero que nos propinaron los Industriales en 2003 y 2004. Los azules de la capital jugaron libre, sin presión, a su antojo, dejaban que los Naranjas marcaran primero, y después ellos empataban y ganaban fácil.

Aquellos fueron juegos amargos para los seguidores de los villaclareños, y esta final pinta parecida, al menos los del centro han jugado así los dos primeros partidos.

 

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