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El teclazo por la verdad

Villa Clara

No basta con producir

Por Norland Rosendo González

Hace una año, escribí un comentario titulado: Producir, producir y producir. Una verdad que parece de Perogrullo para la agricultura cubana, pero que resulta oportuno retomar ante decisiones «cosechadas» fuera del surco, que alejan del plato diario lo que con tanto sudor logran los campesinos y ponen en «3y2» a la economía nacional.

Hace unas semanas, el director general de la FAO (Organización de las naciones Unidas par la Alimentación y la Agricultura), José Graciano da Silva, anunció que los precios de los alimentos se mantendrán altos y volátiles en la próxima década. Solo en julio, el alza fue de 6%.

Para Cuba, las transacciones se encarecen por la severidad del bloqueo económico, comercial y financiero que impide adquirir cualquier producto que contenga al menos 10% de tecnología o componentes de ese país.

El maíz amarillo se cotizaba el pasado 13 de septiembre (incluido costo, seguro y flete hasta Cuba) a 321 dólares la tonelada. En junio costaba 293. Y en agosto de 2010, el precio era de 207. A ese ritmo, dentro de muy poco, con lo que antes se adquiría una tonelada, podremos comprar apenas la mitad.

El arroz, de agosto de 2010 a este mes ha subido 78 dólares la tonelada, y es uno de los alimentos cuya tendencia alcista parece irreversible en los próximos años, según los pronósticos de los expertos. Una tonelada de leche en polvo descremada valía hace dos años 3 062 dólares. Ahora, 3 421.

Basta con esos tres ejemplos para hacer una reflexión muy sencilla: los mecanismos de acopio tienen que funcionar con eficiencia, inmediatez y sobre todo, sentido común, para que los productos no cojan ciertos atajos que, a la postre, los acercan al consumidor, ¡pero a qué precios!.

Resulta difícil comprender que a un vaquero no le hayan recogido durante varias semanas la leche porque alguien decidió que el carro cisterna no debía detenerse frente a su hogar. Tenía que montar las cantinas en un carretón y llevarlas a más de un kilómetro de su morada para que el mismo vehículo la acopiara.

Por suerte, ya el asunto se solucionó, pero no fue poco lo que dejó de entregar a la industria. A veces, un centenar de litros diarios. Otros, en situación similar, optaron por hacerla quesos, e incluso, emplearla como alimento animal.

Una tonelada de leche en polvo es el equivalente a 10 mil litros en estado fluido. Si una de aquellas cuesta en el mercado foráneo más de 3 000 dólares; cada 100 litros que se dejen de acopiar puede implicarle al Estado gastos cercanos a los 30 dólares para evitar que un niño o un enfermo queden sin ese alimento. Sume semanas, meses… Ahora, para que el asombro sea mayor, sepa que Villa Clara al cierre de agosto le debía 2 619500 litros al plan de entrega a la empresa láctea.

A finales del año pasado, el Gobierno tuvo que erogar 15 millones de dólares más de lo planificado para cubrir con leche del exterior los 40 millones de litros que se dejaron de aportar a la industria, lo que refleja un incumplimiento del Lineamiento 184 de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución: «priorizar, a corto plazo, la sustitución de importaciones de aquellos alimentos que puedan ser producidos eficientemente en el país».

Con la entrega de tierras por el Decreto Ley 259, la venta de insumos, los créditos a los productores agropecuarios y otras decisiones tendentes a incentivar un sector estratégico, incluso, para la seguridad nacional, los volúmenes cosechados van en ascenso. No siempre al ritmo deseado, pero crecen.

A la par, deben ajustarse los mecanismos de acopio y comercialización. Y mucha severidad con los responsables de que no queden productos contratados en el surco, porque por ahí hay quien prefiere echarle el combustible a «su» jeep que a un tractor para que entre al campo a comprarle al labriego su cosecha.

El contrato, poco a poco, adquiere el protagonismo que merece. Aún no todos se conciben con la rigurosidad óptima; no obstante, la práctica va corrigiendo los errores, las premuras y otros problemas que lastran el correcto acuerdo entre las partes.

En cada documento debería fijarse con exactitud la fecha de recogida, las posibles variantes ante contingencias, cuándo se entregan los insumos, las cantidades, qué hacer ante picos de maduración adelantados o retrasados y otros elementos que le garanticen al productor un mercado seguro, rentable y eficaz para sus cosechas, y también beneficios a la contraparte.

Mientras más amplio sea el texto, menos espacio habrá para las justificaciones, los pretextos y otras «salidas» que atentan contra el Lineamiento 177: lograr que este sector (agroindustrial) aporte progresivamente a la balanza de pagos del país, para dejar de ser un importador neto de alimentos y disminuir la alta dependencia del financiamiento que hoy se cubre con los ingresos de otros sectores.

No basta con producir. Me pregunto qué pasaría si los responsables tuvieran que pagar de su bolsillo cada vez que por razones subjetivas dejaran de acopiar comida. Todavía hay enormes plantones de marabú en las mentes de algunos burócratas. Y ese es más perjudicial que el que crece en los campos. 

Apuestan caficultores del centro de Cuba por mayor eficiencia en la próxima cosecha

Por Norland Rosendo González

JIBACOA (Manicaragua).— Lograr rendimientos agrícolas e industriales superiores a los del año anterior resulta imprescindible para que los caficultores del Escambray villaclareño cumplan sus compromisos con el balance nacional, aseguró Pedro Blanco Méndez, director de producción de la Empresa Agropecuaria de aquí, única dedicada a ese rubro en la provincia.

Para la cosecha que está a punto de comenzar prevén acopiar 23 mil 548 latas, unas 6 mil 34 menos que en la pasada, aunque aún no ha concluido el proceso de contratación con los productores, lo que pudiera incrementar las cantidades a entregar, aseveró el directivo.

No obstante, puntualizó que se estiman rendimientos agrícolas de 0,12 toneladas por hectárea (el anterior fue de 0,11 ton/ha) y 4,40 libras por cada lata del grano sometida al tratamiento industrial de despulpe (4,30 lib/lata en la contienda precedente), con lo que podrán cumplir el plan de ventas acordado, reafirmó Blanco Méndez.

El decrecimiento obedece a que este año hay en producción 161,1 hectáreas menos que 2011, plantaciones que fueron renovadas como parte de la estrategia de reanimación de ese cultivo en Cuba y aún se encuentran en la etapa de desarrollo. Además, los vientos de Issac el pasado mes de agosto afectaron cerca de 480 latas en la zona de Arroyo Bermejo, aseguró Milagros Borroto, especialista de calidad de la empresa.

Añadió que en la cosecha pasada la maduración del grano se retrasó en la parte alta de la montaña, lo que, al parecer, influyó en que no tuviera una fructífera floración posterior, y concluyó que de las 63,39 hectáreas incorporadas este año a la producción, el 32% tuvo que ser resembrada durante el desarrollo, por lo que todavía no están en óptimas condiciones.

Blanco López enfatizó en que disponen de la fuerza de trabajo necesaria para la cosecha, incluidos 560 estudiantes del plan de la escuela al campo, a lo que se suma un convenio con la UJC para activar 2 brigadas juveniles en la montaña y declarar los jueves El Día de la Gran Recogida en los asentamientos rurales.

También están listas 12 arrias de mulos para el acopio desde las zonas más intrincadas y el transporte fluvial para trasladar el café de las riberas del lago Hanabanilla, puntualizó el directivo, quien destacó que el índice de infestación de la broca es de solo 3 % y ponderó las atenciones culturales, a pesar de que la empresa no recibió todos los recursos previstos ni en la fecha adecuada.

El café de esta zona resulta muy cotizado en el mercado exterior dada su calidad en la taza, por lo que incrementar los volúmenes productivos contribuiría a consolidar un rubro exportable que ha distinguido tradicionalmente al país, además de aportar más para el consumo nacional.

El mejor café «se injerta» pie fuerte


Por Norland Rosendo González

Aunque no se mueven más de un centímetro en toda su vida, los nematodos son unas lombrices microscópicas que amenazaban con dejarnos sin poder degustar el mejor café de las montañas del Escambray: el de la especie Caffea Arabica. Pero un «truco» de la ciencia ha devenido la solución para que la estrategia integral de reanimación de ese cultivo siga por buen rumbo en el lomerío manicaragüense.

Los estudios de suelos arrojan que un porcentaje significativo están contaminados y la «cura», además de resultar muy costosa en términos financieros, requiere de agrotóxicos agresivos al medio ambiente, sobre todo el Bromuro de Metilo, que afecta la capa de ozono. Cuba es signatario del Protocolo de Montreal para la eliminación total de esa sustancia.

Los nematodos, detectados en Cuba desde 1971, afectan las plantas de las variedades arábicas, las de mayor calidad en taza y por tanto, de más demanda en el mercado foráneo; pero la especie Caffea Canephora (Robusta), cuya calidad del grano es inferior, sí tolera este parásito. A partir de esa combinación de cualidades, los científicos están apelando al injerto de yemas arábicas en patrones robustas.

Esta novedad tecnológica fue concebida por el agrónomo y científico guatemalteco Efraín Humberto Reyna (fallecido en 2003), quien el 27 de diciembre de 1962 la dio a conocer, variante que, sin dudas, revolucionó la caficultura.

Los investigadores de la Unidad Científico Técnica de Base (UCTB) Jibacoa ya habían hecho injertos desde la década de los 80 del siglo pasado, aunque de manera experimental. Donde más auge adquirió esa práctica fue en la región oriental del país, dada la gran cantidad de suelos contaminados y las extensiones de cafetos.

La técnica consiste en tomar un segmento de una plántula de café arábico e introducirlo en el tallo de una de Robusta y lograr que se establezca continuidad en los flujos de las savias bruta y elaborada entre los tallos receptor e injertado. De esta manera, el tallo injertado forma un tejido de cicatrización junto con el receptor y queda perfectamente integrado a éste, por lo que puede reiniciar su crecimiento y producir hojas, ramas y órganos reproductivos.

La necesidad de poblar áreas de la serranía villaclareña afectadas con nematodos, pero de buenas condiciones para la producción cafetalera, exigió recurrir al injerto para «burlar» a ese bichito tan perjudicial para las variedades arábicas.

Para el ingeniero agrónomo Leonardo Calzada Rodríguez, experto de la UCTB, los injertos en patrones robustas no solo permiten cultivar en zonas contaminadas, sino que prepara la planta para tolerar la sequía como consecuencia del cambio climático, absorbe mejor el agua y los nutrientes y tiene mayor productividad, sin afectar la alta calidad de la taza característica del Escambray.

En 2010 produjeron 4 mil plántulas que fueron sembradas en la UBPC La Herradura. Este año lograron 30 mil para esa misma forma productiva e incorporaron a cinco cosecheros individuales, más 10 mil que aportaron a Cienfuegos, y para el año próximo la demanda es ya de 50 mil aquí y hay interés de los trinitarios por adquirirlas.

Según Pedro Blanco Suárez, director de producción de la Empresa Agropecauria, las áreas plantadas con injertos tienen un desarrollo notable y aún sin estar en producción, algunas ya dan los primeros frutos en cantidades apreciables.

Ireno Cabana Yera es uno de los caficultores acogidos a los beneficios del Decreto Ley 259 y ya tiene listos mil 300 injertos para sembrarlos. «Son posturas fuertes, con un tallo más grueso», reconoce.

El proceso de injertación se realiza en la UCTB bajo supervisión de los especialistas con semillas y yemas certificadas, lo que ha contribuido a que tengan un índice de supervivencia de 90%. Cuando las plántulas están aptas para la siembra, entonces es que las entregan a los labriegos.

De acuerdo con estudios preliminares, una hectárea de café arábico normal, con las condiciones actuales aquí, produce 0.09 toneladas y una de injerto, aún sin estar en producción, ha llegado a 0.19 ton. Pero si se dispusieran de todos los recursos y se ejecutaran de manera óptima la limpia, fertilización, control integrado de plagas y enfermedades y el riego, podrían aportar 3 ton/ha, asegura Calzada Rodríguez.

La consolidación de esta tecnología, que resuelve uno de los problemas más acuciantes de la agricultura de montaña, contribuye a garantizar la sostenibilidad de la caficultura en el Escambray villaclareño, inmersa en un amplio programa de reanimación.

«Las elecciones en Cuba no son como dicen en Miami»

Por Norland Rosendo González

Un colega peruano no quería creerme cómo se efectuaba un día de elecciones en Cuba hasta que lo verificó en la práctica a principios de este siglo en La Habana cuando vino a un curso de periodismo.
No entendía que fuesen pioneros quienes cuidaran las urnas; ni que no existiesen campañas electorales para inducir las intenciones de votos por uno u otro candidato; ni que la gente asistiera a los colegios tan temprano.
«Lo de ustedes es francamente realismo-mágico, lo insólito, una alternativa democrática en sus exactas dimensiones», balbuceaba impresionado, mientras recorría varias mesas electorales de La Habana, sin que le fuese negado el permiso para comprobar el sistema.
Aquel día amaneció el cielo plomizo. Los partes meteorológicos indicaban que las probabilidades de precipitaciones eran altas en la región central del país. Sobre las nueve de la mañana comenzaron los aguaceros. Hasta yo creí que eso afectaría la participación popular.
Nada de eso, los registros de asistencia se comportaron como es tradicional desde 1976, cuando se celebraron las primeras elecciones cubanas con la Revolución en el poder. Más del noventa y cinco por ciento de concurrencia. Valió el catarro que cogimos en nuestro periplo por los colegios.
En ninguna valla mi amigo encontró la foto de los aspirantes a los escaños de los órganos locales del poder del Estado. Tampoco había acólitos de ninguno de ellos en las mesas, ni en las colas comprando sufragios o prometiendo un futuro espléndido si ganaba uno u otro.
Y los medios de prensa sólo reflejaban el proceso, emitían resultados parciales de la asistencia a las urnas, entrevistaban a los electores, pero nada de los candidatos.
Ellos, aunque eran los protagonistas, no tenían espacios públicos para hacer campaña. En nuestro sistema eso no hace falta porque las razones son otras, muy distintas a los que animan las elecciones en el resto del mundo.
Lo que sí pudo leer fueron las biografías de los aspirantes, ubicadas en las puertas de los colegios y en lugares visibles. Con una foto de ellos, y los datos más importantes de su trayectoria, los méritos que avalaban su nominación: su currículo, la participación en las actividades de la comunidad, su integración política y profesional.
Los pioneros se rotaban cada una o dos horas la custodia de las urnas. Vestían su impecable uniforme escolar y saludaban con el ademán característico de su organización estudiantil a los electores cuando depositaban su boleta. Realizaban las funciones que antes de 1959 correspondían a los militares. En ausencia de las armas que matan, empleadas por aquellos, los pequeños utilizan sus sonrisas y su ingenuidad, el augurio de un futuro límpido y pacífico, sin mezquindades, ni pensamiento mercantilista.
A mi amigo le sorprendió que estuviesen creados los mecanismos para que las personas con derecho al voto, pero incapacitadas físicamente para acceder al lugar donde radicase su colegio, pudieran ejercerlo, sin que mediaran presiones o formas de agenciarse su emisión.
A pesar de las lluvias al filo de las doce del día ya habían desfilado por las urnas más del setenta por ciento de los votantes. Conversó con decenas de ellos y todos respondían con entusiasmo que aquel era un acto de compromiso con el proceso revolucionario, que asistían por conciencia y no porque fuesen obligados, falso argumento esgrimido por nuestros enemigos para intentar tergiversar el éxito eleccionario cubano.
Una anciana le explicó cómo se escamoteaban los votos durante los gobiernos existentes antes del triunfo de la Revolución. Cómo un candidato le condicionó a su esposo la permanencia en su pedazo de tierra a la entrega de las cédulas electorales de su familia para ganar los comicios.
El testimonio más dramático lo aportó un hombre aún robusto, con las manos callosas de mucho trabajar, el pelo cubierto por lacias canas. Para salvar a su hija de una enfermedad contagiosa tuvo que garantizarle su voto al médico de la zona, quien se había postulado, pues de lo contrario, no la consultaría.
Durante la jornada observamos un detalle significativo. Cuando los candidatos iban a emitir su sufragio lo hacían con absoluta modestia, sin alardes, ni arrogancia. Votaban y se retiraban para sus hogares. Apenas saludaban a sus vecinos de siempre, y evitaban las exposiciones públicas para que la gente no fuese a pensar que estaban recabando adeptos.
A la postre, no importa el vencedor, sino la gestión social que asumiría, el trabajo comunitario y la voluntad que pusiese en el empeño. Y esas cualidades eran imprescindibles para ser inicialmente nominado.
Al peruano le impresionó la heterogeneidad intelectual de los candidatos. Los había ingenieros, licenciados, doctores, maestros, deportistas, cantantes, músicos, ganaderos, militares y policías. También cosecheros de tabaco, caficultores, estudiantes, fogoneros, albañiles y hasta jubilados. Todos con un gran prestigio en su localidad, con vocación altruista y buenas intenciones.
Y como colofón participamos en el conteo de un colegio. Porque aquí las boletas se abren y cuentan públicamente, delante de los vecinos y de cuantos deseen observar el proceso, ya sean nacionales o extranjeros. Solamente una persona no marcó por ningún candidato. El resto fueron boletas declaradas válidas. Sin enmiendas, ni tachaduras. Y para mayor excitación hubo paridad en las cantidades de votos para un y otro hasta el final.
Entonces hubo felicitaciones, aplausos, y compromisos de los moradores para colaborar en el trabajo. Fuimos, periodistas al fin, los primeros en conversar con el ganador, yo dejé que mi amigo formulara la primera pregunta, y quedó más desconcertado aún con la respuesta: «Aquí no hay vencedor, ni vencido, nuestro sistema de democracia no contempla las elecciones como un momento de rivalidad por el poder, sino de selección de un representante de la comunidad para favorecer la participación, el intercambio, la búsqueda de soluciones comunes, que es en esencia el verdadero poder de los cubanos».
Mientras el noticiario estelar de la televisión nacional reportaba aquella noche los resultados definitivos de la jornada, mi compañero miraba en lontananza hacía el sur, en sus pupilas había esperanza, sueños y optimismo, porque, como me dijera después, las utopías son posibles. Y reflexionó: «La democracia de ustedes no es el mecanismo diabólico que pregonan desde Miami».

La prensa requiere «aterrizar» cómo cambiar


Norland Rosendo González

Efectúa la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) en Villa Clara asamblea de Balance de su quehacer en el año 2011


Para que la prensa cubana esté a la altura de los tiempos actuales, es importante superar el discurso con hechos, «aterrizar» el cómo lo vamos a lograr, propósito que implica un cambio de mentalidad tanto en los periodistas como en los funcionarios y las fuentes de información, trascendió en el balance que hiciera esta semana la UPEC villaclareña de su trabajo en el 2011.

En la cita se enfatizó en que el secretismo y el exceso de consultas con instancias superiores antes de ofrecer entrevistas dificultan que la información llegue con la inmediatez y la oportunidad requerida a la opinión pública, lo cual atenta contra la credibilidad del periodismo.

La miembro del Comité Central y del Buró Ejecutivo del Comité Provincial del Partido Yudí Rodríguez Hernández, calificó de importante este tipo de intercambios y subrayó que no hay puertas cerradas para los periodistas. «Requerimos de profesionales que investiguen, sean veraces y no se autocensuren», añadió.

Llamó a denunciar todo lo que obstaculice el cumplimiento de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, a la vez que destacó la confianza en los periodistas villaclareños.

Abel Falcón Curí, de la CMHW y delegado a la Primera Conferencia Nacional del Partido, ratificó el consenso en que tenemos que cambiar, pero se impone reemplazar añejos y poco eficaces métodos y estilo de trabajo que impiden que las prácticas periodísticas estén a tono con la celeridad de las transformaciones que vive Cuba. Trabajemos juntos por un periodismo edificante, y pensemos no solo en qué debemos hacer, sino en cómo, reflexionó.

La Conferencia del Partido abordó, entre otros aspectos relacionados con el sector, la necesidad de mejores relaciones con las fuentes de información, y el deber de los funcionarios de contribuir a que el discurso periodístico se parezca cada vez más al de la realidad, convergencia esencial en el trabajo político ideológico de la Revolución.

Tubal Páez Hernández, presidente de la UPEC, dijo que no podemos avergonzarnos de los errores, sino analizarlos y sugirió eliminar la jerga administrativa de los textos de la prensa, pues muchas veces resultan términos tecnócratas que no dicen nada a la población. «Hay que lograr mensajes atractivos, frescos, que dialoguen», sentenció.

Llamó a realizar los cambios necesarios para estar a la altura del momento histórico, y a asumir la pasión del periodismo con profesionalidad, estudio constante, superando cada día la obra del anterior.

Los profesionales de la prensa villaclareña reclamaron una estrategia coherente para la superación profesional. Además de cursos de idioma extranjero, son necesarios algunos de redacción española para garantizar la belleza y corrección de los materiales, señaló Luis Orlando Pantoja, de la CMHW, quien lamentó la escasa diversidad de estilos, formas y lenguajes en el periodismo cubano actual.
Las intervenciones reflejaron el compromiso con la verdad, la ética y la responsabilidad, aunque no siempre se disponga de las condiciones tecnológicas apropiadas para el ejercicio de la profesión.

El informe central destacó el papel de los profesionales de la prensa villaclareña en la difusión de la realidad cubana y el caso de los Cinco, para contrarrestar las campañas mediáticas orquestadas por los consorcios de la manipulación al servicio de intereses imperiales.

Villa Clara cuenta con 212 miembros de la UPEC, una de las delegaciones más grandes de Cuba. En 2011, colegas del territorio se agenciaron 10 premios y 3 menciones en concursos internacionales, y 14 y 7, respectivamente, en eventos nacionales.

En el encuentro se les rindió homenaje al fotorreportero del periódico Vanguardia José Hernández Mesa y al maestro de periodistas Julio García Luis, fallecidos recientemente.

Pulmones verdes

Villa Clara tiene un índice de boscocidad de 22. 34, el octavo del país, según fuentes del Servicio Estatal Forestal en la provincia. En el Sijú, a la entrada de la serranía del Escambray, hay un área que descuella por la biodiversidad en los bosques.

Texto y foto: Norland Rosendo González

Hace unos 8 mil años, en el planeta había 6 mil millones de hectáreas de bosques, según estudios científicos. Ahora, es menos de la mitad de esa cifra. Solo en Colombia se deforesta anualmente el equivalente a 4 millones de canchas de fútbol; 456 canchas en una hora; 7,6 canchas por minuto. A ese ritmo, Colombia no tendrá bosques en 40 años.

Cuba, consciente de que sola no puede evitar tanto maltrato a la Madre Tierra, sigue defendiendo en cuanta tribuna internacional accede, la necesidad de cordura, de gestionar un desarrollo sostenible y de aprender a vivir, como nuestros antepasados, en armonía con la naturaleza. Y su mejor lenguaje es el ejemplo.

Por la carretera que sube de Manicaragua a Jibacoa, hay un área de manejo forestal que confirma la riqueza de un medio ambiente saludable y los éxitos del trabajo arduo, diario y sustentable del hombre para que los bosques sean una suerte de casa gigante donde convivan disímiles especies de la flora y la fauna.

El técnico medio forestal Orelvis Romero Almaguer, al frente del proyecto desde su fundación el 2 de junio de 2004, por idea del General de Ejército Raúl Castro Ruz, entonces Ministro de las FAR, explica que cuentan con 308 hectáreas divididas en 6 fincas.

Esta era una zona ganadera, muy deforestada, con suelos compactos por el pisoteo y afectados por exceso de pastoreo. La indicación fue plantar 150 ha y manejar por reforestación natural la otra mitad, con especies de porte bajo y alto y que se mantuvieran con hojas el mayor tiempo posible, rememora.

Hay caoba, tecas, eucalipto, cedro, bambú, algarrobo, leucaena y tienen el privilegio de ser los primeros en Villa Clara en sembrar la acacia magio, de rápido crecimiento y altos índices de logro y supervivencia.

«Me duele cada vez que alguien dice: qué cedros más buenos, o se asombra con las caobas. Solo les interesa el valor comercial de la madera. Mi placer mayor es entrar aquí y ver la biodiversidad. Mientras más pájaros tiene un bosque, más saludable está, quiere decir que abundan las semillas, los insectos…», confiesa mientras se inclina en el tronco de una acacia recién cortada. «Mira como hay hormigas, ¿sabes por qué?»

Y ante mi silencio, con la paciencia de los maestros excepcionales, me explica: «Estamos en Luna Llena, ahora por la savia de la planta circula azúcar. En Cuarto Menguante, lo hace el almidón, por eso es  aconsejable cortarla en esa etapa para evitar que se pique.»

La silvicultura (fomento, desarrollo y manejo de los bosques) exige tiempo, constancia y amor. En los primeros tres años, los árboles son plantados, se chapean las malas yerbas, tiene lugar la poda selectiva para evitar horquetas y favorecer el crecimiento y la de saneamiento para quitar las partes enfermas.

En los tres siguientes, sigue la limpia (chapea) y se ejecuta el aclareo, o sea, espaciar las plantas para que crezcan libremente y compitan entre ellas. Después viene el raleo: ir conduciendo el bosque a lo que uno desea, si quieres bolos, quitas algunos para que los otros ganen en diámetro. La madera rolliza, empleada para varas y cujes en las cosechas de tabaco, está apta entre los tres y seis años. La acacia magio requiere de 10 años; la teca, 15; la caoba, 25 y el cedro, 30, refiere Orelvis.

Pero no todo es madera en una finca forestal. La sostenibilidad resulta imprescindible, por lo que también cosecha plátanos, malanga, arroz, frijoles y cuenta con rebaños de vacas, chivos, carneros, cerdos y aves. «En el sotobosque hay gramíneas que le sirven de alimento al ganado y así se elimina material combustible. Donde se pastorea, la chapea es más ligera.»

—¿Y qué hacen para evitar los incendios?, inquiero a propósito de la sequía actual.

—Lo importante es el trabajo profiláctico junto con el Cuerpo de Guardabosques. Aquí el cambio de mentalidad ha sido complejo, pues antes daban mucha candela para limpiar los potreros de ganado, y eso destruye los bosques.

Tiene, además, un proyecto de educación ambiental en la escuela primaria de la zona, un círculo de interés y crearon un bosque martiano, de los mejores de Villa Clara, donde hay 38 especies de las que mencionó nuestro Héroe Nacional en su Diario de Campaña de Cabo Haitiano a Dos Ríos, entre ellas, ballúa, jagua, yaya y jatía, difíciles de lograr porque son especies de monte.

En la despedida, Orelvis vuelve a exhibir sus dotes de genial pedagogo: «La naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre. Esa frase de Martí es mi filosofía. Si en otros lugares, la gente tumba árboles para convertirlos en dinero y lujos, aquí seguiremos dándole vida a los bosques para aumentar nuestra riqueza mayor: la biodiversidad.»

Sin pausa, pero sin prisa

Sin pausa, pero sin prisa

Por Norland Rosendo González

Parece fácil, pero no lo es, al menos para los cubanos, acostumbrados a los maratones y las campañas perecederas; ese es uno de los cambios imprescindibles para que los demás fluyan: interiorizar que las transformaciones deben ser sin pausa, pero sin prisa, justo en el momento adecuado y con la seguridad de que perduren para bien de todos.

En un escenario nacional donde se actualiza el modelo económico sin obviar las esencias de equidad, humanismo y solidaridad, Cuba apuesta también por la eficiencia, la productividad, el ahorro y la calidad, indicadores necesarios para garantizar la sustentabilidad del socialismo.

En palabras parece sencillo, pero para hacerlo realidad resulta imprescindible un cambio de mentalidad profundo, el salto de barreras sicológicas y la superación de resistencias. No es cuestión de eludir los conflictos, sino asumirlos, hurgar en las causas, prever las consecuencias y pensar sin dormirse a la espera de que todo lo decidan «arriba».

La implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social aprobados en el VI Congreso del Partido constituye un proceso continuo, por lo que en los próximos 12 meses seguirán las transformaciones y serán más exitosas si cuentan con el adecuado aseguramiento cultural, en el sentido más abarcador de ese concepto.

Desde la colosal consulta popular del proyecto de Lineamientos, Cuba ha demostrado la fortaleza del debate, de la participación y el valor de los argumentos por encima de las consignas. Una filosofía que ha traducido en versos el trovador Tony Ávila en la canción Mi casa, una suerte de poesía que bien pudiera acompañar al pragmatismo de los cambios ante los prejuicios y los escepticismos de algunos:

«Hoy voy a consultar con mis hermanos,/ los cambios que a la casa sobrevienen,/ no tengo que correr porque la prisa/ puede que le haga daño a los cimientos,/ y aunque en mi casa me siento contento,/ hay cambios que mi casa necesita.

«Voy a hacer ciertos cambios en mi casa,/ como hicieron mis padres en su tiempo,/ al cabo esta será la misma casa,/ los que no son iguales son los tiempos.»

Esa interpretación dialéctica de los acontecimientos robustece nuestro socialismo y lo aleja de esquemas rígidos infuncionales, máxime ahora que el mundo agoniza de tantas crisis y los defensores del capitalismo apelan a todas las armas posibles (la mayoría fuera de las coordenadas de la ética y la razón) para fulminar cualquier proyecto alternativo viable.

Cuba es un referente, no solo por su historia y osadía de resistir los embates del imperio más poderoso que haya conocido la humanidad, sino porque ha demostrado que el marxismo no quedó sepultado en los escombros del Muro de Berlín ni con la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

Cada paso que demos en la actualización de nuestro modelo económico ha de ser, entonces, sólido, bien pensado, como nos ha pedido Raúl. En el 2012, a no dudarlo, serán más los ojos que se viren para nuestro país, y nuestra única opción posible es superar la percepción de Máximo Gómez de que los cubanos no llegamos o nos pasamos.

El cambio de mentalidad, que implica superar viejos paradigmas de dirección y el reduccionismo al enfocar los problemas y buscarles solución, es el sustrato para desterrar la filosofía de los maratones y la nociva costumbre de abandonar las carreras a mitad de trayecto. Hay que ser constantes, estables, consagrados, pero sin caer en la rutina.

Tony Ávila nos da otra vez la clave: «Le cambiaré el color a las paredes, restauré las puertas, las ventanas,/ y el viejo dominó sin doble nueve./ Voy a quitar las viajas cerraduras,/ creo que están de más ciertas paredes,/ aprendí con el tiempo que se puede/ cambiar sin que se dañe la estructura.»

En esa titánica obra seguiremos inmersos este 2012 y el más grande de los cambios debe ocurrir en la mentalidad, en la psicología, en los enfoques culturales de los cubanos para construir entre todos la sociedad que queremos y que podemos. Una sociedad que, por suerte, no tiene referentes en la historia, y que es la resultante de nuestro genio creador, de nuestros sueños, de una rica herencia intelectual en la que predominan dos pilares fundacionales: Martí y Fidel.

Para conservar los pasos dados en la actualización del modelo económico y dar otros igual de importantes, profundos y necesarios, entrémosle al Año 54 de la Revolución dispuestos a pensar, recrear, argumentar, prever, sumar, fundar, y sobre todo, con mente abierta y propositiva, pues el camino que transitamos es ignoto.

Cada uno de nosotros, y todos a la vez, cantemos con Tony Ávila:

Asumiré que soy el heredero,/ ya que tengo esta casa por fortuna./

La casa que no cambio por ninguna/ y en la que están las cosas que más quiero.

La clave está en seguir la marcha sin pausa, pero sin prisa.

Profe, no entiendo

Profe, no entiendo

Un homenaje a los maestros cubanos en su Día este 22 de diciembre.

Por Norland Rosendo González

Cuando era estudiante, me «tragué» algunas veces esa frase. No todos los maestros la asimilaban y en la mayoría de las ocasiones, hacían una síntesis en cinco minutos de la clase que era más difícil aún de comprender.

― ¿Y ahora?, preguntaban.

― Unas veces movía la cabeza de hombro a hombro y otras, utilizaba el lenguaje verbal para decir lo mismo: un «más o menos» que equivalía a «me quedé igual».

Con el tiempo, y con profesores excepcionales, pacientes, que vivían cada clase como una etapa del inconcluso e infinito proceso de aprendizaje y no un acto bancario de transferir datos, aprendí a no salir del aula con dudas y si las tenía, irme con la lista de los libros en los que podría encontrar las respuestas.

El «no entiendo» puede ser el punto de partida para repensar el método, la velocidad de las palabras, la correlación de conceptos y su «corporización» en ejemplos, imágenes, historias. Para estimular el diálogo, la creatividad del educando, su curiosidad, y abandonar ese monólogo aburrido, semejante al del curso anterior y al anterior del anterior, que, visto con ojos críticos, suele adormecer la capacidad de inquietarse, preguntar, comparar.

Aún recuerdo aquellas clases en las que un maestro de sexto grado se ponía a inventar historias de cuando él «fue» al monte Everest, de la nieve, la vegetación, los animales que vio, y nosotros, absortos, nos quedábamos prendidos a sus narraciones e íbamos después a los libros a aprender más.

Siempre le voy agradecer sus lecciones de geografía y esa capacidad de fabular para enseñar, para hacernos vivir un clima frío, que, aunque usted no lo crea, nosotros sí llegamos a sentirlo, mientras él hablaba de las temperaturas bajo cero grado y los esquís que nunca montó.

Y también a aquel profesor de Historia de Cuba que llegó una vez al aula con un paraguayo para demostrarnos cómo se hacían las cargas al machete, y blandió en el aire tres o cuatro veces el instrumento mientras corría por el pasillo. Entonces, comprendí el terror de los españoles cuando el ejército mambí se abalanzaba sobre ellos con esa original arma que nunca habían visto en las academias militares ibéricas.

Pero no todo es contar la historia. Para entender al mundo, sus procesos, la necesidad de equilibrio, racionalidad, de comportarse con ética para salvarlo del holocausto al que lo conducen desenfrenadamente los suicidas depredadores del medio ambiente y de la especie humana, se requiere de una pedagogía reflexiva, que enseñe a aprender, investigar, dudar. A asimilar lo nuevo sin desdeñar lo antiguo.

La velocidad que los propios humanos le hemos puesto al carro de la autodestrucción no nos deja tiempo para acumular ideas de manera acrítica; se impone emplearlas para transformar la realidad, enriquecerla, y eso solo es posible con cultura, con una educación que dote a las personas de la capacidad de polemizar, participar y construir colectivamente el conocimiento.

Para mí, no había mejor clase que aquella en la que los alumnos y el profesor nos enrolábamos en un diálogo abierto, y aumentaba exponencialmente el saco de las dudas, en las que había más preguntas que respuestas, y los por qué nos remitían a los libros, a los expertos, a volver al principio para tomar otro rumbo en la comprensión de los fenómenos.

De ahí viene mi respeto por el magisterio. No conozco profesión más noble, altruista y útil para que la especie humana se salve del abismo que esa. Ella tiene el compromiso de formar a las nuevas generaciones no solo para saber operar la avalancha de tecnologías, sino para hacerlo con ética y responsabilidad.

«Profe, no entiendo», es una brújula para lograr esas cualidades. Para empezar de nuevo hasta que los alumnos aprendan a aprender, porque, a fin de cuentas, las clases nunca terminan.