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El teclazo por la verdad

Esperando la otra foto

Esperando la otra foto
Por Norland Rosendo González

Esta foto va a cumplir casi un cuarto de siglo, y sus protagonistas viven ahora la mayor tristeza que pueda tener un ser humano. Un framboyán fue testigo de su indisoluble unión, y para que conste, las iniciales y el año de este «adolescente acto» quedaron registradas en la corteza para la eternidad.
Sabia, la naturaleza no ha querido quebrar el amor y la felicidad de Gerardo Hernández y Adriana Pérez, cuando contrajeron «matrimonio ecológico» en una finca de Sagua la Grande, en uno de esas ocurrencias que la historia conserva, y ni siquiera el paso de ciclones y hachas insensibles han podido derribar.
Es una foto. Ahora, la pareja pudiera regresar a este paraje y recordar aquel instante de 1987, y llevar a sus hijos para que vieran cómo sus padres eran tan felices.
Pero no, la historia es diferente. Gerardo, sin perder la ternura, está preso en los Estados Unidos por defender a su pueblo del terrorismo.
Hace más de una década que no lo dejan ver a su esposa, y los sueños de tener una familia han quedado postergados hasta que la justicia actúe con responsabilidad y ética, o el mundo, con su solidaridad, abra las rejas donde está recluido, y las de cuatro cubanos más que también dedicaron su vida a la misma causa: la paz.
A tanta felicidad de Gerardo y Adriana en la foto, los jerarcas del odio del Tío Sam han respondido con vejaciones, negaciones y violaciones de los más elementales derechos de los reos y de los seres humanos.
Pero el mundo, a pesar del silencio y las tergiversaciones del Complejo Mediático Industrial, va conociendo la realidad, las falacias de los principales cargos que les imputaron en el juicio, la inocencia de los Cinco antiterroristas.
Así que, hay optimismo para que Gerardo y Adriana otra vez puedan posar junto al mismo framboyán, y para entonces, la foto tendrá también ese hijo que tanto anhelan ambos.

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