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El teclazo por la verdad

En Río verde, ganancia de «pescadólares»

Por Norland rosendo González

Veinte años después, Río de Janeiro volvió a escuchar los mismos reclamos. Es como si el tiempo no hubiera pasado, a fin de cuentas, Gardel dijo que 20 años no es nada. Pero no, ese lapso ha dejado huellas indelebles en el planeta y ahora es que muchos comprenden a Fidel: Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre.

«Dejemos las justificaciones y egoísmos y busquemos soluciones. Esta vez, todos, absolutamente todos, pagaremos las consecuencias del cambio climático». Lo que hace dos década fue una alerta, ahora es una inminente realidad, como advierte este fragmento del discurso de Raúl antier en el segmento de alto nivel de la Conferencia de la ONU sobre Desarrollo Sostenible Río+20.

Lo que empezó siendo un documento de 300 páginas, mucho más parecido a «El futuro que queremos», terminó en 49 para complacer a las elites de poder y lograr un angustioso consenso, casi cuando estaban llegando esta semana los mandatarios a la populosa urbe sudamericana. Brasil hizo un esfuerzo denodado por salvar la Cumbre, aunque, como lo calificara el teólogo Leonardo Boff, el texto realmente resultó un «pacto de suicidio global».

Fue la presión (a veces, chantaje) de las corporaciones, gobiernos e instituciones que defienden una lógica de producción y consumo que ya no se conforma con sus fuentes de riquezas, sino que quiere ponerle precio a lo que siempre ha sido de todos: la naturaleza, y lucrar con ella en forma de servicios ambientales, una jugada «filantrópica» de pintar su desmedido crecimiento con el color de la esperanza. La economía verde suena bien al oído, pero no es más que una vuelta de tuerca al modelo neoliberal: todo se vende, todo se compra.

No por gusto los inventores y publicistas tienen nombres muy conocidos: las corporaciones de la energía (Exxon, BP, Chevron, Shell, Total), de la agroindustria (Unilever, Cargill, DuPont, Monsanto, Procter&Gamble), de industria farmacéutica (Roche, Merck), de la química (Dow, DuPont, BASF), entre otros.

Esas mismas trasnacionales que desde sus refrigeradas oficinas en las grandes metrópolis deciden el destino de la humanidad, sin prestar la debida atención a que afuera sube la temperatura por dos razones fundamentales. La primera, el cambio climático generado por ellos mismos; y la segunda, los millones de afectados que toman conciencia poco a poco de que no les queda otra opción que rebelarse, resistir y articular redes que defiendan otro paradigma de convivencia, otra manera de relacionarse con el medio ambiente si no quieren perecer en menos tiempo de lo que se suponía

Inspirados en esas otras visiones, más humanistas, inclusivas y justas, Evo Morales y Rafael Correa subieron al podio de la Cumbre para defender la rica biodiversidad de sus naciones, y de un continente que alberga en su suelo a los pulmones del planeta: la zona de Amazonas, que si sigue deforestándose morirá de tisis.

En los Andes Centrales y Mesoamérica están, por ejemplo, 90% de todos los glaciares tropicales de un mundo en el que solo 2,5% del total de agua es dulce y 68% de esa mínima cantidad está en los parajes elevados de nuestra región. En un cuarto de siglo, esos glaciares han retrocedido 24% y los desastres naturales se han triplicado.

Las aguas internaciones representan el 45% del planeta y están expuestas a sobrepesca y contaminación. Algunos científicos ya auguran el colapso de los océanos. Más de cinco millones de hectáreas de bosques se pierden cada año y cerca de 60% de los ecosistemas están degradados. Entre 1990 y el 2009, las emisiones de dióxido de carbono se incrementaron en 38%.

Como consecuencia de las prácticas predatorias del medio ambiente para mantener el extractivismo exportador y el agronegocio, el número de hambrientos en el mundo pasó de 860 millones en 2007 a mil 400 millones en la actualidad, y la tendencia es a seguir engordando la cifra.

Desde Río 92 hasta la fecha, el capitalismo no ha cedido en su empeño colonizador y ha descargado todo su poder, explícito o velado, para contener los acuerdos de aquella cita, que siguen siendo los mismos sueños de hoy, solo que en un escenario más deteriorado y parecido al que entonces predijo Fidel. Pocos resultados exhiben los  convenios Sobre la Diversidad Biológica, sobre El Cambio Climático y el de la Lucha Contra la Desertificación.

«Cuba aspira a que se impongan la sensatez y la inteligencia humana sobre la irracionalidad y la barbarie». La sentencia con la que concluyó su intervención Raúl fue un aldabonazo en la conciencia colectiva. Cada vez queda menos tiempo para evitar la catástrofe.

Sin embargo, muy diferente es la Cumbre de los Pueblos, que sesiona en las calles de Río. No están pensando en cómo acomodar el capitalismo productivista al contexto actual, sino en cómo salvar al planeta, a partir de un modelo de convivencia más solidaria y cooperativa, desde sus prácticas, sus saberes y conscientes de la gravedad de mercantilizar la naturaleza.

Cuando ese tipo de debate «suba» a las cumbres oficiales, entonces, habrá cambios auténticos, el verde volverá a ser el color de la esperanza y no el camuflaje que vistan los señores del capital para seguir abarrotando sus arcas.

Si esperamos a Río+30 para restablecer el equilibrio entre los seres humanos y la naturaleza, estarán tan revueltas las aguas que solo se beneficiarán los pescadólares, quienes andan, como es obvio en un mundo tan desigual, en los barcos más sofisticados.

NI TAN PICO, NI TAN BLANCO

El sábado se cumplen 25 años de la fundación del Plan Turquino, un programa cubano para fomentar el desarrollo socioeconómico y mejorar la calidad de vida de las comunidades montañosas. Sirva este reportaje en la comunidad de Pico Blanco, como homenaje a las asentamientos rurales Escambray villaclareño.


Por Norland Rosendo González


«¡Oyeeeeee, no se vaya muy lejos para que remolque al jeep si se atasca!. » La ocurrencia de Yandy, el chofer del periódico, dejó desconcertado al boyero, quien solo atinó a quitarse el sombrero y abanicarlo en el aire en gesto de saludo, mientras lo cruzaba el inusual vehículo, que había subido hasta Pico Blanco desafiando las sinuosidades de las lomas y el deterioro que provocó en el vial el temporal de los últimos días.

Tras diez kilómetros cuesta arriba desde Jibacoa, flanqueados por esbeltas montañas del Escambray, de pronto, aparece en una depresión el valle donde se erige el asentamiento, a unos 310 metros sobre el nivel del mar —aunque uno siente que está en el techo del país—, con sus edificaciones de mampostería, muy diferentes a los bohíos de guano y piso de tierra que abundaban antes de 1959.

Una bodega, un merendero bien surtido y un centro de salud limpio y organizado, aparecen ante la vista de los visitantes apenas se llega «al centro» de la comarca. A un costado, el palacio de los conocimientos: la escuela, y un poco más distante, una minihidroeléctrica.

En el camino hacia esa instalación que emplea energía renovable, entre lomas, un cuadro de beisbol, sede de los actuales subcampeones de la Copa Turquino, organizada para el disfrute de los peloteros de la serranía.

Pero sigo buscando el accidente geográfico que le da nombre al sitio y no lo encuentro. Me topo con un señor que dicen que es el historiador. «Tongo sí sabe», me afirma Alberto Suárez, el presidente del Consejo Popular de Jibacoa, quien nos acompañó en la travesía.

 

ESTE LUGAR TIENE HISTORIAS

«Es que allá, y apunta para la cúspide de una montaña que está frente al caserío, había un mogote, una roca blanca muy grande que se divisaba desde aquí. La gente identificaba esta zona por esa mole. Hay quien le añade una s al Pico, pero lo cierto es que el visible, el que servía de punto de referencia, era uno solo. En varios documentos por ahí aparece en plural, y si no lo corregimos a tiempo, corremos el riesgo de que nos cambien el nombre», comenta Ricardo Turiño Corent, a quien todos lo conocen como Tongo.

«Antes de la Revolución, estas tierras eran propiedad de dos monjas. Después fueron vendidas, hasta que a finales de 1960, vino el comandante Félix Torres y les propuso a los campesinos, que vivían dispersos, hacer una granja y ponerle el nombre de Obdulio Morales, asesinado por los bandidos contrarrevolucionarios el 12 de septiembre de ese mismo año, a unos dos kilómetros de aquí.

«Así empezó la transformación de este paraje. La granja se iba a dedicar a convertir la zona en un emporio cafetalero y a la cría de ganado. Por esa época, nos cuenta Tongo, se construyó el hospital, apenas comenzó la obra, la gente se acordó de la promesa hecha por Fidel en la Historia me Absolverá de garantizarle salud a los guajiros.

«El marabú y la tristeza de la gente fueron cambiando. Más del 95% de los pobladores participaron en la Lucha contra Bandidos (LCB). Nadie quería que se acabara la Revolución. A Rafael Ruiz Arcí (Ramírez para nosotros), vino una banda de alzados vestidos de milicianos para llevárselo y matarlo en Dos Arroyos. No lo querían vivo porque era un hombre leal a Fidel, mensajero, cargaba armas, trasladaba hombres y no le temía al monte. Se salvó en tablitas por un pariente de la mujer que lo conoció cuando estaban a punto de mandarlo para «el más allá».

«A Paula, la enfermera, también quisieron asesinarla en Río Caña, pero esa mujer era de «anjá». Tenía una ametralladora y la hizo «cantar» hasta que los bandidos huyeron.

«Más de 25 hombres de aquí se fueron después a cumplir misiones internacionalistas, sobre todo, en África. La estirpe revolucionaria es uno de los orgullos mayores de la gente de Pico Blanco».

Se pone los dedos en la sien y panea la vista por los alrededores. «Todo eso que hoy está poblado de manigua antes era cafetal. En la década del 80, se llegaron a recoger 74 mil latas. Hubo que ir a secar una parte en la base aérea de Santa Clara».

«Pero después comenzó la depresión económica, el Período Especial, y hoy estamos lejos de ese récord productivo. Ya el Pico no es tan blanco, ahora es verde también, una parte de café y otra de monte».

Tongo nació aquí hace 58 años y recuerda cuando en el asentamiento llegaron a vivir más de 500 personas. «Desde el año 2000, más de 200 han emigrado en busca, fundamentalmente, de mejores ofertas laborales. Pero muchos de los que se han ido, añoran este lugar».

EL HECHIZO DE LAS ENFERMERAS

En 1973, llegó Paula María Pérez Morales, una enfermera que tenía alma de madrina. Hubo un tiempo en que ella estaba sola en el hospital y lo hacía todo con mucha profesionalidad y conocimientos. Era una mujer muy dispuesta, defendió mientras pudo a la comunidad, y había que oírla hablar. Fue enfermera en la LCB y eso le daba prestigio.

Su historia trascendió esta comarca y se ha convertido en una leyenda que identifica a Pico Blanco. Parece que su ángel se quedó por estos lares y encontró nido en el corazón de una muchachita a la que Paula le regaló dos libros de medicina.

La joven se fue a estudiar enfermería a Santa Clara y desechó varias ofertas de trabajo en la ciudad. «Mi destino es la montaña. De allá soy y para allá voy». Y con su título en las manos, Yanitza Corent Palacios regresó hace 11 años a la comunidad que la vio nacer y crecer.

—¿Te resultó difícil el retorno?.

—Si no lo hacía, me moría de tristeza y de pena. Apenas llegué sentí una emoción inmensa. Esta gente confiaba en mí, y yo en ellos.

—Por lo que veo, ni el amor te sacó de las lomas.

—Mi esposo es de Báez, en el municipio de Placetas, y se quedó conmigo acá. Ya tenemos una hija de 9 años.

—Ahora eres también la delegada de la circunscripción.

—Me eligieron en este mandato. Esa es una responsabilidad compleja, sobre todo por las distancias que debo recorrer para llegarle a los electores. Pero reconforta saber que los vecinos confían en mí.

—¿Cuáles son los problemas que más te quitan el sueño?

—Aquí la gente se queja del mal estado de los viales, ahora con las lluvias se ponen intransitables, aunque debo reconocer que los arregladores de camino han hecho un trabajo encomiable, pero existen tramos que necesitan de labores mecanizadas.

«El techo de la bodega no resiste más. Se moja más adentro que afuera. Las mangueras que trasladan el agua por gravedad hasta las viviendas están deterioradas, la presión del chorro las parte, y el alumbrado público no funciona completo.

«Lo otro que me duele es la recreación. En mi época juvenil con una guitarra y dos tambores improvisados armábamos una descarga toda la noche. Ya no, se ha perdido esa tradición; falta creatividad, ingenio».

Al lado de Yanitza está Yunior Vigoa Corcho, recién graduado de Medicina que cumple su servicio social en Pico Blanco. «Este es un consultorio reforzado, explica, tiene laboratorio clínico, servicio de estomatología, farmacia, sala de ingresos para observación con 4 camas, equipo de electrocardiograma y un stop de medicamentos amplio».

Aunque vive en este municipio, nunca había subido a este paraje. La primera noche lo vinieron a buscar a caballo porque a tres kilómetros había un hombre desmayado que no volvía en sí. Era una hipoglicemia. Ese fue su debut profesional aquí.

—¿Y el caso más difícil?

—Estabilizar a un paciente que había hecho una reacción adversa a un medicamento. Fue una sobredosis exagerada.

PALACIO DE LOS SUEÑOS

Es mediodía. Los rayos del sol caen casi verticales en esta porción del Escambray, donde 33 niños no tienen nada que envidiarle a la educación de la ciudad. De mampostería y techo de fibrocemento, la escuela primaria Camilo Cienfuegos semeja un emporio de cultura entre las lomas.

Talía Batista —la hija de Yanitza, la enfermera— quiere ser abogada o médica; Mario Sergio Ruiz, veterinario; Yesica Correa Cabanes, maestra; Leirián Romero López, arriero. Así, casi todos tienen un sueño que les alimentan siete maestros, varios de los cuales subieron desde el llano y se aplatanaron aquí. Dicen, medio en broma, medio en serio, que quien toma agua o come frutas de allí no se va, y si lo hace, regresa.

Quizás por eso los niños le están preparando un saco de mangos al payaso Caramelo y a Javier y su esposa Raquel, los protagonistas del Magic Show. Ellos los divierten cada vez que hacen una gira por estos lares y dejan una huella en la cultura ecologista de los serranos.

«A través de las secciones participativas, las historias y el espectáculo promovemos el amor a la naturaleza, el valor de las cascadas, los animales y las plantas, dialogamos sobre cómo vivir en armonía con el medio ambiente», me explicó telefónicamente Javier.

DEL CHISTE AL CHARCO

La tarde avanza y el cielo se torna plomizo. «Un aguacero más y el jeep no resiste el regreso». Palabras proféticas de Alberto Suárez. Al finalizar la visita a la Minihidroeléctrica nos quedamos atascados en un riachuelo.

Entonces, cuando nadie se acordaba del chiste de Yandy al llegar a Pico Blanco, se apareció el boyero a rescatarnos. Y con él, un grupo de vecinos que se solidarizó para que no tuviéramos que pernoctar allá.

Tras el susto, alguien con las marcas de los años en el rostro dijo: «Si todo fuera como empujar un carro. Antes había que correr por aquí con los enfermos en una parihuela o una hamaca. Ya no, la ambulancia, aunque a veces pase trabajo, sube hasta acá. Bendita Revolución».

¿Tendrá precio la lluvia?

Por Norland Rosendo González


Siento caer la lluvia límpida e incesante que trae a mi mente un aguacero de recuerdos, de nostalgias; la lluvia que se escurre por los troncos de los árboles o corre por los resquicios de las edificaciones hasta bendecir la tierra, y me pregunto ¿sucederá así cuando le pongan precio?

Si los jerarcas del gran capital siguen empecinados en buscar más fuentes para abarrotar sus arcas, en sostener el modo de producción y de consumo capitalista, a pesar de que cada vez son menos los que ganan y más los que pierden, dentro de poco, según el rumbo que toman las cosas, tendremos que pagar las precipitaciones, quiera o no el dios de la lluvia.

Este mes, Río de Janeiro será sede de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable, 20 años después de una cita semejante, y será otro intento para preservar el derecho de los poderosos al crecimiento económico desmedido (al parecer, su único indicador de desarrollo posible), aunque la madre naturaleza no aguante más sobre sus espaldas tanta irracionalidad y ya haya dado muestras de un agotamiento irreversible.

Ante la «multicrisis» que afronta la civilización en estos inicios del tercer milenio: financiera, económica, de valores, alimentaria, energética, democrática, climática, de derechos y de género, ecológica, los hacedores de $$$$ se van a aparecer en la populosa ciudad brasileña con su último engendro salvador: la economía verde, una suerte de mercado de servicios ambientales, con un administrador en nombre de la naturaleza, incluido.

Hace 50 años, esto parecería el guion de una película de ciencia ficción. Que haya que pagar por los ríos, por el aire, por los océanos, por los bosques…, que a los capitalistas no les baste con sus industrias, sus bancos, y ahora se quieran hacer dueños del medio ambiente, un bien que nació libre, para todos, que no entiende de valor de uso ni valor de cambio, solo de armonía, convivencia, biodiversidad.

Pero en estos tiempos, en que las sociedades de consumo alientan a la gente a tener y tener, y no a ser, y las etiquetan por sus gastos, los desembolsos de sus tarjetas de crédito, por el lujo de los autos y las fastuosidades de las mansiones, es creíble cualquier locura, como esta de pretender poner en la bolsa de valores a la mismísima naturaleza, sin importar las consecuencias que tendrá para la humanidad.

«Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre». La frase con la que Fidel empezó su discurso en la Cumbre de la Tierra (Río-92) fue un augurio incomprendido por la mayoría de los asistentes. Casi todos coincidieron en que era una locura de él, una crítica sinsentido al capitalismo. Pero aquellos que desoyeron su alerta ya no están en el poder, y desde su retiro tendrán que aceptar ahora que el «loco» estaba claro.

«No más transferencias al Tercer Mundo de estilos de vida y hábitos de consumo que arruinan el medio ambiente. Hágase más racional la vida humana. Aplíquese un orden económico internacional justo. Utilícese toda la ciencia necesaria para un desarrollo sostenido sin contaminación. Páguese la deuda ecológica y no la deuda externa. Desaparezca el hambre y no el hombre». Sin dudas, aunque tienen dos décadas de dichas, son palabras de hoy.

Las reuniones organizadas por la ONU para promover el desarrollo sostenible y detener el deterioro del medio ambiente solo han servido para la foto de los dignatarios y expertos. Mientras, continúa en ascenso el calentamiento global, la pérdida de especies de la flora y la fauna, la desaparición de millones de hectáreas boscosas y de la fertilidad de los suelos, y por consiguiente, el aumento de la pobreza, la exclusión y la brecha entre los países industrializados y los de la periferia.

Según las cuentas de los ideólogos de la economía verde, los servicios ambientales (agua, alimentos, plantas medicinales, absorción y almacenamiento de carbono, minerales, madera, etc.) están cotizados entre 160 mil y 540 mil millones de dólares (el PIB mundial, o sea, la suma de bienes y servicios, totaliza 620 mil millones). ¿Cómo es posible entonces que la naturaleza, con ese valor, «trabaje» gratis para toda la humanidad?.

La lógica neoliberal de venderlo todo ha encontrado así un almacén colosal de mercancías sin necesidad de invertir un centavo, a no ser para los documentos con los cuales agenciarse la propiedad y otras inversiones dedicadas al desalojo de quienes hoy viven en esas áreas, poblaciones americanas y africanas, por ejemplo, incapaces, según los jerarcas del capital, de cuidar el medio ambiente.

Paralelo a la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable, tendrá lugar en el mismo Río de Janeiro, la Cumbre de los Pueblos por la Justicia Social y Ambiental y una Asamblea Permanente de los Pueblos, la voz de los millones de seres humanos que serán perjudicados por la economía verde.

Desde la diversidad de lenguajes, de cosmovisiones, de culturas, enfrentarán juntos a un poderoso y antagónico rival: el capitalismo. Esa cita multicolor aunará historias, prácticas y sentidos para rechazar la mercantilización de los bienes comunes, oponerse a la privatización de la vida, en un mundo paradójico, donde se destinan millones de millones de dólares para salvar bancos y trasnacionales y los ricos dicen ahora que no hay dinero para evitar la catástrofe ecológica que se avecina.

Qué esperar de quienes ni siquiera han cumplido el compromiso de aportar el 0.75 de su PIB a la cooperación para el desarrollo y tampoco tienen voluntad política para concretar los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Río de Janeiro será escenario de una crucial batalla por la vida, de un lado el capitalismo, empecinado en crecer económicamente de manera desmedida, a expensas de recursos naturales finitos; y del otro, las apuestas alternativas, por caminos socialistas, que refunden las relaciones internacionales y generen otro modo de producción y de convivencia con el medio ambiente.

De imponerse el primero, se acercará el día en que la lluvia, que ha caído copiosamente por estos días en el Escambray y me trajo a la mente un aguacero de recuerdos de la sierra de los Cuchumatanes, en Guatemala, tenga que ser pagada por los descendientes mayas que habitan en esa región de Centroamérica.

La prensa requiere «aterrizar» cómo cambiar


Norland Rosendo González

Efectúa la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) en Villa Clara asamblea de Balance de su quehacer en el año 2011


Para que la prensa cubana esté a la altura de los tiempos actuales, es importante superar el discurso con hechos, «aterrizar» el cómo lo vamos a lograr, propósito que implica un cambio de mentalidad tanto en los periodistas como en los funcionarios y las fuentes de información, trascendió en el balance que hiciera esta semana la UPEC villaclareña de su trabajo en el 2011.

En la cita se enfatizó en que el secretismo y el exceso de consultas con instancias superiores antes de ofrecer entrevistas dificultan que la información llegue con la inmediatez y la oportunidad requerida a la opinión pública, lo cual atenta contra la credibilidad del periodismo.

La miembro del Comité Central y del Buró Ejecutivo del Comité Provincial del Partido Yudí Rodríguez Hernández, calificó de importante este tipo de intercambios y subrayó que no hay puertas cerradas para los periodistas. «Requerimos de profesionales que investiguen, sean veraces y no se autocensuren», añadió.

Llamó a denunciar todo lo que obstaculice el cumplimiento de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, a la vez que destacó la confianza en los periodistas villaclareños.

Abel Falcón Curí, de la CMHW y delegado a la Primera Conferencia Nacional del Partido, ratificó el consenso en que tenemos que cambiar, pero se impone reemplazar añejos y poco eficaces métodos y estilo de trabajo que impiden que las prácticas periodísticas estén a tono con la celeridad de las transformaciones que vive Cuba. Trabajemos juntos por un periodismo edificante, y pensemos no solo en qué debemos hacer, sino en cómo, reflexionó.

La Conferencia del Partido abordó, entre otros aspectos relacionados con el sector, la necesidad de mejores relaciones con las fuentes de información, y el deber de los funcionarios de contribuir a que el discurso periodístico se parezca cada vez más al de la realidad, convergencia esencial en el trabajo político ideológico de la Revolución.

Tubal Páez Hernández, presidente de la UPEC, dijo que no podemos avergonzarnos de los errores, sino analizarlos y sugirió eliminar la jerga administrativa de los textos de la prensa, pues muchas veces resultan términos tecnócratas que no dicen nada a la población. «Hay que lograr mensajes atractivos, frescos, que dialoguen», sentenció.

Llamó a realizar los cambios necesarios para estar a la altura del momento histórico, y a asumir la pasión del periodismo con profesionalidad, estudio constante, superando cada día la obra del anterior.

Los profesionales de la prensa villaclareña reclamaron una estrategia coherente para la superación profesional. Además de cursos de idioma extranjero, son necesarios algunos de redacción española para garantizar la belleza y corrección de los materiales, señaló Luis Orlando Pantoja, de la CMHW, quien lamentó la escasa diversidad de estilos, formas y lenguajes en el periodismo cubano actual.
Las intervenciones reflejaron el compromiso con la verdad, la ética y la responsabilidad, aunque no siempre se disponga de las condiciones tecnológicas apropiadas para el ejercicio de la profesión.

El informe central destacó el papel de los profesionales de la prensa villaclareña en la difusión de la realidad cubana y el caso de los Cinco, para contrarrestar las campañas mediáticas orquestadas por los consorcios de la manipulación al servicio de intereses imperiales.

Villa Clara cuenta con 212 miembros de la UPEC, una de las delegaciones más grandes de Cuba. En 2011, colegas del territorio se agenciaron 10 premios y 3 menciones en concursos internacionales, y 14 y 7, respectivamente, en eventos nacionales.

En el encuentro se les rindió homenaje al fotorreportero del periódico Vanguardia José Hernández Mesa y al maestro de periodistas Julio García Luis, fallecidos recientemente.

Pulmones verdes

Villa Clara tiene un índice de boscocidad de 22. 34, el octavo del país, según fuentes del Servicio Estatal Forestal en la provincia. En el Sijú, a la entrada de la serranía del Escambray, hay un área que descuella por la biodiversidad en los bosques.

Texto y foto: Norland Rosendo González

Hace unos 8 mil años, en el planeta había 6 mil millones de hectáreas de bosques, según estudios científicos. Ahora, es menos de la mitad de esa cifra. Solo en Colombia se deforesta anualmente el equivalente a 4 millones de canchas de fútbol; 456 canchas en una hora; 7,6 canchas por minuto. A ese ritmo, Colombia no tendrá bosques en 40 años.

Cuba, consciente de que sola no puede evitar tanto maltrato a la Madre Tierra, sigue defendiendo en cuanta tribuna internacional accede, la necesidad de cordura, de gestionar un desarrollo sostenible y de aprender a vivir, como nuestros antepasados, en armonía con la naturaleza. Y su mejor lenguaje es el ejemplo.

Por la carretera que sube de Manicaragua a Jibacoa, hay un área de manejo forestal que confirma la riqueza de un medio ambiente saludable y los éxitos del trabajo arduo, diario y sustentable del hombre para que los bosques sean una suerte de casa gigante donde convivan disímiles especies de la flora y la fauna.

El técnico medio forestal Orelvis Romero Almaguer, al frente del proyecto desde su fundación el 2 de junio de 2004, por idea del General de Ejército Raúl Castro Ruz, entonces Ministro de las FAR, explica que cuentan con 308 hectáreas divididas en 6 fincas.

Esta era una zona ganadera, muy deforestada, con suelos compactos por el pisoteo y afectados por exceso de pastoreo. La indicación fue plantar 150 ha y manejar por reforestación natural la otra mitad, con especies de porte bajo y alto y que se mantuvieran con hojas el mayor tiempo posible, rememora.

Hay caoba, tecas, eucalipto, cedro, bambú, algarrobo, leucaena y tienen el privilegio de ser los primeros en Villa Clara en sembrar la acacia magio, de rápido crecimiento y altos índices de logro y supervivencia.

«Me duele cada vez que alguien dice: qué cedros más buenos, o se asombra con las caobas. Solo les interesa el valor comercial de la madera. Mi placer mayor es entrar aquí y ver la biodiversidad. Mientras más pájaros tiene un bosque, más saludable está, quiere decir que abundan las semillas, los insectos…», confiesa mientras se inclina en el tronco de una acacia recién cortada. «Mira como hay hormigas, ¿sabes por qué?»

Y ante mi silencio, con la paciencia de los maestros excepcionales, me explica: «Estamos en Luna Llena, ahora por la savia de la planta circula azúcar. En Cuarto Menguante, lo hace el almidón, por eso es  aconsejable cortarla en esa etapa para evitar que se pique.»

La silvicultura (fomento, desarrollo y manejo de los bosques) exige tiempo, constancia y amor. En los primeros tres años, los árboles son plantados, se chapean las malas yerbas, tiene lugar la poda selectiva para evitar horquetas y favorecer el crecimiento y la de saneamiento para quitar las partes enfermas.

En los tres siguientes, sigue la limpia (chapea) y se ejecuta el aclareo, o sea, espaciar las plantas para que crezcan libremente y compitan entre ellas. Después viene el raleo: ir conduciendo el bosque a lo que uno desea, si quieres bolos, quitas algunos para que los otros ganen en diámetro. La madera rolliza, empleada para varas y cujes en las cosechas de tabaco, está apta entre los tres y seis años. La acacia magio requiere de 10 años; la teca, 15; la caoba, 25 y el cedro, 30, refiere Orelvis.

Pero no todo es madera en una finca forestal. La sostenibilidad resulta imprescindible, por lo que también cosecha plátanos, malanga, arroz, frijoles y cuenta con rebaños de vacas, chivos, carneros, cerdos y aves. «En el sotobosque hay gramíneas que le sirven de alimento al ganado y así se elimina material combustible. Donde se pastorea, la chapea es más ligera.»

—¿Y qué hacen para evitar los incendios?, inquiero a propósito de la sequía actual.

—Lo importante es el trabajo profiláctico junto con el Cuerpo de Guardabosques. Aquí el cambio de mentalidad ha sido complejo, pues antes daban mucha candela para limpiar los potreros de ganado, y eso destruye los bosques.

Tiene, además, un proyecto de educación ambiental en la escuela primaria de la zona, un círculo de interés y crearon un bosque martiano, de los mejores de Villa Clara, donde hay 38 especies de las que mencionó nuestro Héroe Nacional en su Diario de Campaña de Cabo Haitiano a Dos Ríos, entre ellas, ballúa, jagua, yaya y jatía, difíciles de lograr porque son especies de monte.

En la despedida, Orelvis vuelve a exhibir sus dotes de genial pedagogo: «La naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre. Esa frase de Martí es mi filosofía. Si en otros lugares, la gente tumba árboles para convertirlos en dinero y lujos, aquí seguiremos dándole vida a los bosques para aumentar nuestra riqueza mayor: la biodiversidad.»

Sin pausa, pero sin prisa

Sin pausa, pero sin prisa

Por Norland Rosendo González

Parece fácil, pero no lo es, al menos para los cubanos, acostumbrados a los maratones y las campañas perecederas; ese es uno de los cambios imprescindibles para que los demás fluyan: interiorizar que las transformaciones deben ser sin pausa, pero sin prisa, justo en el momento adecuado y con la seguridad de que perduren para bien de todos.

En un escenario nacional donde se actualiza el modelo económico sin obviar las esencias de equidad, humanismo y solidaridad, Cuba apuesta también por la eficiencia, la productividad, el ahorro y la calidad, indicadores necesarios para garantizar la sustentabilidad del socialismo.

En palabras parece sencillo, pero para hacerlo realidad resulta imprescindible un cambio de mentalidad profundo, el salto de barreras sicológicas y la superación de resistencias. No es cuestión de eludir los conflictos, sino asumirlos, hurgar en las causas, prever las consecuencias y pensar sin dormirse a la espera de que todo lo decidan «arriba».

La implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social aprobados en el VI Congreso del Partido constituye un proceso continuo, por lo que en los próximos 12 meses seguirán las transformaciones y serán más exitosas si cuentan con el adecuado aseguramiento cultural, en el sentido más abarcador de ese concepto.

Desde la colosal consulta popular del proyecto de Lineamientos, Cuba ha demostrado la fortaleza del debate, de la participación y el valor de los argumentos por encima de las consignas. Una filosofía que ha traducido en versos el trovador Tony Ávila en la canción Mi casa, una suerte de poesía que bien pudiera acompañar al pragmatismo de los cambios ante los prejuicios y los escepticismos de algunos:

«Hoy voy a consultar con mis hermanos,/ los cambios que a la casa sobrevienen,/ no tengo que correr porque la prisa/ puede que le haga daño a los cimientos,/ y aunque en mi casa me siento contento,/ hay cambios que mi casa necesita.

«Voy a hacer ciertos cambios en mi casa,/ como hicieron mis padres en su tiempo,/ al cabo esta será la misma casa,/ los que no son iguales son los tiempos.»

Esa interpretación dialéctica de los acontecimientos robustece nuestro socialismo y lo aleja de esquemas rígidos infuncionales, máxime ahora que el mundo agoniza de tantas crisis y los defensores del capitalismo apelan a todas las armas posibles (la mayoría fuera de las coordenadas de la ética y la razón) para fulminar cualquier proyecto alternativo viable.

Cuba es un referente, no solo por su historia y osadía de resistir los embates del imperio más poderoso que haya conocido la humanidad, sino porque ha demostrado que el marxismo no quedó sepultado en los escombros del Muro de Berlín ni con la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

Cada paso que demos en la actualización de nuestro modelo económico ha de ser, entonces, sólido, bien pensado, como nos ha pedido Raúl. En el 2012, a no dudarlo, serán más los ojos que se viren para nuestro país, y nuestra única opción posible es superar la percepción de Máximo Gómez de que los cubanos no llegamos o nos pasamos.

El cambio de mentalidad, que implica superar viejos paradigmas de dirección y el reduccionismo al enfocar los problemas y buscarles solución, es el sustrato para desterrar la filosofía de los maratones y la nociva costumbre de abandonar las carreras a mitad de trayecto. Hay que ser constantes, estables, consagrados, pero sin caer en la rutina.

Tony Ávila nos da otra vez la clave: «Le cambiaré el color a las paredes, restauré las puertas, las ventanas,/ y el viejo dominó sin doble nueve./ Voy a quitar las viajas cerraduras,/ creo que están de más ciertas paredes,/ aprendí con el tiempo que se puede/ cambiar sin que se dañe la estructura.»

En esa titánica obra seguiremos inmersos este 2012 y el más grande de los cambios debe ocurrir en la mentalidad, en la psicología, en los enfoques culturales de los cubanos para construir entre todos la sociedad que queremos y que podemos. Una sociedad que, por suerte, no tiene referentes en la historia, y que es la resultante de nuestro genio creador, de nuestros sueños, de una rica herencia intelectual en la que predominan dos pilares fundacionales: Martí y Fidel.

Para conservar los pasos dados en la actualización del modelo económico y dar otros igual de importantes, profundos y necesarios, entrémosle al Año 54 de la Revolución dispuestos a pensar, recrear, argumentar, prever, sumar, fundar, y sobre todo, con mente abierta y propositiva, pues el camino que transitamos es ignoto.

Cada uno de nosotros, y todos a la vez, cantemos con Tony Ávila:

Asumiré que soy el heredero,/ ya que tengo esta casa por fortuna./

La casa que no cambio por ninguna/ y en la que están las cosas que más quiero.

La clave está en seguir la marcha sin pausa, pero sin prisa.

Los nuevos horizontes del cooperativismo

Por Norland Rosendo González


A tenor con los cambios que ejecuta Cuba para perfeccionar su modelo económico, las cooperativas devienen una de las modalidades clave en aras de dinamizar los procesos productivos y de servicios, y sobre todo, garantizar sostenibilidad.

Las leyes actuales solo permiten tres tipos de cooperativas, todas en el rubro agropecuario: las de Créditos y Servicios (CCS), en la que los asociados mantienen la propiedad individual sobre la tierra, pero se integran con el objetivo de contratar servicios y hacer trámites, por ejemplo, solicitar créditos.

Las de Producción Agropecuaria (CPA), una modalidad de la socialización, mediante las cuales los campesinos unieron voluntariamente sus tierras, y junto a otros activos conforman un patrimonio común.

Y por último, las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), integradas por obreros de las empresas estatales a los que se les entregaron tierras en usufructo gratuito y se les vendieron las instalaciones, equipos y animales en condiciones ventajosas.

Sin embargo, directivos de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC) confirmaron recientemente que se estudia la extensión del sector cooperativo a los servicios gastronómicos y de transporte, la fabricación de materiales de construcción, la pesca y la comercialización agropecuaria, entre otros sectores.

La noticia se ajusta a los Lineamientos 25, 26, 27, 28 y 29 de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, y guarda estrecha relación con las últimas medidas encaminadas a fortalecer el sector no estatal de la economía socialista cubana.

En la agricultura, este tipo de organización social ha demostrado que es capaz de desarrollar procesos productivos y de comercialización más eficientes, a la vez que diversifica y consolida servicios estratégicos para un renglón que está llamado a sustituir importaciones e incrementar los rubros exportables.

Si bien no todas las cooperativas funcionan adecuadamente, lo que ha generado un análisis profundo y la conversión de CPA en CCS, entre otras transformaciones, resulta una forma productiva autogestionaria, una cualidad imprescindible para garantizar que sea sostenible, eficiente y capaz de adaptarse a los diversos escenarios con mayor rapidez, sin tantos mecanismos burocráticos ni rígidas instancias superiores.

Una tesis doctoral defendida en enero de 2011 informaba que mientras hasta esa fecha habían desaparecido 136 CPA (un promedio de 3 anuales), 474 UBPC (24 anuales), la tendencia de las CCS era a crecer, lo que se ha confirmado en el transcurso de este año, dadas las potencialidades productivas y sentido de pertenencia que caracterizan a esta última modalidad.

La clave de las cooperativas radica en su capacidad de autogestión y el manejo eficiente de todos los recursos a su disposición, así como los mecanismos para garantizar la participación activa de sus miembros en la toma de decisiones.

Esta virtud responde al anhelo socialista de que los trabajadores sean verdaderos dueños de los medios de producción, lo que elevaría los rendimientos, la productividad del trabajo, la calidad, el ahorro, y por tanto fortalecería un modelo de gestión económica viable para Cuba, en medio de un complejo contexto internacional, signado por la rapaz conducta de las trasnacionales.

La rebaja de precios de los implementos agrícolas, la posibilidad de comprar con cheques en los establecimientos de la red de comercio minorista, la nueva política crediticia para los productores, la posibilidad de comercializar directamente con Turismo y la continuación de entrega en usufructo de tierras por el Decreto Ley 259 estimulan a los campesinos para lograr volúmenes de alimentos superiores, que alivien la tensa situación financiera del país, obligado a hacer erogaciones en el mercado foráneo por producciones que pudieran generarse aquí.

Pero los beneficios no se reducen al ámbito económico, desde el punto de vista social, los asentamientos tienen mejores condiciones de vida, dado su sentido comunitario e inclusivo, en el que desempeñan un papel importante las familias.

Despojarse de estilos viciados de dirección, potenciar la participación activa y consciente de los asociados, eliminar restricciones anacrónicas y permitir el reacomodo de estas estructuras según las condiciones y características de los territorios, constituyen imperativos ahora que se vislumbran nuevos horizontes en el  cooperativismo cubano.

Por tanto, la experiencia en el sector agropecuario, con sus éxitos y desaciertos, resulta un referente imprescindible para implementar el Lineamiento 180, que enfatiza: «lograr la autonomía de gestión de las distintas formas de cooperativas e introducir de forma gradual las cooperativas de servicios en la actividad agroindustrial a escala local.»

Profe, no entiendo

Profe, no entiendo

Un homenaje a los maestros cubanos en su Día este 22 de diciembre.

Por Norland Rosendo González

Cuando era estudiante, me «tragué» algunas veces esa frase. No todos los maestros la asimilaban y en la mayoría de las ocasiones, hacían una síntesis en cinco minutos de la clase que era más difícil aún de comprender.

― ¿Y ahora?, preguntaban.

― Unas veces movía la cabeza de hombro a hombro y otras, utilizaba el lenguaje verbal para decir lo mismo: un «más o menos» que equivalía a «me quedé igual».

Con el tiempo, y con profesores excepcionales, pacientes, que vivían cada clase como una etapa del inconcluso e infinito proceso de aprendizaje y no un acto bancario de transferir datos, aprendí a no salir del aula con dudas y si las tenía, irme con la lista de los libros en los que podría encontrar las respuestas.

El «no entiendo» puede ser el punto de partida para repensar el método, la velocidad de las palabras, la correlación de conceptos y su «corporización» en ejemplos, imágenes, historias. Para estimular el diálogo, la creatividad del educando, su curiosidad, y abandonar ese monólogo aburrido, semejante al del curso anterior y al anterior del anterior, que, visto con ojos críticos, suele adormecer la capacidad de inquietarse, preguntar, comparar.

Aún recuerdo aquellas clases en las que un maestro de sexto grado se ponía a inventar historias de cuando él «fue» al monte Everest, de la nieve, la vegetación, los animales que vio, y nosotros, absortos, nos quedábamos prendidos a sus narraciones e íbamos después a los libros a aprender más.

Siempre le voy agradecer sus lecciones de geografía y esa capacidad de fabular para enseñar, para hacernos vivir un clima frío, que, aunque usted no lo crea, nosotros sí llegamos a sentirlo, mientras él hablaba de las temperaturas bajo cero grado y los esquís que nunca montó.

Y también a aquel profesor de Historia de Cuba que llegó una vez al aula con un paraguayo para demostrarnos cómo se hacían las cargas al machete, y blandió en el aire tres o cuatro veces el instrumento mientras corría por el pasillo. Entonces, comprendí el terror de los españoles cuando el ejército mambí se abalanzaba sobre ellos con esa original arma que nunca habían visto en las academias militares ibéricas.

Pero no todo es contar la historia. Para entender al mundo, sus procesos, la necesidad de equilibrio, racionalidad, de comportarse con ética para salvarlo del holocausto al que lo conducen desenfrenadamente los suicidas depredadores del medio ambiente y de la especie humana, se requiere de una pedagogía reflexiva, que enseñe a aprender, investigar, dudar. A asimilar lo nuevo sin desdeñar lo antiguo.

La velocidad que los propios humanos le hemos puesto al carro de la autodestrucción no nos deja tiempo para acumular ideas de manera acrítica; se impone emplearlas para transformar la realidad, enriquecerla, y eso solo es posible con cultura, con una educación que dote a las personas de la capacidad de polemizar, participar y construir colectivamente el conocimiento.

Para mí, no había mejor clase que aquella en la que los alumnos y el profesor nos enrolábamos en un diálogo abierto, y aumentaba exponencialmente el saco de las dudas, en las que había más preguntas que respuestas, y los por qué nos remitían a los libros, a los expertos, a volver al principio para tomar otro rumbo en la comprensión de los fenómenos.

De ahí viene mi respeto por el magisterio. No conozco profesión más noble, altruista y útil para que la especie humana se salve del abismo que esa. Ella tiene el compromiso de formar a las nuevas generaciones no solo para saber operar la avalancha de tecnologías, sino para hacerlo con ética y responsabilidad.

«Profe, no entiendo», es una brújula para lograr esas cualidades. Para empezar de nuevo hasta que los alumnos aprendan a aprender, porque, a fin de cuentas, las clases nunca terminan.