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El teclazo por la verdad

A trabajar con orden, disciplina y exigencia

A trabajar con orden, disciplina y exigencia

El Congreso del PCC no ha concluido aún. Si bien empezó mucho antes de las históricas sesiones acontecidas entre el 16 y 19 de este mes, con los debates del pueblo sobre el entonces Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, que aportó cambios importantes en el cuerpo de ese texto; ahora toca otro momento trascendental, lograr que se cumplan los acuerdos «bajo un denominador común en nuestra conducta: el ORDEN, la DISCIPLINA y la EXIGENCIA.»
Y esas tres cualidades destacadas por Raúl han de ser regla y no excepción. Atrás debe quedar también el «campañismo», nociva práctica que implica un gasto de recursos y energías sin que los resultados se noten más allá de un breve período de tiempo.
A los cuadros y funcionarios les corresponde exigir por lo establecido, pensar, estudiar cada situación y adelantarse a los acontecimientos para que no los sorprendan sin alternativas o esperando que otros decidan «desde arriba» por ellos.
El éxito de las transformaciones dependerá de nuestra capacidad para enfrentar las deficiencias, sin improvisar ni apresurarnos. Todo a su tiempo, como resultado del examen riguroso y colectivo del entorno, las condiciones, las oportunidades y los riesgos.
A tono con el marxista peruano José Carlos Mariátegui, para quien el socialismo en América Latina no puede ser calco y copia, sino invención heroica de nuestros pueblos, Raúl nos ha convocado a edificar una nueva sociedad que en el orden económico es una suerte de «trayecto hacia lo ignoto, lo desconocido».
Entre todos, busquémosle solución a los problemas. Emitamos sin cortapisas ni temores los criterios que consideremos oportunos, en tiempo, forma y lugar, aunque sean divergentes; del debate colectivo emergen las mejores propuestas. El consenso es preferible a la falsa unanimidad.
Por complejas que sean las decisiones, Raúl nos pidió «mantener los pies y los oídos bien atentos y pegados a la tierra, para superar los obstáculos que encontremos y rectificar rápidamente los fallos que cometamos en su aplicación.»
Y eso quiere decir tener los pies y oídos en el pueblo, dentro de él, sin mirarlo por encima del hombro ni desdeñar sus opiniones. Todas pueden enriquecer esta obra infinita e imperfecta que se llama Revolución.
La clave la dio el propio Raúl: «Debemos cultivar y preservar la interrelación incesante con las masas, despojada de todo formalismo, para retroalimentarnos eficazmente de sus preocupaciones e insatisfacciones y que sean precisamente ellas quienes indiquen el ritmo de los cambios que deban introducirse.»
En la economía, incrementar las exportaciones y disminuir las importaciones no pueden constituir una consigna ni una meta para conmemorar una fecha histórica, sino una prioridad que implica actuar con racionalidad y eficiencia para ser competitivos, sobre todo en la producción agroalimentaria, sector en el que tenemos muchas reservas aún.
En un contexto internacional complejo, matizado por el alza exponencial de los precios de los alimentos, Cuba este año deberá hacer reajustes presupuestarios, pues por ese concepto en los primeros meses del 2011 el monto adicional de dinero que debe desembolsar para adquirir las mismas cantidades de comida ya sobrepasa los 800 millones de dólares.
Similar tendencia tienen las cotizaciones del petróleo y otros productos básicos, determinada, en gran medida, por la política de guerra del imperio y sus aliados y la vocación especulativa de los mercados.
Cada superficie que se cultive, cada cosecha lograda, cada alimento que llegue fresco y rápido a la mesa de la población, cada tonelada de carne aportada por encima del plan, cada decisión que sea tomada para elevar la productividad del trabajo y los resultados, resultará una respuesta inteligente para salvar nuestro Socialismo.
El ahorro de los recursos continúa siendo una de las fuentes principales de ingresos del país, lo que no quiere decir que dejemos de brindar los servicios con calidad, cultura del detalle, ni que se incumplan los planes productivos.
Tan perjudicial será además que, en nombre del ahorro, se dejen de invertir recursos necesarios o que sean asignados tarde por morosidad, burocratismo o negligencias de quienes deben velar porque lleguen en el momento oportuno a su destino final.
Cuando se trabaja en sistema, con contratos, y ambas partes exigen por el cumplimiento de los compromisos, sobra el «reunionismo» que tanto afecta la productividad, la disciplina y el buen estado político ideológico de los verdaderos revolucionarios.
«En Cuba, bajo el socialismo, jamás habrá espacio para las “terapias de choque” en contra de los más necesitados y que son, tradicionalmente, los que apoyan a la Revolución con mayor firmeza». Esas palabras contenidas en el Informe Central al VI Congreso del PCC son una garantía de la voluntad política de que la actualización del modelo económico no significa un retroceso al régimen existente antes de 1959.
Los agoreros de una Cuba capitalista, incapaces de comprender la profundidad y radicalización de los Lineamientos, los asocian con las políticas neoliberales que han conducido a varias naciones latinoamericanas a perder el control de sus recursos, a quedar a merced de las trasnacionales que vorazmente los saquean y les dejan como saldo el incremento de la pobreza, el deterioro del medio ambiente, marginalidad y deudas eternas con draconianos organismos internacionales.
En tiempos políticos más complejos, Cuba sobrevivió a los huracanes neoliberales. Ahora, consciente de que debe cambiar todo lo que debe ser cambiado, apuesta por transformaciones que preservarán el Socialismo, tanto en el orden estructural de su economía como en la mentalidad de los cuadros y el pueblo.
Sin consignas ni fanfarrias. Con pensamiento, racionalidad, sentido común y mucho trabajo, guiados por los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución que fueron aprobados tras un colosal y exitoso proceso democrático, rara vez visto en la historia de la humanidad.

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