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El teclazo por la verdad

Por mi América y los Cinco

Por mi América y los Cinco

Por Norland Rosendo González

A ritmo de tango, merengue y zamba (con el son a cuestas), educadores y educadoras populares de Manicaragua y varios invitados celebraron recientemente un Taller de Solidaridad con América Latina y los Cinco Héroes, que contribuyó a pensar más en Cuba, desde la riqueza espiritual, la mística, la esperanza y la capacidad de resistencia que une a los pueblos al sur del Río Bravo.

Fue una jornada para la reflexión, compartir experiencias, saberes, utopías y definir acciones para difundir la realidad de Gerardo, Ramón, Fernando, Antonio y René y ayudar a que puedan regresar a la Patria, donde los espera una familia de más de 10 millones de cubanos y cubanas.

Como un mosaico: diverso, rico, plural... fue pintada la América Nuestra, hecha con la alegría y las tristezas de su gente, con sus canciones, sus bailes, su solidaridad, su lucha constante por la soberanía y contra las nuevas formas de colonización, sobre todo, la cultural, que tanto lacera la espiritualidad y la capacidad de movilización en aras de una vida plena y en armonía con la naturaleza.

Varias personas que han visitado Honduras, el Salvador, Colombia, Venezuela y Ecuador hablaron sobre sus experiencias allí, entre ellos Rafael González, director del Grupo de Teatro Escambray. Pero no lo hicieron a la usanza de los medios de comunicación que satanizan a la guerrilla colombiana y le restan importancia al Movimiento de los Sin Tierra brasileños, por citar dos ejemplos de la manipulada agenda mediática de los poderosos.

En sus reflexiones estaba la herida abierta por la violencia salvadoreña (entre 11 y 13 jóvenes mueren cada día allí por ese flagelo), las drogas que cruzan América para «alimentar» las bandas armadas, la mercantilización de la vida, la defensa de los campesinos brasileños por su derecho a la tierra a pesar del acoso y los asesinatos pagados por terratenientes mafiosos.

Pero, más que todo ese panorama desgarrador, quedó el amor, la confianza, las originales alternativas para resistir, soñar y recolocarse en un difuso panorama signado por un capitalismo voraz. Los asistentes al taller «sintieron» que cada una de las narraciones era un fecundo canto a la vida de nuestros hermanos y hermanas del Continente.

También se contaron experiencias del trabajo en cooperativas para edificar viviendas y producir valores que les permita vivir en comunidad a un pueblo que quiere salvarse a sí mismo, juntos y juntas, para poder enfrentar la atomización del tejido social.

Rafael González nos recordaba que la Revolución cubana nos hizo girar la mirada desde el norte hacia el sur y ahora tenemos el compromiso de seguir siendo su referente de solidaridad y espiritualidad, en la edificación de una sociedad que consuma menos y enriquezca más la cultura de su gente.

Conmovedor fue el testimonio de Llaniska Lugo sobre la gira de La Colmenita por los Estados Unidos. ¿Cuánto sería posible si los pueblos de Cuba y Estados Unidos pudiéramos dialogar más allá de la política de Washington?, se preguntó la coguionista de la obra Abracadabra.

No hubo rechazo, ni siquiera en Miami, a pesar de la insensatez de la congresista anticubana Ileana Ros-Lehtinen. Sí muchos aplausos, abrazos, compañía y vivas a Cuba.

Y los Cinco antiterroristas siempre estuvieron alentándolos, recordó Llanisca. Ellos son hombres puros y sencillos. Cubanos, al fin, enfatizó. Y por su vocación altruista, por la inmensidad de su entereza, los asistentes al Taller de solidaridad con América y los Cinco acordaron hacer más por su regreso, difundir el caso a través del arte, la historia, debates, jornadas de reflexión y otras maneras que contribuyan a calar profundo tanto en la conciencia de los cubanos como de extranjeros con la que tengan contacto los educadores y educadoras populares del territorio.

En el Escambray hay una localidad donde la luz viene de las nubes

En el Escambray hay una localidad donde la luz viene de las nubes

Texto y fotos: Norland Rosendo González

MANANTIALES (Jibacoa).― Cuando los meteorólogos anuncian temporales en la región central de Cuba, la gente que vive en este asentamiento del Escambray le da gracias al cielo por tanta lluvia. «Mientras más, mejor», le ruegan a los nubarrones plomizos.

Apenas los aguaceros «visten» las lomas que bordean al lago Hanabanilla, en los hogares sube el voltaje de la alegría, pues la abundancia de precipitaciones augura electricidad todo el día. De las nubes depende, y no del Sistema Electroenergético Nacional (SEN), como en la mayoría del territorio cubano.

Allá arriba, donde los días parecen estirarse más de 24 horas, funciona una de las seis pequeñas plantas que a partir de fuentes renovables genera energía para comunidades aisladas del  montañoso municipio de Manicaragua.

Cuatro alumnos observan un video sobre animales y plantas en la escuela primaria Mariana Grajales, a media mañana de principios de octubre, aunque el sol sigue escondido detrás de las empinadas cuestas del macizo Guamuhaya.

― El agua de la presa es verde y la de la playa es azul, me dijo con la inocencia de su segundo grado el pequeño Víctor Rivero Díaz, mientras sacaba de un paquete de plastilina los tubos de esos colores.

― ¿Y tú has ido a la playa?

― Yo no, pero la he visto por el televisor.

A su lado está Yusniovi Lugones Martínez atento a los flashazos de la cámara. «Lo mío es la pelota. Cuando no la ponen por la televisión, voy para la casa de un vecino a escucharla por la radio.»

― Tienes cara de irle a Industriales…

― Qué va, yo soy de Villa Clara. El «Sandino» es grande, ¿verdad? Yo quisiera ir alguna vez a ver un juego contra Las Tunas.

― ¿Y no sería mejor contra Industriales?

― No, no, no, ya te dije que de esos no quiero saber nada. Las Tunas porque batea muchos jonrones.

Ambos estudian junto a Kendry Hurtado Benítez y Yosniel López Martínez en la escuelita rural Mariana Grajales bajo la tutela del maestro Alfredo Cepeda Herrera.

«Para los medios audiovisuales y la computadora, tenemos un panel solar que alternamos con la electricidad de la Microhidroeléctrica, así los niños acceden a un conjunto de conocimientos esenciales con los que desarrollan habilidades y enriquecen su cultura. Se interesan mucho por los programas sobre los animales, los bosques, los océanos», explica Cepeda Herrera.

 

A Manantiales le subió el voltaje

El asentamiento tiene 40 viviendas —con cerca de 120 habitantes—, consultorio del médico de la familia, bodega, círculo social, herrería y un local para prestar algunos servicios básicos, y todos se benefician de la energía generada por la Micro.

«Hasta principios de los años 90 había una planta eléctrica que encendían un rato por la noche. Por esa fecha instalaron la Microhidroeléctrica que nos transformó la vida», rememora Idelmis Martínez Ojeda, la dependiente de la bodega y el círculo social, quien ha vivido toda la vida (44 años) en Manantiales.

Ahora hay corriente de 10:00 a.m. a 12 del mediodía y después de desde las 2:00 p.m. hasta las 12 de la noche. Pero si llueve a cántaros, entonces trabaja las 24 horas.

«Varias familias cuentan con DVD, refrigeradores, televisores, grabadoras, ventiladores y otros equipos. A veces, cuando apagan la planta a media noche, todavía algunos están viendo una telenovela mexicana o una película, y eso antes era un sueño aquí», sentencia esta mujer a la que los rigores de la vida en las alturas no le han adelantado el almanaque.

Lo malo es cuando la naturaleza se olvida de ellos. Entonces, a algunos les da por subirse en las cuestas de las lomas para tratar de exprimir las nubes, pues con la sequía la Micro solo funciona, a lo sumo, 4 horas al día.

 

Donde «nace» la energía

Para llegar a la instalación, a unos 600 metros del caserío, hay que cruzar el lago Hanabanilla a remo. Desde el 2007 disponen de una planta con tecnología moderna, aunque la antigua permanece aún allí por si alguna vez hace falta que vuelva a prender la luz en los rostros de la gente de Manantiales.

«Esta es de las más pequeñas de la región, explica el ingeniero eléctrico Yuniel Argüelles Domínguez, perteneciente a la Unidad Empresarial de Base (UEB) Hidroenergía de Villa Clara. Tiene una capacidad instalada de 15 KW, y el voltaje se mantiene estable entre los 90 y 110 volts. Todo eso se monitorea desde la pizarra.»

A través de un tubo de 6 pulgadas le entra el agua por gravedad a las turbinas. La energía cinética es transformada en la electricidad que consume la población, y el agua se vierte, con la misma pureza y transparencia, en la presa, para que pueda continuar el ciclo hidrológico: se evapore, condense, precipite, y corra por las lomas hasta el embalse construido a unos 200 metros más arriba de la «Micro», y de ahí…

Por un sinuoso trillo bajo frondosos árboles y acompañados de la sinfonía de los pájaros e insectos que se encajan sin piedad en la piel, subimos hasta el mismísimo sitio donde «nace» la energía de Manantiales, mientras caía una ligera llovizna que nunca nos mojó porque las hojas le «bloqueaban» el paso.

Aquí nací yo, afirmó al llegar al sitio, Eleuterio Gómez Rieche, uno de los tres operadores de la planta, quien donó el terreno para su construcción. La represa se hizo donde mis padres tenían un secadero de café. Hunde en el agua una vara para señalar el lugar exacto en el que comienza la conductora hasta la «Micro».

Es un paraje precioso, casi virgen. Desde allí se observa una cascada cuyo manantial brota un cuarto de kilómetro más arriba aún y desemboca en el dique por uno de los extremos; por el otro, un tubo recoge el agua de otro afluente menos caudaloso.

«La gente quiere que llueva mucho para que le entre más agua a esta represa. Así se le puede extraer más y por tanto, la generación de electricidad dura un período más largo», argumenta Gómez Rieche.

«Lo malo es que a veces se tupe y hay que cerrar la válvula de entrada a la Micro y subir con una guataca en mano», advierte Odalis (Loli) Calderón Villa, la única mujer operadora de esta planta y una de las dos que hace similar labor en el Escambray villaclareño.

La historia de Loli en estos trajines comenzó hace 8 años. Era una campesina dedicada al cultivo del café y frijoles, que no le cogió miedo a la corriente ni a cruzar el lago sola en un bote.

Durante cada turno de trabajo, de 7:00 a 7:00, ella o sus dos compañeros de faena velan porque el servicio llegue al asentamiento con la calidad adecuada y leen cada una hora el metrocontador para estar al tanto del consumo en Manantiales.

— ¿Y las noches son largas aquí?, le pregunté a Odalis, enfundada en su overol azul, casco protector y botas de goma. Las uñas de las manos estaban pintadas y adornaba su cuerpo con argollas, cadena y sortijas.

— Es cuestión de adaptarse. La tensión que provoca velar por el correcto funcionamiento de la planta, solo me deja tiempo para sentarme un rato frente a la presa Hanabanilla y sentir la gente que anda pescando en botes o el viento que mece las embarcaciones atracadas.

— ¿Es verdad que atraviesas a cualquier hora el lago?

— Pues sí. Lo más curioso es que aprendí a remar, pero no sé nadar. No he tenido problemas; por si acaso, los botes tienen salvavidas.

A diferencia de sus vecinos, a Loli no le gusta la música campesina ni la mexicana, pero le satisface contribuir a que ellos puedan disfrutarla, gracias a la voluntad de la Revolución para beneficiar a las comunidades rurales aisladas con tecnología para aprovechar las fuentes renovables de energía.

En Manantiales, el «voltaje» de la gente depende de los temporales de lluvia. La electricidad les «cae» del cielo.

Nota:

La Micro Hidroeléctrica tiene una capacidad instalada de hasta 50 KW. La Mini Hidroeléctrica: de 50 KW a 500 KW. La Pequeña Central Hidroeléctrica (PCH): de 500 a 5000 KW. Y la Central Hidroeléctrica (como Hanabanilla): + de 5000 KW.

 

EL BLOQUEO ECHA HUMO

NORLAND ROSENDO GONZÁLEZ

Cuentan que poco antes de decretar el bloqueo económico, comercial y financiero a Cuba, el 3 de febrero de 1962, el presidente de los Estados Unidos, Jonh F. Kennedy, envió a uno de sus secretarios a comprar todos los H. Upmann Petit Coronas que encontrara, y solo cuando se supo dueño de al menos mil doscientos puros, rubricó el documento.
Al parecer, Kennedy presentía que en muchos años sus conciudadanos estarían privados del privilegio de fumar los mejores tabacos del mundo, como consecuencia de la tozudez y arbitrariedad de la política de su país contra la naciente revolución cubana.
A pesar de que año tras año, la Asamblea General de las Naciones Unidas condena por abrumadora mayoría este brutal cerco económico, reminiscencia de la guerra fría, Washington persiste en su anacrónica postura y refuerza los mecanismos para hacerla más efectiva y castigar a quienes la violen.
Los inicios del bloqueo se remontan a un documento fechado el 6 de abril de 1960 con la firma del entonces subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, Lester D. Mallory, y que fue desclasificado en 1991, en el cual se reconocía la adhesión de la mayoría de los cubanos al proceso revolucionario, razón por la que la única vía posible para derrocar al Gobierno de (Fidel) Castro era generando descontento, dificultades económicas, desaliento y hambre.
No obstante, desde los primeros días del triunfo revolucionario, el gobierno de la Casa Blanca comenzó a poner obstáculos económicos para hacer fracasar al nuevo gobierno de La Habana, que había reemplazado al de Fulgencio Batista, uno de los hombres más serviles a los intereses del capital yanqui que se haya conocido en la historia de Cuba.
Para estrangular a la Revolución, el imperio apeló al cerco económico de manera unilateral, arbitraria y en franca violación de todas las legislaciones internacionales, aparada en su hegemonía militar, diplomática y económica.
Desde entonces, el pueblo cubano ha construido su sociedad socialista con serias limitaciones enel orden comercial, productivo y tecnológico, dada las férreas restricciones impuestas por el vecino del norte.
Entre las consecuencias más visibles para la economía de la Isla figura la imposibilidad de exportar mercancías para el mercado de los EE.UU., lo que se agrava con la Ley Torricellli que prohíbe a los barcos que anclen en Cuba tocar puerto norteamericano en al menos 6 meses, lo que evidencia el carácter extraterritorial de las medidas adoptadas por Washington.
Nuestro país no puede vender materia prima a empresas extranjeras cuya producción final se comercialice en los EE.UU., y tampoco puede adquirir ninguna mercancía que contenga un 10 % de componentes o tecnología de los Estados Unidos. Este acápite incluye los medicamentos y equipos para la salud, lo que tiene un impacto mayor y evidencia la falta de escrúpulos y humanidad de los políticos norteamericanos.
Tampoco se pueden realizar transacciones financieras con el dólar estadounidense y tenemos prohibido acceder a los créditos de los principales organismos financieros internacionales, como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.
Por otra parte, el bloqueo priva a los propios ciudadanos norteamericanos a comprar productos de origen cubano, ni siquiera en un tercer país o para consumo fuera de las fronteras de los Estados Unidos, en esa decisión se incluyen tabaco y ron.
Por si fuera poco, está vigente la bochornosa Sección 211 que prohíbe a compañías de otros países con negocios en Cuba demandar a homólogas de los Estados Unidos que usen marcas y patentes de manera ilegal. Al amparo de esa decisión se escudan el robo de marcas cubanas, como las de tabaco Cohíba y la ronera Habana Club.
El bloqueo económico, comercial y financiero viola no solo los derechos de Cuba, sino la soberanía de terceros países y los derechos de sus empresas y sus ciudadanos, y está calificado como un acto de genocidio, de acuerdo con la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948.
Cálculos conservadores valoran los daños a la economía cubana hasta diciembre de 2010, a precios corrientes, en poco más de 104 mil millones de dólares, y la afectación superaría los 975 mil millones de dólares si se considera la depreciación del dólar frente al valor del oro en el mercado financiero internacional,.
Medio siglo de bloqueo no ha logrado torcerle el rumbo socialista a la Revolución cubana, pero Washington insiste en seguir acumulando fracasos con esa política, aunque con ella prive a sus propios ciudadanos de fumar los exclusivos tabacos Habanos.

La frustración de los buitres sobre Infanta y Santa Marta

Por Iroel Sanchez
La prolongada permanencia dentro de una iglesia pentecostal en La Habana de más de 60 personas, entre ellas 19 menores y 4 embarazadas, que se encuentran en un retiro a puertas cerradas ha creado una situación inusual en la esquina de Infanta y Santa Marta.
Según una información transmitida por el Noticiero de la Televisión Cubana, esas personas se han reunido por su propia voluntad en el templo desde el pasado 21 de agosto, convocadas por Braulio Herrera Tito, a quien su denominación religiosa lo separó como pastor, por razones de índole interna, desde mayo de 2010. Ante estos hechos, un grupo de familiares acudieron a las autoridades, preocupadas particularmente por los niños, que no están asistiendo a la escuela, y por las embarazadas, que no reciben la atención médica prescrita para ellas.
La información señala que se han sostenido conversaciones con familiares, líderes religiosos y algunos miembros de la congregación. Agrega que se ha protegido el recinto y ofrecido atención médica, y que mantendrán la protección de la seguridad ciudadana para evitar cualquier incidente, ofreciendo disculpas a la población por las molestias ocasionadas.
Los corresponsales extranjeros que han reportado esta situación lo han hecho con objetividad. Al no acudir esta vez a los “opositores” que paga Estados Unidos en Cuba, recientemente desacreditados una vez más por revelaciones de Wikileaks y otras evidencias, las agencias de prensa internacionales han evitado especulaciones y no han buscado dar tintes políticos a algo que no los tiene.
Quizás la actitud responsable de los informadores y la serenidad de las autoridades cubanas ha desesperado al puñado de bien equipados personajes que necesitan a toda costa un incidente para dañar la imagen del país donde viven. Algunos mensajes en la red social Twitter de uno de ellos, que como un buitre en busca de carroña, mentía insistentemente en una especie de profecía que deseaba ver autocumplida en forma de un baño de sangre.



Las petroguerras del imperio

Las petroguerras del imperio

NORLAND ROSENDO GONZÁLEZ

Una década después el mundo no es el que debía ser. El 11 de septiembre de 2001 fue un «parteaguas» en la historia de la humanidad y el humo de las Torres Gemelas ardiendo, lejos de apagarse, se propagó por regiones sin muchas industrias, pero sí con muchas riquezas, sobre todo, petróleo. El mundo «avanzó» para atrás.
Al trono del imperio había llegado en Enero de ese año un hombre sin la legitimidad que ese cargo amerita. Unas reñidas elecciones fueron decididas en el estado de la Florida, donde una mafia acostumbrada al juego sucio le puso en bandeja de plata un triunfo en el que pocos (ni siquiera sus correligionarios) creyeron. George W. Bush, el hijo del padre, entraba por la puerta estrecha a la Casa Blanca.
Tras ese espectacular secuestro de la democracia se escudaban un equipo de trabajo, asesores, expertos y amigos que aceleraban los planes trazados mucho antes por los tanques pensantes de la ideología neoconservadora, a la espera paciente de una oportunidad como esta: un mandatario bruto, manipulable, pero con ansias de poder y $$$$.
A los 8 meses de haber sido ascendido a comandante supremo de los petroguerreros del siglo XXI, las circunstancias —extrañas circunstancias—, obligaron a W. Bush a darle un timonzazo violento al rumbo de la civilización.
Por entonces ya no estaba caliente la Guerra Fría. El fantasma del Comunismo se había escurrido por el Muro de Berlín (derribado en 1989) y no quedaban vestigios de él en la «vieja y culta» Europa. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) era historia hacía una década y Yugoslavia fue a mediados de los años 90 el escenario de un experimento militar que oxigenó la voracidad del imperio.
Un nuevo enemigo tendría que surgirle a la Humanidad. El escogido fue uno que antes había sido aliado de los Estados Unidos contra el comunismo y ahora se convertiría en blanco de las bombas fabricadas por el Complejo Militar Industrial: los terroristas musulmanes. Ellos, los que osaron atacar el corazón del país más poderoso del mundo en nombre de Alá, de Mahoma, de Osama Bin Laden.
El 11 de septiembre, la ideología neoconservadora descorchó champaña, mientras cientos de familias lloraban sus muertos en las Torres Gemelas. Comenzaba una Nueva Era con W. Bush disfrazo de Dios para salvar a su pueblo de los «diabólicos islamistas».
Empezaron así las guerras infinitas, las petroguerras. El emperador anunció su celestial misión de «iluminar» todos los oscuros rincones del planeta, una lista elaborada por Washington en la que figuraban (y figuran) los herejes, aquellos que quieren construir un mundo diferente al diseñado por los señores de Wall Street.
Y el cielo se iluminó a partir de entonces. Pero no con la luz de la coexistencia pacífica, la solidaridad y el desarrollo sostenible, sino con mortíferos rayos de misiles y bombas hechas con sustancias prohibidas que queman la piel y son lanzadas en nombre de la libertad y la protección de los mismos civiles a los que mata por «simples errores de cálculo o daños colaterales», según la nueva terminología de la propaganda militar imperialista.
La primera víctima es la verdad, la secuestraron en Afganistán, Iraq y ahora en Libia. Y ya Siria está siendo sometida a un bombardeo intenso de mentiras que satanizan al mandatario de esa nación Bashar al-Assad.
Casi desarmada, la opinión pública internacional vive bajo los efectos de la manipulación mediática, una droga que penetra por los ojos y los oídos, adormece los sentidos y cuando la gente despierta, ya los petroguerreros están instalados en sus nuevos feudos y repartiéndose el botín de guerra: petróleo, minerales, tierras, mercados…
El siete de octubre de 2001, aún humeantes las Torres Gemelas, comenzó la destrucción de Afganistán, donde supuestamente estaba el líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, cerebro del terrorismo islámico y, según Washington, el autor intelectual del fatídico 11/S. La operación Libertad Duradera contaba con el respaldo de la ONU y de una población norteamericana que exigía justicia, lo que el emperador entendió como venganza y luz verde para sus arteros planes de conquista.
Primero, comenzó a funcionar el Complejo Mediático Industrial, una maquinaria de prensa perfectamente engrasada y alineada con los más sórdidos intereses del gran capital, que allanó el camino con su novelesca versión de los hechos y la exacerbación del patrioterismo yanqui.
Después, las bombas contra un gobierno semifeudal, incapaz de defenderse de una agresión que hacía gala de lo más sofisticado de la tecnología bélica del Pentágono. Al final, una masacre que aún no concluye, un presidente que semeja un alcalde, pues apenas controla la zona comprendida en el perímetro de la capital.
Pero la barbarie le reportó colosales dividendos al Complejo Militar Industrial y a las mafias empresariales que rodeaban al emperador W. Bush, suficiente para seguir conquistando territorios, imprescindibles en las proyecciones geoestratégicas y económicas de los Estados Unidos.
El 20 de marzo de 2003 le tocó a Iraq, un país «gobernado por un tirano bárbaro que disponía de peligrosas armas con las que dominaría al mundo arbitrariamente». Otra mentira, esas armas nunca aparecieron, pero a tanta insistencia de los medios de la (des)información, la gente creyó que era verdad, y no se opusieron a la agresión.
De las consecuencias, ni hablar. Las cifras de muertos civiles superan el medio millón, y esos resultan cálculos conservadores. La cantidad exacta nadie la sabe, ni la sabrá nunca, pues forma parte de los secretos militares que los petroguerreros guardan con extremo celo, al fin y al cabo ellos fueron a Bagdad a «salvar a los civiles» y por «errores» de las armas han diezmado a la misma población que debían proteger. Incluso, la mirilla «desajustada» de un tanque del Ejército de los Estados Unidos provocó la muerte el 8 de abril de 2003 del camarógrafo de Telecinco José Couso y el ucraniano Taras Protsyuk, en el Hotel Palestina, sede de la prensa internacional en Bagdad. Aún ese crimen no ha tenido respuesta.
Iraq no era cualquier nación: tiene importancia geoestratégica en el Golfo Pérsico y constituye la segunda reserva de crudo del
Mundo (EE.UU. consume el 25% del petróleo mundial). Bien valía, según las lógicas imperiales, una invasión, aunque esta vez la ONU y la comunidad internacional no le dieron visos de legalidad.
A esas alturas del siglo XXI, con una economía doméstica que apuntaba a una crisis a la postre consumada, Washington no podía seguir esperando por ese consenso si, a fin de cuentas, ellos son el imperio. Pobre mundo este.
El propio The New York Times, reconoció que el Pentágono había utilizado desde 2003 a decenas de «analistas militares» para generar una cobertura positiva de la lucha antiterrorista en los medios de comunicación.
La doctrina de la guerra preventivas (el engendro conceptual de Bush y sus acólitos, que no es otra cosa que un crimen de guerra) partía de principios básicos: el país atacado debía estar prácticamente indefenso, poder ser convertido en una amenaza para la supervivencia de la especie humana y la invasión debía ser poderosa y avasalladora para no dejar margen a dudas.
El emperador había afirmado en un discurso en 2003: «Ahora, en este siglo, la ideología de la fuerza y la conquista aparecen de nuevo
(…) Una vez más se nos llama a defender la seguridad de nuestro pueblo y las esperanzas de toda la humanidad».
Típico en un hombre como él, no tuvo en cuenta siquiera las voces de personas muy influyentes, algunos coterráneos suyos, inclusive. El ex presidente Jimmy Carter lo había acusado en 2002 en un artículo en el periódico Washington Post «de despreciar olímpicamente a la comunidad internacional y de permitir acciones similares a las de los regímenes abusivos que ha condenado históricamente Estados Unidos».
Ya W. Bush no está al frente de los petroguerreros. Lo sucedió un hombre más inteligente que llegó, incluso, a ser Premio Nóbel de la Paz, pero incapaz de detener la carrera armamentista y las guerras imperiales.
Ahora, Libia fue (y está siendo aún) sometida a un bárbaro ataque aéreo de las fuerzas de la OTAN, que se arrogaron el derecho (ilegítimo) de cumplir una cuestionable Resolución de la ONU contra el gobierno de Muammar al Gaddafi.
Esta vez, para variar: las potencias imperiales crearon, organizaron y le dieron la logística necesaria a un grupo de opositores, a los que convirtieron en Consejo Nacional de Transición y, muy importante, les abrieron sus micrófonos para que dieran su versión al mundo.
Los rebeldes fueron la avanzada, el pretexto para agredir a otra potencia petrolera. La OTAN intervino para «proteger a los civiles de la masacre a la que los sometía el tirano Gaddafi», pero parece que esa orden llegó distorsionada a los pilotos y los controladores de los aviones no tripulados, porque esa misma población ha sido la principal víctima de los bombazos aéreos.
Sin recato alguno, aún sin terminar los combates en Libia, ya los poderosos se están repartiendo las riquezas de esa nación norafricana. Los buitres pican el pastel y engullen rápido, pues las crisis económicas de sus respectivos países exigen recursos inmediatos para intentar reflotar.
Pero serán insuficientes, por tanto, una nueva presa está en la mirilla: Siria, rico también en yacimientos petrolíferos. Los petroguerreros han puesto a funcionar su Complejo Mediático Industrial: lanzan misiles de mentiras por todos los medios a su disposición, como complemento de la coerción económica y los chantajes diplomáticos.
Cuando secuestren la verdad y la opinión pública internacional no sepa a ciencia cierta qué pasa y cuáles son los solapados intereses de los agresores, le tocará el turno al otro Complejo, el hermano mayor, el Militar Industrial, que intervendrá entonces para liquidar a un «régimen dictatorial que mata civiles, tortura, roba y lesiona la seguridad de la especie humana».
La misma historia, el mismo guión. El 11/S le puso PARE al curso civilizado de una parte importante de la humanidad y aceleró su marcha hacia atrás. Las petroguerras del siglo XXI han puesto a arder al planeta. Si no se sofoca inmediatamente la apetencia imperial, mañana será demasiado tarde.

Cuba apuesta por las experiencias de desarrollo local

Cuba apuesta por las experiencias de desarrollo local

Por Norland Rosendo González

La vieja canalita por la que se deslizaban todas las ideas y variantes económicas —siempre desde arriba hacia abajo—, ha comenzado a crear espacios horizontales que ponen en tensión al pensamiento local y lo obligan a generar iniciativas propias para el desarrollo de los municipios a partir de sus potencialidades y, sobre todo, de su ingenio.
Durante muchísimos años, excelentes propuestas para aprovechar los recursos de las regiones en función de resolver sus propios problemas encontraron valladares infranqueables en decisiones de arriba que las congelaban, y en otras ocasiones se interponían lacónicos: «eso no está en las facultades de un municipio», y bastaba para el punto final.
Así, toneladas de frutas han quedado para abonar suelos y no pudieron convertirse en jugos, mermeladas o dulces; el marabú se aplatanó en las mejores tierras; y un número indefinido de proyectos apenas lograron moverse por los vericuetos del cerebro de los geniales, pero «excéntricos» autores.
En tanto, los problemas y las necesidades se deslizaban por la canal de los «mecanismos establecidos» hasta caer en el saco infinito de lo que «algún día, cuando lo aprueben arriba, se solucionará», aunque muchas personas estuvieran concientes de que abajo había lo necesario para resolverlo.
Por suerte, la actualización del modelo económico socialista cubano ha incluido entre sus prioridades el desarrollo local, una opción que puede contribuir en poco tiempo y sin el desembolso de grandes sumas de dinero ni inmensas inversiones materiales a revitalizar los municipios desde el punto de vista económico, fundamentalmente.
Estas iniciativas generan, además, fuentes de empleo e ingresos a los territorios, muchos de ellos deteriorados por el implacable paso del período especial y a la espera de financiamiento para mejorar no solo la fisonomía, sino su infraestructura.
Según el Lineamiento 37 de la Política Económica y Social aprobada en el VI Congreso del Partido: «El desarrollo de proyectos locales, conducidos por los consejos de la administración municipales, en especial los referidos a la producción de alimentos, constituye una estrategia de trabajo para el autoabastecimiento municipal, favoreciendo el desarrollo de las mini industrias y centros de servicios, donde el principio de la autosustentabilidad financiera será el elemento esencial, armónicamente compatibilizado con los objetivos del plan de la Economía Nacional y de los municipios. Los proyectos locales una vez implementados serán gestionados por entidades económicas enclavadas en el municipio.»
De las utilidades, un 25 por ciento engrosa el presupuesto de los gobiernos municipales. De ese monto, el 30 por ciento es empleado en programas de beneficio social, y el resto lo invierten en nuevos proyectos que reporten ganancias a la mayor brevedad.
El país aporta capital y en no pocos casos recursos para el fomento de renglones estratégicos que sustituyen importaciones, generan ingresos y producciones vitales. Si bien Villa Clara ejecuta cerca de 40 proyectos, las potencialidades aún son vírgenes para la cantidad de iniciativas que pudieran estar en práctica, en una provincia con expertos y científicos que llevan años estudiando el tema del autodesarrollo, quienes pudieran generar espacios de debate y de socialización de experiencias para incentivar a los territorios más atrasados.
No es cuestión de aplicar camisas de fuerzas, sino de explorar las oportunidades, convencer, compartir ideas. Aprender a utilizar los recursos propios en función de nuestro desarrollo, sin esperar a que alguien «desde arriba», nos diga qué y cómo hacerlo.
Sería aconsejable que las autoridades gubernamentales en los municipios propicien sesiones de trabajo, recorridos, orienten estudios, pidan criterios a los expertos, reúnan al talento productivo de sus respectivas demarcaciones para adoptar las mejores decisiones, con la participación activa de su gente, a la postre, protagonista y beneficiaria de los proyectos.
Cuántas minindustrias podrían edificarse para procesar guayaba, plátano, ajo, vegetales, mango, etc. O cebaderos de toro. Cuántas caballerías de marabú podrían estar ahora sembradas de frijoles y bajo riego, por solo citar tres ejemplos.
Las potencialidades son muchas y las oportunidades están a merced del talento y la voluntad de los hombres para generar el desarrollo local sostenible, una modalidad que debe favorecer la satisfacción de heterogéneas necesidades actuales sin comprometer el derecho de las futuras generaciones a vivir con plenitud.
La vieja canalita vertical encuentra ahora otras posiciones para hacer deslizar sobre ella, con las propias manos y talento de la comunidad, el desarrollo endógeno de los municipios.

La mejor opción de Cuba hoy es producir, producir y producir

Por Norland Rosendo González

Las noticias mundiales sobre los precios de los alimentos no son halagüeñas: continúa la tendencia alcista y las perspectivas no deben variar el año que viene, según pronostica la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), lo que tiene, obviamente, sus repercusiones en Cuba.

«El fuerte descenso de las existencias frente al modesto incremento de la producción en la mayoría de los cultivos, generan la permanencia de los precios elevados», indicó un reciente documento de la FAO.

En Abril pasado, el presidente del Banco Mundial (BM), Robert Zoellick, anunció que desde junio de 2010, 44 millones de personas habían rebasado el umbral de la línea de pobreza debido al incremento de 36% en las cotizaciones de los alimentos.

Y alertó que un alza adicional de 10% podría arrastrar a otros 10 millones de personas al bolsón de los que viven con menos de 1.25 dólares diarios para pagar todos sus gastos, incluidos salud y educación. Si el aumento de los precios fuera de 30%, entonces la cantidad de pobres en extremo crecerá en 34 millones, añadió.

Para Cuba, la situación se torna muy compleja como consecuencia del  bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno de los Estados Unidos, que nos impide adquirir cualquier producto que contenga al menos un 10% de tecnología o componentes de ese país.

Washington persigue a las compañías que intentan establecer vínculos comerciales con La Habana, nos prohíbe el acceso a créditos internacionales, y para colmo, los barcos que toquen puerto cubano no podrán hacerlo allá en 6 meses, entre otras restricciones anacrónicas que pretenden impedir el desarrollo de nuestra economía socialista.

Esa política imperial encarece los costos, los seguros y los fletes hasta nuestro país, lo que implica erogaciones de divisas superiores a las de cualquier otra nación para comprar los mismos productos.

Una simple comparación entre los precios para Cuba de algunos alimentos entre agosto de 2010 y julio de 2011 evidencia la necesidad de incrementar de manera sostenida, eficiente y planificada la producción de comida para sustituir importaciones y mejorar los abastecimientos a la población.

El maíz amarillo subió de 207 dólares la tonelada métrica a 400 en ese lapso; el frijol de soya, de 314 a 584; la leche en polvo entera de 3 mil 479 a 4 mil 398; la descremada, de 3 mil 62 a 4 mil 203; el pollo en cuartos de 718 a mil 147; el arroz molinado de 458 a 574 y el café arábica de 3 mil 692 a 5 mil 370.

Los frijoles (negros y colorados), sin embargo, registraron un descenso de 868 a 787.50, elevado aún para la tensa situación financiera cubana, que ya en abril anunció un reajuste de la partida presupuestaria para la compra de alimentos en el mercado mundial, o sea, habrá que invertir 308 millones de dólares más (25% por encima de lo planificado).      

«Ello implica que todo el crecimiento que se esperaba de los ingresos por exportación de níquel, servicios, azúcar, entre otros, ya no entren en calidad de adicionales, sino que deban dedicarse a cubrir el déficit de la factura alimentaria», explicó entonces Igor Montero, presidente de Alimport, la empresa estatal importadora de alimentos.

En el orden interno, avanza la entrega de tierras en usufructo al amparo del Decreto Ley 259, aunque la experiencia ha encontrado algunas zancadillas burocráticas que requieren ser eliminadas con disciplina, orden y agilidad para poder incrementar la superficie en explotación. La estrategia apuesta por una agricultura de bajos insumos, sostenible y agroecológica, como alternativa ante los celestiales precios de los fertilizantes químicos y el combustible en el mercado foráneo.

A pesar de la voluntad política para incrementar las producciones y los rendimientos agropecuarios, en las recientes sesiones del Parlamento trascendió que en el primer semestre del año 11 rubros incumplieron sus planes, seis o siete de ellos de gran impacto para la economía y la sustitución de importaciones, lo que repercute en la balanza de pagos del país.

Las cuentas están claras. Queda suficiente marabú en los campos y gente dispuesta a convertir las tierras ociosas en productivas parcelas. No basta con bajar los precios de algunos implementos imprescindibles en la agricultura, si no hay planificación, contratos serios, chequeo a pie de surco, compra a tiempo y por calidad de las cosechas.

Tampoco hay razón que justifique que quede un litro de leche en el campo o un racimo de plátano sin acopiar, o que sean incumplidos los plazos para pagarle a los productores, y menos aún que se adopten decisiones burocráticas que desestimulen a quienes hoy son imprescindibles para garantizar la Seguridad Nacional, de acuerdo con la voluntad expresa del Gobierno Revolucionario cubano.

Un cumpleaños para Fidel en las nubes de Guatemala

Un cumpleaños para Fidel en las nubes de Guatemala

Por Norland Rosendo González
Cuatro días antes había sido su cumpleaños y no asistí. «¿Por qué no viniste? Los médicos me dijeron que tú ibas a hacer las fotos para ponerlas en un periódico. Todo el día estuve sin jugar fútbol para no ensuciar la ropa».
«Pero yo sí me acordé, solo que allá abajo estaba lloviendo mucho y no era posible subir por esas lomas». No se me ocurrió otro pretexto para salvar la situación, y creo que hasta él se percató de mis escasas habilidades para mentir, pues bajó la cabeza y sonrió.
Era difícil engañarlo así, porque él vivía al lado de las nubes. Entonces saqué de mi mochila los tres paquetes de galletas y el pomo de refresco de cola que llevaba para el viaje.
Eran más o menos las diez de una mañana de marzo del año 2002 y nadie en Sticajó esperaba visitas. Los días allá arriba, en la cordillera de Los Cuchumatanes, a unos 3 mil 500 metros sobre el nivel del mar, transcurren apacibles y sin sol, casi aburridos si no fuera por el infinito horizonte azulado de la selva Lacandona, fronteriza con México, y el privilegio de ser parte de los centroamericanos que más cerca están del cielo.
Dos médicos aventureros, un guía que nunca había ido al lugar y yo caminamos desde la madrugada sin rumbo fijo. Sería mi primera conversación a solas con un Fidel Castro, con certeza, el único de aquellos lares. Fue un viaje a pie de casi 20 kilómetros serpenteando cuestas.
El diálogo ocurriría en una montaña, él vestido con atuendos de militar y yo solo con mi libreta de notas y una cámara fotográfica. La noche antes había releído pasajes del encuentro sostenido por el Comandante en Jefe en la Sierra Maestra con el periodista norteamericano Hebert Mathew.
Le pasé la mano por la cabeza tratando de regarle el pelo, pero estaba pelado bajito, un impecable corte de cabello castrense. Casi nunca se quita la camisa verde olivo; y por charretera exhibe el forro de un cuaderno que delata su jerarquía escolar: segundo grado.
— ¿Y tú conoces a Fidel Castro, el de nosotros?
— Ese, y apuntó para mi agenda, entre las hojas reconoció la foto. Es el hombre bueno de la barba blanca. Los médicos me han dicho que es el mejor papá del mundo, que todos los niños cubanos son sus hijos.
— Pero él también se preocupa por ti, te manda médicos para que estés sano y si enfermas te cures rápido.
Hizo un tenue movimiento de cabeza afirmativo con la mirada clavada en el suelo, como suelen hacer los habitantes de esta región guatemalteca, descendientes de la civilización maya.
—Yo me visto igual que él, esta camisa me la regalaron los cubanos. Mi papá me dijo que cuando bajara al pueblo me va a comprar una gorra verde.
— ¿Y por qué te pusieron ese nombre?
— No sé, me lo puso mi papá. A él le gusta oír por la radio cosas de Cuba.
Y ahí vino la pregunta de Fidel Castro Pedro López que le cambió el rumbo a la entrevista: ¿Cómo son los cumpleaños del Fidel Castro de ustedes, se lo celebran como a los niños ricos de Guatemala?
Le hice entonces un cuento infantil. Le dije que los días 13 de agosto Cuba se convertía en una piñata gigante de risas y tortas (cakes) en todos los parques de las ciudades y en los pueblos de las montañas parecidos a Sticajó. Que todos los niños le cantaban felicidades al abuelito de la barba blanca, y que, aunque fuera por la pantalla del televisor, le daban un beso.
«Debe ser bonita esa fiesta. Me gustaría ir a una. Le compraré un regalito y le diré felicidades, como me hacen los médicos cubanos el día de mi cumpleaños.
«Cuando lo veas díselo. Yo le hago señas a todos los aviones que pasan por aquí para que me lleven a Cuba, pero ninguno quiere parar».
«Ya vendrá uno con las alas grandes para que vuele alto, y se posará ahí, donde juegas fútbol y tu papá siembra la milpa (maíz)»; y me callé, porque comprendí que mi imaginación era incapaz de competir con la de él.
Solo pude abrir el último paquete de galletas, volví a llenar los vasos con refresco, y propuse un brindis: Felicidades, Fidel.